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N.a

Creo firmemente que Marinette tiene TDAH. ¿Tengo razones? Sí. Y están literalmente en cada capítulo de la serie. Tal vez más adelante lo explique. 

En fin, ¡disfruten el capitulo!

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Marinette se acurrucó en la enorme almohada. Era cálida, un poco dura, pero agradable. Muy agradable y cómoda. También olía bien. Como a un delicioso perfume de hombre, también olía a seguridad y protección. Ella inhaló profundamente, enterrando el rostro en la almohada dura. Sus brazos apretándola con fuerza.

"Estás babeando. ¿Estás cómoda?" Una voz le preguntó. Era baja y grave. Agradable. Parecía la voz de una persona que acababa de despertar.

Raro.

El peso en su cuerpo se movió, apretándose. Fue como un abrazo. Un abrazo similar al que le daría su padre. A Marinette le gustó, se sintió bien. Aunque a ella siempre le habían gustado los abrazos. Eran cómodos y seguros. Y se sentían bien cuando provenían de personas que amaban.

"Me gustan los abrazos." Marinette murmuró. Era como los abrazos de sus padres, de su padre. A ella le gustaba cuando su papá la abrazaba, especialmente porque Tom Dupain era enorme y ella siempre se sintió segura, protegida y como una niña pequeña entre sus brazos. Se sintió como si estuviera a salvo de todo el mundo. "Papá..." Una sonrisa dulce se dibujó en sus labios.

Hubo un sonido estrangulado. La almohada se tensó en su lugar. ¿Por qué la almohada se tensó? Las almohadas no hacían eso. Mala almohada. Estaba perturbando su sueño.

"A mí también me gustan." La voz de la almohada sonó demasiado feliz, hacía cosquillas en su oído cada vez que hablaba. Marinette gruñó. Esta almohada estaba siendo una muy mala almohada. "Tenemos eso en común."

"Cállate."

"¿Disculpa?"

Marinette golpeó a la almohada. Estaba un poco dura. "Las almohadas no hablan." Ella le dijo, frunciendo el ceño. "Mala almohada."

Las almohadas no hablaban.

No lo hacían. No tenían una boca para hablar, así que tampoco podían vibrar como una persona cuando hacían sonidos. Las almohadas tampoco deberían sentirse tan duras. Marinette refunfuñó mientras se acomodaba, la parte superior de su cuerpo terminado de encaramarse casi por completo sobre la almohada. Había latidos. Eran latidos lentos y pausados, latidos tranquilos. Latidos como de persona.

Uhm.

Espera.

Oh.

¡Oh!

Marinette abrió los ojos rápidamente. Uno, dos, tres parpadeos antes de que ella comenzara a ser consciente completamente de su entorno. Primero, ella estaba apoyada en el pecho de alguien. Segundo, ese alguien estaba despierto. Tercero, ese hombre era Richard Grayson. Marinette lo supo al instante porque ella podía reconocer su colonia. Y también su voz.

Ella lo miró.

Azul contra azul. Ambos del mismo tono y con un brillo similar en los ojos.

"Buenos días." Él la saludó.

Las mejillas de Marinette se sonrojaron. "H-hola."

"¿Dormiste bien?"

Marinette asintió. "Increíble fue- eres tú- maravilloso es..." La niña tartamudeó. "S-sí. Dormí bien."

De bichos, gatos y murciélagos que no se rindenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora