Las canciones de Emilia Mernes sonaban al palo en mi habitación mientras me preparaba para la noche en el boliche.
El vestidor se convirtió en mi campo de batalla, no sabía que concha ponerme.
Opté por un vestido muy ajustado tipo (puta) ecocuero que realzaba mis curvas de manera sutil pero impactante.
Las altas botas de tacón agregaban el toque final, alargando mis piernas y completando el look.
Frente al espejo, me dediqué a mí maquillaje. Un ahumado suave resaltaba mis ojos, mientras que un labial rojo intenso añadía un toque de audacia. Mi melena suelta caía en ondas, dando un toque sexy.
Mientras me arreglaba, la anticipación de la noche por delante hacía que mi corazón latiera con emoción. Quería destacar, quería sentirme bien conmigo misma.
Finalmente, me tomé un taxi para ir al boliche.
Desde lejos la música retumbaba en el boliche mientras me acercaba a la entrada.
Un guardia grande y pelado se encontraba en la puerta.
—Nombre y apellido.
—Mara Pérez.
—Y tu DNI, muestralo.
Sin embargo, al entregarle mí DNI, el de seguridad me detuvo.
—Lo siento, no puedes entrar. sos menor —dijo el guardia, bloqueando el paso.
—Pero dentro de poco cumplo los 18—lo miraba con ojos de cachorro al guardia.
Carajo, en Argentina me dejaban pasar.
Con la mirada buscaba a Sofia, Enzo o Matías sintiendo una mezcla de decepción y frustración.
“Me arreglé al pedo” pensaba.
Fue entonces cuando vi a un chico de estatura medis y rubio. Matias, unos metros más adelante, notó la situación.
Con una sonrisa y un gesto seguro, se acercó al guardia y le dijo algo al oído. El guardia, cambió su expresión y abrió la cuerda de seguridad.
—Pasa, disfruta de la noche —dijo Matías, extendiendo la mano hacia el interior del boliche.
La sorpresa se reflejó en mi rostro, agradecida por la intervención.
Dentro del boliche, la música vibrante y las luces parpadeantes.
—¿Y Sofía?
—No lo sé, vamos a tomar algo.—Dirigiéndose al bar Matías evadió la pregunta.
Luego de que él tomara como 3 bebidas y yo estaba un poco intimidada por su presencia.
Matias tiró —Mara, estás re irreconocible está noche.
—¿Irreconocible? A qué te referis.—mire para los lados reservada.
——Irreconocible en el buen sentido. Te ves increíblemente hermosa esta noche —dijo Matías con una sonrisa encantadora.
Mis mejillas se tiñeron de un leve rubor ante su halago inesperado.
—Oh, gracias Matias. No estoy acostumbrada a recibir elogios así —respondí con una risa nerviosa. Y menos de alguien como él.
Sofía intervino con entusiasmo —¡De acuerdo! Es hora de bailar, chicos. Vamos a la pista.
La música vibraba en el aire mientras nos dirigíamos a bailar. MATÍAS extendió su mano hacia mí con una mirada juguetona.
—¿Te gustaría bailar, Mara?
Acepté su oferta, y juntos nos sumergimos en la pista, moviéndonos al ritmo de la música.
Matías colocó una mano firmemente en mi cintura, guiándome con destreza. Nuestros cuerpos se movían al compás, creando una danza llena de tensión y deseo.
En un momento, Matías me hizo girar, y al volver hacia él, me tomó de la mano y me atrajo hacia su cuerpo apoyándome sobre él. Sus ojos intensos se encontraron con los míos, pude sentir su gran miembro sobre mí.
En un momento atrevido, sus movimientos se volvieron más sugestivos, y yo respondí con gracia, sumergiéndonos en la sensualidad del baile.
Enzo, desde la distancia, observaba con una expresión difícil de descifrar. La presencia de Enzo añadía un giro intrigante a la noche, y yo me encontraba en medio de algo rari
Entre risas y miradas cómplices, la conexión entre nosotros crecía. En un momento, Matías me susurró al oído con su típico tono seductor: —Mara, ¿quién diría que debajo de esa inocencia hay una mujer tan sexy?
Mis mejillas se tiñeron de un rubor juguetón mientras agradecía el cumplido. La mezcla de la música, las risas y los tragos iba transformando la noche en una experiencia única.
Después de varias canciones, nos dirigimos hacia la barra para tomar algo más. Matías, con una sonrisa, pidió más vodka con monster y esta vez, sin dudar, acepté el trago.
—Ves, no es tan malo —dijo Matías, brindando conmigo.
Todo iba bien cuando Una chica alta con el pelo corto nos interrumpió, tenía el celo fruncido
—Matias, ¡pedazo de gil!—La chica rápidamente le tiró una cachetada a Matías
—Perdon mí Malena, solo bailabamos.
Espera, ¿Matías tenía pareja?
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