𝐸𝑙 𝑆𝑖𝑔𝑛𝑖𝑓𝑖𝑐𝑎𝑑𝑜 𝐷𝑒 𝐿𝑎𝑠 𝐹𝑙𝑜𝑟𝑒𝑠 (H×H) |Kɪʟʟᴜᴀ × Lᴇᴄᴛᴏʀᴀ

𝗦𝗶𝘅.

La noche anterior habíamos acordado que hoy cada uno estaría por su cuenta.

Que mentira más absurda...

Ya habíamos acordado con Killua que él no se despegaria de Gon mientras éste esté indefenso.
Mientras tanto yo, si me pasaría el día en completa soledad, tristemente.
Me levanté temprano como siempre para ir a entrenar las horas respectivas de cada día, al terminar, me bañé y volví a casa.
Me recosté en mi cama y miré hacia el techo pensando en que podría comer el día de hoy. Esta vez no tendría que cocinar para tres, si no para mi sola.
Bufé frustrada. No tenía sentido pasar todo el día encerrada en casa.
Me levanté de la cama y abrí mi guardarropas.
Tomé la apresurada decisión de que hoy comería fuera de casa, así que debía vestirme acordé a la situación.
Me pusé unas medias de tul color negro con una mini falda tableada del mismo color, un bando de color vino y una chaqueta de cuero oversize. Para completar, tomé unos zapatos Mary Jane del mismo color que el top.
Una vez con el outfit puesto solté mi cabello y me senté frente al tocador para encargarme de mi cara.
Una vez lista salí de mi habitación y me admiré en el espejo del pasillo.

—Afortunado será el hombre que se gane mi corazón. —Reí ante mi propio comentario.

Mucha gente me considera una persona soberbia y con el ego alto, la verdad es qué tienen razón. Aunque no me arrepiento de cómo soy, es más, estoy orgullosa. Trabajé duro para poder sentirme a gusto conmigo misma y me siento feliz de al fin haberlo logrado.
El abuelo siempre me inculcó el amor propio cómo un valor muy importante y es algo que le voy a agradecer toda mi vida, después de todo hay momentos en los que no voy a contar con nadie más que no sea conmigo misma, y si no me quisiera sería un gran problema.

Agarré un bolso dónde metí mi celular, dinero, chicles y las llaves para finalmente salir del departamento.

Vagué con mucha paz por las calles de la ciudad, buscando un lugar que me llame suficientemente la atención cómo para querer entrar. Hasta qué paré en frente de un restaurant de comida francesa.

—¡Genial! Vamos a entrar aquí para ingerir carbohidratos hasta explotar. —Me dije a mi misma y entré al lugar.

El ambiente era muy elegante y confortable. En ese momento agradecí por haberme arreglado decentemente para la ocasión.
Me senté en una mesa apartada de las que estaban ocupadas y poder esperar a que me atendieran.

El olor a salsa de tómate y pan casero inundaban el lugar.
De vez en cuando está bueno ir a un lugar donde te sirvan la comida y solamente tener que preocuparte en terminar la porción.

—Buen día, señorita. Bienvenida a Passerini. Le entrego la carta. —Dejó el menú sobre la mesa.

Era un chico que no aparentaba más de veinte años. Tenía el cabello largo y desordenado de un color rubio rojizo, acompañado de innumerables pecas en su rostro y ojos verde oliva.

¿Acaso yo estoy destinada a conocer a puros chicos hegemonicos? Literalmente parecía sacado de un cuento de hadas.

—Muchas gracias... —Le sonreí y leí su nombre en el pin que colgaba de su camisa. —Alessio. Muchas gracias, Alessio.

El ojiverde me devolvió la sonrisa.

—Estoy a su servicio. Lea la carta tranquila y cuando se haya decidido puede llamarme, estaré en el mostrador, señorita... —Inclinó levemente su cabeza hacia la derecha, esperando a que yo termine su oración.

—______, señorita _____.

—Un placer.

—El placer es mío. —Contestó y se alejó.