Christopher caminaba por los largos pasillos del acuario, el cual se ubicaba dentro de un parque de atracciones situado en la capital.
Se había mudado allí hacía poco menos de un año, por lo que tenía entradas a varios establecimientos para hacer turismo por la ciudad que compró cuando llegó.
Seúl no tenía nada que ver con Australia. Extrañaba a sus amigos, y todavía no conseguía adaptarse por completo.
Siguió caminando hasta llegar a una sala enorme. Aquella sala contaba con una pecera circular igual de grande que esta. No había nadie, o eso creía Christopher. Ya que estaba demasiado distraído mirando al blanco animal de cabeza amelonada que nadaba por allí.
Su atención estaba demasiado centrada en aquella enorme criatura como para poder mostrarle interés a algo más.
La impresión que le producía el animal no se podía explicar con simples palabras. Se quedó parado, allí de pie, observando como se movía aquella beluga dentro del agua durante más o menos dos minutos.
De pronto, una cabellera rubia apareció de la nada, golpeándose contra él en un movimiento brusco.
El rubio tropezó con sus pies y cayó sobre el pecho de Christopher torpemente, dejando caer todas sus cosas. Una libreta llena de bocetos y una pequeña beluga de peluche, las cuales se esparcieron entre la negra y oscura superficie del lugar.
Chris no logró reaccionar a tiempo, aunque pudo ayudarlo un poco, recogiendo su mini peluche del suelo. Pero antes de que pudiera hacer algo, el chico salió corriendo. Dejando a Christopher solo, confundido, y con un peluche en las manos, que, desde luego, no era suyo.
Intentó buscarlo por todo el acuario, pero no hubo rastro de él en toda la tarde.
Pensó en dejar la suave beluga en objetos perdidos, pero prefirió llevársela a casa y pensar en que hacer con ella. Si aquel chico la quisiera de vuelta, Christopher sería quien debería entregársela.
Dejó de pensar en aquello durante un buen rato, puesto que el estrés terminó consumiéndolo por completo. Llevaba toda la última semana que le quedaba de las vacaciones de verano estresado y nervioso por el comienzo de un nuevo año escolar, sobretodo porque era el último.
— A lo mejor ese chico va a tu clase. — Comentó la madre de Christopher mientras se concentraba en lavar unos cuantos vasos.
— Parecía más pequeño que yo. — Respondió el pelinegro llevándose las manos a la cabeza.
— ¿Era mono?
Christopher se sonrojó un poco. Aunque no pudo ver su cara con claridad debido a la oscuridad del lugar, su silueta era un tanto atractiva. Pelo rubio, más o menos largo, por debajo de las orejas. Ropa deportiva, gafas y unas mejillas abultadas un tanto adorables.
— No le vi bien. Pero, eso creo.
Christopher salió del armario a los once años, enamorado de su mejor amigo, se armó de fuerzas para contárselo a sus padres. Desde aquel día, la confianza que mantenía con su familia cambió drásticamente. Ya no habían secretos, y se sentía libre de hablar sobre sus sentimientos sin tener miedo a ser juzgado.
— Mañana es el primer día... ¿Estás emocionado, cariño? — Preguntó su padre, quien ayudaba a su mujer con la comida.
— No.
.-_— 🐋 -_—.
Christopher bajó del autobús con desgana para adentrarse al interior de aquel centro educativo que tanto odiaba. Se frotaba los ojos mientras caminaba por los pasillos en busca de su mejor amigo, Seo Changbin.
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Beluga// ChanMin
Fanfiction¿Que pasa cuando un chico curioso, choca con alguien misterioso, tímido y "raro" en el acuario? Un pequeño error podría concluir en una historia de amor. Sobre peces, claro. O quizá nutrias... No, belugas. ¿Qué tal una tierna beluga y un rudo tiburó...