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Las primeras luces del día se filtraban por la ventana cuando me sumergí en la música, las cuerdas de la guitarra respondiendo a mis dedos con una armonía terapéutica. La mañana avanzó entre acordes y melodías, y el sol seguía su camino en el cielo mientras yo exploraba las notas en busca de claridad.

Las horas se desvanecieron en el ritmo constante de la práctica. Cada acorde era un paso hacia el despeje mental que buscaba. La música se convirtió en mi escape, un lugar donde las dudas y las inseguridades se disolvían en las vibraciones de las cuerdas.

El repertorio se transformó en un viaje emocional. Los acordes vibraban con la intensidad de mis pensamientos, y las notas se entrelazaban como hilos de una historia que aún estaba escribiendo. La guitarra se convirtió en la confidente silenciosa de mis reflexiones.

A medida que la tarde avanzaba, sentí cómo la música se convertía en una fuerza restauradora. Cada acorde y cada riff eran una respuesta a las preguntas no formuladas. La guitarra, testigo de mi búsqueda interior, resonaba con la determinación de encontrar respuestas.

Cuando finalmente dejé la guitarra descansar, sentí que parte del peso se aliviaba. Las melodías habían tejido un espacio de tranquilidad en medio del caos emocional. Listo para enfrentar la próxima etapa, me levanté con una sensación de renovación, agradecido por el poder sanador de la música.

Bajé las escaleras con el eco de la música aún resonando en mi mente, y me encontré con Tobias en el piso de abajo. Su presencia era un recordatorio de las conversaciones pendientes y la necesidad de aclarar el panorama emocional.

—Tobias, ¿podemos hablar en privado? —le pregunté, intentando ocultar la tensión que había estado acumulándose en mi interior.

Sus ojos encontraron los míos, y asintió con seriedad.

—Claro, TN. Vayamos a tu habitación.

Caminamos en silencio hacia mi refugio, donde la guitarra descansaba temporalmente en su soporte. Al entrar, cerré la puerta detrás de nosotros, creando un espacio íntimo para abordar las cuestiones que pesaban en el aire.

Invité a Tobias a sentarse en la cama mientras yo ocupaba la silla giratoria, dispuesta a abordar la conversación pendiente. El crujido de la cama al ceder ante su peso resonó en la habitación.

—Gracias por venir, Tobias. Hay algo sobre lo que necesito hablar contigo —dije, buscando las palabras adecuadas antes de sumergirnos en la complicada charla sobre Per.

Me acomodé en la silla, y un suspiro escapó de mis labios antes de continuar.

—Sé que viste algo en las cámaras de seguridad, y no quiero que haya malentendidos. Lo que sucede entre Per y yo... es complicado. Quiero que sepas que lo valoro mucho a ti y a la banda, y no quiero que esto cause problemas.

Tobias asintió con seriedad, sus ojos reflejando una mezcla de comprensión y preocupación.

—TN, siempre apoyaremos tu felicidad, pero también queremos asegurarnos de que estés bien. ¿Puedes contarme más sobre lo que está pasando?

La habitación se llenó de una pausa tensa antes de que comenzara a compartir los detalles de mis emociones y la relación en desarrollo con Per. La sinceridad se convirtió en el puente entre nosotros, y mientras hablaba, sentía el peso de la confianza depositada en nuestras palabras.

𝙰𝚜𝚖𝚘𝚍𝚎𝚘; 𝚂𝚘𝚍𝚘 𝚐𝚑𝚘𝚞𝚕 (𝙿𝚎𝚛) 𝚇 𝚏𝚎𝚖𝚊𝚕𝚎 𝚛𝚎𝚊𝚍𝚎𝚛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora