porque apareciste

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—No va a volver.

Chiara suspiró. Entró en la habitación cerrando de golpe la ventana y se dejó caer en la cama suspirando de nuevo. Llevaba una semana encerrada en su habitación. Únicamente se asomaba por la ventana y dejaba su mirada fija en la avenida de árboles que tan bien conocía. Su hermano Alex le llevaba la comida y la cena al cuarto con la esperanza de que el hambre venciera su tristeza, y aunque no eran muchas las veces que devolvía el plato vacío, se conformaba con eso. Hasta hace poco ni siquiera podía entrar en su habitación. Ahora se encontraba al lado de la pequeña sentado en la cama.

—Kiks... —El chico acarició la mejilla limpiándole alguna lágrima que se dejaba ver.— No puedes seguir así.

—Si vas a juzgarme vete, por favor. —La pelinegra por fin dejó escuchar su voz, rota.— Suficiente tengo ya con lo mío.

—Chiara no te juzgo —El mayor se puso un poco más serio. —Me duele verte así, estoy preocupado. No sales de tu cuarto, a penas comes, no hablas con nadie, no haces nada... No veo fin a este bucle en el que has entrado.

La chica se quedó pensando en lo que su hermano decía. Razón no le faltaba. Había perdido todos los motivos para simplemente seguir siendo ella. No encontraba causa para salir a la calle, ni para tocar la guitarra, ni para quedar con sus amigos, ni para hacer lo que antes le daba vida. Todo porque se fue. Y la vida con ella se fue. Porque le dijo que la esperaría, y todavía no ha aparecido.

—Yo tampoco. —Contestó mientras abría los ojos finalmente. Alex la miró suspirando.

—¿Has pensado en lo que te dije?

—No voy a ir al psicólogo. Alex, ya está. —La pelinegra se levantó de la cama y miró a su hermano. —Cada uno lleva el duelo como puede, y tú no tienes ningún derecho a venir aquí y decirme que no va a volver y que tengo que ir a que me vean la cabeza y que no hago nada y todas esas cosas que me dices y-

—Vale, Chiara, tranquilízate por favor. —El chico agarró su mano intentando transmitirle calma viendo como esta empezaba a acelerarse. La chica se soltó de su mano y continuó.

—No. Es que no tienes ningún derecho. No sabes lo que duele... —Empezaron a salir las lágrimas retenidas mientras se le quebraba la voz— No sabes lo que duele... Esperar a alguien... A alguien que quieres... Sin saber si... — Cada vez el volumen era más bajo y su mente comenzaba a bloquearse— Da igual. Vete. Quiero estar sola.

Alex miró a su hermana con el corazón partido. Jamás la había visto tan deshecha. Se levantó de la cama y se dirigió hacia la puerta, dejando a la chica sola con sus pensamientos y su corazón a mil por hora.

No va a volver. Se dijo a sí misma. Y si vuelve... No se va a acordar de mí.









3 meses después

—¡Por fin me coges el teléfono! —La pelirroja gritó al otro lado de la línea. —¿Has leído el grupo?

—Sí... No creo que vaya.

—Venga ya, Chiara. Es justo lo que necesitas, ya lo verás. —La pelinegra jugaba con su pendiente mientras hablaba con su amiga. Es cierto que estaba mucho mejor que la última vez que salió de fiesta. En teoría también "era lo que necesitaba", claro que solo hacía dos semanas que había pasado eso, y lo de que le apareciese la bajona en la borrachera no le vino del todo bien. Y desde ahí hasta ahora.

—Rus es que me voy a agobiar, Martin se irá con el novio, tú con quien sea y me quedaré sola y acabaré haciendo vete tú a saber qué. —Su amiga suspiró. Iba a ser difícil convencerla.

del mismo diente de león - kivi's one shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora