Marinette, no, Ladybug toma respiraciones profundas mientras se aferra a su compañero. El pánico trata de invadir su cuerpo, pero ella no lo deja. No puede. Ladybug no puede perder el control. Nunca. Con ese pensamiento la super heroína apaga, como puede, sus emociones. Su interior se siente entumecido, pero eso es una constante para Ladybug.
"¿Reconoces este lugar?" Ella pregunta con una última exhalación. Sus ojos azules cerúleos escaneando el lugar con frialdad. ¿Dónde estaban? Ellos no reconocían esa parte de la ciudad, lo que era normal porque solo se movían por Crime Alley desde que despertaron.
Chat Noir no la mira, pero sus manos enguantadas se aferran a su cintura mientras la sostiene. Ella, como siempre que él la levanta de esa forma, está sentada sobre uno de sus muslos. Ambos dependiendo solamente de su bastón (uno que Marinette creo para su amigo) y del equilibrio de Chat Noir para mantenerse firme en aquella posición.
"No reconozco este lugar, mi señora. Este gatito está perdido". La voz de su amigo se escucha. Hay miedo en su voz enmascarada por una falsa nota humorística.
Ladybug apenas suena. "Tendremos que averiguarlo entonces, gatito." Su voz, como siempre, suena dulce.
Cuando era una niña, ella tenía esta pesadilla a menudo. Una donde se encontraba en un lugar desconocido y donde un hombre de negro la perseguía en una cueva repleta de murciélagos. Ella no sabía por qué tenía este sueño, pero todas las noches, sin falta, eso apareció en sus sueños. Ocasionalmente había un gatito a su lado, acompañándola. Otras veces había un pájaro a su lado, primero atacándola y luego defendiéndola. Los sueños siempre venían con dolor, miedo o esperanza. Y ella, sin falta, terminaba en la cueva de los murciélagos.
Marinette nunca supo la razón de aquella pesadilla, pero cuando cumplió trece años se alegró de darse cuenta de que ya no la tenía más. Desde que se convirtió en Ladybug la pesadilla desapareció.
Desde que se convirtió en Ladybug ella ya no se despertó asustada y gritando. Hasta que lo hizo de nuevo, pero esta vez eran por terrores nocturnos ocasionados con su trabajo como superheroína. Sueños donde revivía las muertes, las peleas y los miedos. Sueños donde soñaba con el fracaso.
Donde todas las noches ella se despertaba gritando por su mamá, ahora se despertaba gritando por Chat Noir, llamando a su amigo. A su compañero. Deseando sentir su toque lleno de calidez y amor, deseando sentir esa seguridad que él chico le transmitiría. Afortunadamente Tikki estaba allí para ella. Luego iban sus padres. Todas las noches, sin falta, sus padres iban corriendo a consolarla. Su madre le cantaba para dormir, mientras su padre le decía que todo estaría bien. Y mientras ellos estaban allí, Marinette se sentiría bien. Pero ellos no podrían estar allí para siempre.
No pude.
Marinette no pudo-
Ladybug les falló. A todos.
Ella se recordó morir, tomando la mano de Chat Noir. Uno al lado del otro mientras el Akuma acababa con ambos sin piedad, de la misma forma en que acabó con todos los demás.
Su ultimó recuerdo fue un deseo. Ese deseo. Él que ella y Chat Noir pidieron agonizantes a los miraculous unidos. Aquel deseó que impidiese a Hawkmoth lograr su cometido, aquel deseo que restauró todo pero que mató a ambos héroes de diecisiete años.
Luego de eso... Ladybug había muerto. Marinette había muerto. Y también lo hizo Chat Noir. Adrien.
Ellos se encontraron en lo que llamaron el velo. Fue un lugar frio, bonito también. Aunque no lo recordaba con exactitud. Ella solo sabía que estaban juntos. Marinette y Adrien hablando, riendo y jugando, llorando y gritando, peleando y reconciliándose, conociéndose.
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De bichos, gatos y murciélagos que no se rinden
FanfictionAdrien y Marinette murieron. Ellos se sacrificaron para salvar a Paris, pero se perdieron a ellos mismos en el proceso. Y luego despertaron. En un lugar desconocido, sin posibilidad de volver a sus antiguas vidas, ellos decidieron comenzar a vivir m...