𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑰𝑰

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Para mi suerte, el día estaba soleado y no hacia calor ni frío, el clima era perfecto, tal como a mi me gusta. Al levantarme no hice más que estirar un poco mi cuerpo e ir a abrir las cortinas para que la luz natural entre al hogar.

Fui al baño y hice mis necesidades, me arregle el cabello, y volví a la habitación para cambiarme la ropa. Termine y quería hacer algo distinto así que tomé mi bolso, las llaves y salí para una cafetería cerca de casa para tomar uno de mis cafés preferidos que era el Macchiato, y de paso, iría al bar de ayer por la noche para resolver mis dudas con respecto a este extraño que pagó la cuenta de mi amiga y la mía.

Y así fue, camine unos 10 minutos y llegue por mi café, entre al lugar y lo pedí. Mientras hacía la cola para retirar, mil cosas se me cruzaban en la mente en base a lo ocurrido: ¿Sería guapo?, ¿Me conocería?, o seguramente debería de ser alguno de los exs de mi mejor amiga.

Y así saque miles de teorías, como también qué sería un viejo baboso que seguro nos echó el ojo a Ruby y a mí cuando nosotras estábamos charlando, o que algún vecino mío nos tuvo lastima(y lo hizo por algún motivo muy extraño), o quizá también para no descartar, era un asesino en serie y nosotras seríamos su próxima presa para luego vender nuestros órganos al exterior. ¿Quién sabe?.

- ¡Número 14! ¡Retira por caja!- Escuche la voz de una chica y como anunció, fui a caja a retirar.

Salí del lugar feliz y satisfecha, estaba tan contenta que podría abrazar a alguien es este mismísimo momento.

Cruce la calle y retome el camino para ir al bar, a esta hora, cerca del mediodía el lugar está abierto para que familias vengan a almorzar o mayormente aparezcan hombres de más de 30 años a tomar cerveza y ver partidos de soccer.

Y como siempre, iba en mi mundo degustando de mi café, hasta que doble en una esquina y, como cualquier libro, ocurrió.

-¡Ay! ¡Discúlpeme señor, por favor!-

Dije al instante cuando sentí un cuerpo muchísimo más alto y corpulento que el mío chocando contra mi ser y mi café. El cual, como era de esperar, se derramó en mi ropa, en el suelo, y lamentablemente en la ropa del hombre.

-No hay de que alterarse, ¿Cuál es el problema?- Río el hombre mientras veía la situación de su vestimenta.

-Ay no discúlpeme, estaba distraída y...- Mi rostro estaba totalmente rojo e hirviendo, pero hasta entonces no me había percatado del señor con el cual choque -No me di cuenta cuando caminaba, mil disculpas- Agache la cabeza avergonzada, pero el sentimiento era más fuerte de lo normal.

-Ya te lo dije, no hay de qué disculparse, los errores y accidentes existen, ¿no es así?- Sin previo aviso tomo de mi barbilla y levanto mi mirada nerviosa.

Este accidente estaba durando una eternidad, estaba paralizada. Y este tipo se me hacía un total pervertido.

-Dígame, ¿está muy lejos del lugar al que tiene que ir?- Pregunto.

Hicimos contacto visual, sentí nervios, cosquilleos intensos en el estomago y mi boca reseca.

Sus ojos eran de un celeste tan claro que parecían de una piedra preciosa, su cabello desordenado, rubio... Un rubio tan delicado que parecía un ángel que convive con seres comunes como yo. Su piel tan blanca y joven, era tan divino. Sus ojos al atravesarse con los míos era un acto tan sorprendente, me sentí al desnudo con tan solo esa expresión relajada, con esos ojos rasgados y inexpresivos.

-¿Eh?, no, Señor- Contesté seca y saque su mano de mi barbilla con asperidad. -No le incumbe, ahora que ya me disculpe, puedo irme. Adiós.- Avise con autoridad, y me largue de su camino.

Desdicha Aventura; Débil CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora