¡No puedo amarte! ~Papulince :v × Panafresco 😳~

La salida

Ya era de mañana, Papulince se encontraba limpiando su casa cuando recordó la salida, y que tendría que trabajar más tarde, así que fue por su teléfono y lo encendió para ver qué más habían dicho.

Una vez entró, hubo un mensaje que le llamó mucho la atención.

"Oigan, ¿qué les parece si vamos al cine?"

Papulince sonrió, hasta que vió que el mensaje había sido enviado por Panafresco, y entonces surgió en él una sensación agria.

Fujoshi
Me gusta la idea, pero, ¿a qué horas?
Yo entro a trabajar a las cuatro.

Panafresco
Está bien, hay funciones a medio día.

Tú
Chido, si puedo.

Fujoshi
¿Entonces nos encontramos en
el del mall o qué?

Tú
Si, está bien.

Entonces apagó su teléfono, sin ni siquiera cerrar la aplicación.
En un principio había dicho que si porque estaba seguro que pana no iría si iba él, pero con el mensaje de hoy las cosas tomaron un rumbo diferente, y, si había vuelto a decir que si, era más para no quedar mal con la chica que por otra cosa.

Cómo sea, ahora estaba un poco asustado, y bastante nervioso, ¿y si volvían a salir de pleito?, no tenía problema en defenderse, pero ya estaba cansado, no, hasta la puta madre de pelear con él.

Al menos el resultado podría ser diferente porque, iría Fujoshi, ¿no?

_______

Las doce en punto, a pana le gustaba llegar un poco antes de lo citado así que ya tenía rato esperando en la acera frente al cine, pero los demás no llegaban, diez minutos, nada, otros diez minutos, tampoco, luego veinte, ni rastro de ellos.
Les había mandado un mensaje pero sólo Fujoshi contestó; "ya estoy en camino"

Se hartó, ya se estaba marchando cuando una figura conocida se hizo presente en la lejanía, era papulince, quién luego de unos segundos llegó corriendo.

—¡Ugh!, ¿por qué tan tarde?, impuntual de mierda –se quejó Panafresco, acercándose al otro de manera agresiva, con total intención de armar pleito pero se detuvo, sin ni siquiera saber él mismo porqué, y luego lo miró, estaba herido —¿qué te pasó?

—Un panadero chocó conmigo.

—¿Qué?

—Si, uno de esos que van en bici, y pues me quedé ayudándole porque ya está ruco el don, se cayó y se le tiró casi todo el pan, pobre.

—Ajá.

—¿Me prestas veinte pesos para el boleto?, es que traía exacto pero le compré un pan al don –soltó el papulince de la nada luego de haber revisado sus bolsillos.

—¿Qué? –preguntó pana y lo miró un momento —no.

Luego de eso hubo un silencio incómodo de unos cuantos... muchos segundos, en los que no se miraban entre si, pana estaba quieto, pero papu no paraba de juguetear con sus manos y mirar cosas, hasta que se giró hacia el otro.

—¿Y cómo te ha ido en tu día? –preguntó el muchacho un tanto animado y tambaleándose de un lado a otro de forma suave, le había surgido la esperanza de hablar con él con normalidad por primera vez.