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Christopher introdujo la llave en la cerradura de la puerta y la abrió cuidadosamente. Para su sorpresa, su madre estaba justo detrás de ella , de brazos cruzados, y con una sonrisa muy amplia en la cara.

— ¿Qué te trae por aquí, Seungmin? Anda, pasa, cielo. — Dijo la mujer, asustando al rubio, quien seguía detrás de Christopher.

Seungmin se dejó ver, y saludó a la mujer con una tímida reverencia. — ¿Sabe quién soy? — Le preguntó a su acompañante en el oído.

— Le he hablado de ti. — Respondió el otro, sonriendo divertidamente.

Caminaron hasta llegar a la sala de estar, donde los tres tomaron asiento. El padre de Christopher estaba en el baño, así que la mujer vio esa como la oportunidad perfecta para conocer un poco más al chico que nunca salía de la boca de su hijo.

— Te vas a quedar esta noche, ¿no? — Preguntó la rubia.

Seungmin asintió. Cada vez estaba más extrañado. ¿No le parecía raro que viniera un desconocido a dormir a su casa?, ¿sin previo aviso?

— Es un poco tímido, intenta no incomodarlo mucho.

— No muerdo, cariño.

Seungmin mordía las pieles de su labio inferior mientras se frotaba las palmas de las manos contra sus pantalones. Estaba muy nervioso, nunca había estado en ese tipo de situaciones. Es más, nunca pensó en verse sometido a una de ellas. Pero allí estaba, delante de la madre del mejor amigo de su primo, el cual se había convertido en alguien más que eso después de las últimas semanas.

— ¿Quieres algo de comer? — Preguntó la mujer después de un largo silencio, intentando iniciar una conversación por segunda vez, sabiendo con certeza que no funcionaria.

— No, pero, gracias. — Respondió el menor en un hilo de voz casi inaudible.

Christopher dejó de mirar a su madre para mirar a Seungmin, decidiendo por su expresión de incomodidad que lo mejor sería llevarlo a un lugar donde pudieran estar solos. Fuera de adultos que pudieran interrumpir la calma del menor.

— Me lo llevo arriba. — Espetó Christopher, levantándose de su asiento para agarrar a Seungmin del brazo sin avisar y llevarlo con prisa escaleras arriba.

Seungmin estaba tan confundido, que, ni siquiera se estaba dando cuenta de todo lo que estaba pasando. Atrapado, en su nube, seguía al mayor con algo de pesadez.

Al llegar a la habitación del pelinegro, Christopher arrastró a Seungmin hacia adentro y cerro la puerta detrás de él.

El rubio se sentó en la cama y dejó su bolsa en el suelo. Cuando se fijó en las paredes llenas de postes musicales y de superhéroes que decoraban su habitación, entró en un bucle del que iba a costar sacarlo.

— ¿Te gusta? — Preguntó el pelinegro sentándose a su lado.

—Tienes tele. — Espetó el contrario, ignorando la pregunta del mayor.

— ¿Qué quieres ver? Puedo ponerte un documental de esos que te gustan. Ya me sé tus favoritos, me los dijo Changabin y los vi. Me encantaron.

A Seungmin se le iluminaron los ojos. Ni siquiera su madre vio esos documentales a pesar de ser la mar de interesantes y ser los favoritos de su hijo. Saber que Christopher, aquel chico atractivo, intimidante y directo, hubiera visto aquello que más le hacía feliz, era algo tan chocante que hasta su corazón amenazaba con salirse de su pecho.

— ¿Has visto el de las orcas?

— Claro, los vi todos. Toma, coge el mando, voy a buscarte algo de ropa cómoda. — Respondió el pelinegro, entregándole el control de la televisión a Seungmin, mientras este lo miraba con timidez y sorpresa.

Beluga// ChanMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora