Bajo el manto nocturno, Titania retornaba a su morada tras una diligente patrulla por el continente. Con discreción, despojóse de sus vestiduras al llegar, recostándose en el lecho para rendirse al sueño, anhelando que las horas transcurrieran velozmente hacia un nuevo amanecer.
En el reino onírico, la mujer entreabrió los ojos, a veces consciente en sus propios ensueños. No obstante, esta vez, emergió faltante de sus ropas, en el éter estelar, contemplando la luz de millones de años de trayecto proveniente de galaxias, estrellas, polvo sideral.
El propio cosmos se manifestó ante ella.
"El cosmos..."
Una voz antinatural resonó en el vacío del espacio haciendo vibrar las motas del polvo espacial como un mensaje que viaja a través de siglos solo en dirección a ella y sus vibraciones captadas por sus oídos y cuerpo.
Más susurros resuenan desde diferentes direcciones.
"Toda existencia es un enigma para los seres mortales, algo que, por más que exploren durante siglos, milenios o millones de años, jamás comprenderán por completo.
No obstante, por encima de aquellos destinados a ser motas de polvo en la grandiosa obra de la creación, se encuentran los dioses. Entidades de un poder, conocimiento y vida tan vastos que ninguna mente mortal podría abarcar.
Seres que trascienden la imaginación, danza de la realidad a su antojo. Vida, muerte, creación, destrucción, espacio, tiempo, etcétera, etcétera.
Los dioses observan el cosmos, su deber no es interferir en las vidas mortales."
Estas palabras emanaban de un joven con cabellos de oro puro, piel blanca como el papel, ojos con la esclerótica tan negra como el abismo y las pupilas de un azul intenso. Dos pares de alas adornaban su figura, dos blancas y dos negras.
"Es un placer verte después de un tiempo, hermana."
Exclamó el joven, desprendiendo un aura dorada, caminando como si pisara tierra firme, colocándose frente a Parasol, tomó su mano y la elevó para un beso.
"He sentido tu ausencia, mi hermana Parasol. ¿Cómo transcurre tu existencia en la tierra?"
Luxios, dios del caos, elevó su mirada para encontrarse con los ojos de Parasol.
"Me va bien... Ha sido intrigante. Me he encariñado mucho con los mortales, deseo protegerlos y guiarlos. También te he extrañado, hermano mío."
Ella retiró su mano, volviéndose hacia el cosmos que por tanto tiempo no contemplaba.
"Hermana, por favor, olvida a los mortales. Su tiempo es efímero, son insignificantes. ¿Por qué dedicarles tanto tiempo? Eres más allá, los mortales te han adorado y representas la fuerza de todos los soles. Ellos no son nada."
Luxios sacudió a su hermana, buscando su atención, pero ella suspiró con decepción y luego le sonrió.
"Hermano mío, he decidido vivir entre los mortales, ayudaré a superar sus adversidades todo lo que pueda. Aunque sus vidas sean efímeras para ti, para mí y para todos, no puedo dejar de amarlos. Son imperfectos, tienen errores que detesto, incluso me he sentido molesta con ellos, pero eso es lo que los hace especiales. Quiero ver cómo mejoran, cómo su especie madura. Los amo de verdad, y hay uno en particular que también quiero."
Una sonrisa se dibujó en sus labios al pronunciar estas últimas palabras.
Luxios, con semblante apesadumbrado, imploró a su hermana:
"Hermana, la progenitora de la creación anhela tu retorno. Imploro que regresemos, pues somos meros observadores, y numerosos desafíos abruman la Tierra. A los humanos les incumbe enfrentarlos por sí mismos."
Parasol, con tono doliente, replicó:
"Lo lamento, hermano, me percibo más mortal que diosa en este instante. Quizás retorne algún día, más no hoy. No puedo desertar a los humanos cuando acecha algo nefasto."
Un aura naranja, como fuego danzante, la envolvió, avanzando con saltos que desplazaban sistemas solares velozmente.
"... ¡Hermana!"
Luxios surcó el espacio a una velocidad abrumadora, materializándose frente a Parasol, abrazándola con fuerza y deteniendo su avance. Ella, sonriente como ante un infante, acarició su cabellera.
"Lamento profundamente esto, pero no me siento apta para regresar al hogar. El dolor persiste en mi ser tras lo sucedido..."
Tristeza resplandecía en su voz, quebrándose en momentos, mas resistía el ímpetu de las lágrimas.
"No fue tu culpa... No tuviste elección..."
Luxios se acurrucó en el pecho de su hermana, permitiéndose el desahogo mientras la abrazaba.
"Te prometo que retornaré en algún momento. Por ahora, mi sendero con la humanidad proseguirá..."
Permanecieron abrazados hasta que Luxios liberó a su hermana. Al despedirse, él asió su hombro.
"... Entonces, si persistirás en la lucha por los humanos."
De su palma emanó una esfera de energía blancuzca, aproximándola al pecho de Parasol, absorbida por ella.
"Cuando verdaderamente lo necesites, esta diminuta esfera te proveerá auxilio. Cuídate sobremanera, hermana..."
Parasol, con sonrisa amplia, abrazó a su hermano por última vez y depositó un beso en su frente.
"Así lo haré, mi amado hermano. Cuídate."
El mundo onírico se desvaneció poco a poco, induciendo el despertar de Parasol.
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Titania una superhéroe peculiar
ActionLas aventuras de una heroína cuyo traje es de todo menos profesional. Titania así es como los medios han apodado a esta singular heroína cuyo traje consiste en su mayoría por un bikini. ¿que clase de aventuras tendrá? ¡averígualo aquí mismo!