XI: Por ella.

7 2 0
                                    

Una mañana tranquila en la casa de Victor, su alarma suena y el rápidamente despierta, al bajar a la sala es recibido por su padre, quien le prepara huevos revueltos con pechuga de pollo ahumada.

— Buenos días, hijo. — saluda Sebastian al escuchar sus pasos.

— Buenos días, papá. — responde para después dar un bostezo. — Te levantaste más temprano que de costumbre.

— Bueno, es un día especial, hijo. — responde con una sonrisa. — No todos los días le dices a la chica que te gusta que sea tu novia.

Sebastian deja el desayuno de Victor frente a el y le da un vaso de jugo de naranja, Victor solo mira a su padre con una cara rara.

— ¿Pasa algo? — cuestiona por la cara que le pone.

— Estoy muy nervioso.

— ¿En serio? — cuestiona de manera burlona.

— Papá, no es gracioso. — reclama con vergüenza.

— Hijo, es que no debes tener miedo a decir lo que sientes.

— ¿Pero si no siente lo mismo que yo por ella? — cuestiona con desanimo.

— Ella te mira como tu madre me miraba cuando nos conocimos.

— ¿En serio? — cuestiona sin creerlo. — ¿Cómo te das cuenta de eso?

— La guerra y el amor no son tan diferentes, algunos salen lastimados, otros ganan, pero siempre es una pelea que no termina hasta que uno hace lo necesario.

— ¿Que es lo necesario que debo hacer? — cuestiona con vergüenza.

— Hacerlo. — responde con una sonrisa mientras le acaricia su cabeza. — Montse es una niña simpática y se nota que te quiere mucho, no pierdes nada con intentarlo.

— ¿Y si me rechaza? — cuestiona con desanimo.

— Esa guerra no la tenías que ganar. — responde con seriedad. — podrán seguir siendo amigos, pero debes conocer a más chicas.

— Está bien... — contesta para después desayunar.

— Saldrá bien, te lo aseguro, hijo.

Esa misma tarde, Montse y sus amigas caminan por los pasillos de su universidad, mientras platican entre ellas.

— ¿Que harás el fin de semana? — cuestiona Valeria a Montse.

— Victor y yo iremos a cenar hoy, me dijo que vendría por mi. — responde Montse con una sonrisa.

— ¿Entonces ya son novios? — cuestiona Andrea con sorpresa.

— No, nada de eso, cada mes me invita a cenar sushi y nos divertimos. — responde sonrojada.

— ¿Que espera ese chico para dar el siguiente paso? — pregunta Valeria confundida.

— Valeria, solo somos amigos. — contesta incómoda.

— Tonterías. — interrumpe Andrea. — desde hace unos meses te lleva a cenar, te trae rosas, te compra ropa y hasta perfumes.

— ¡Es cierto! — añade Valeria. — Mi papá me contó que vió a Víctor cuando te compró ese perfume que empezaste a usar, vale mil dólares esa cosa, ni siquiera mi papá me compra un perfume así.

— ¿Que están tratando de decirme? — cuestiona con vergüenza.

— Es obvio. — reclama Valeria. — Te está llenando de detalles para que veas el prospecto de hombre que es, que es romántico, que le gusta salir a divertirse contigo y que te quiere bella.

la espada de la ira y los demonios que habitan. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora