Capitulo 20: Un Pasado Oscuro Vuelve. 🐺🥀

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Después de esa videollamada con Rossi, ambos se despidieron con un beso virtual, y se prometieron volver a hablar pronto.

Javier cerró el juego, y se quedó mirando la pantalla, pensativo. No pudo dormir, pensando en todo lo que hacía fuera del juego. ¿Qué será que hace Javier?

Javier se levantó de la cama, y se dirigió al baño.

Se miró al espejo, y vio su reflejo. Era un chico alto, de cuerpo musculoso, lleno de tatuajes. Tenía la piel morena, y los ojos negros. Javier se pasó la mano por el pelo, y suspiró. No le gustaba lo que veía, ni lo que era.

Javier se duchó, se vistió, y salió de su apartamento. Se subió a su moto, y arrancó el motor. Se puso el casco, y se dirigió a su trabajo.

Trabajaba en un taller mecánico, donde reparaba coches y motos. Era un trabajo duro y sucio, que no le aportaba ninguna satisfacción. Lo único que le motivaba era el dinero, y esa chica de cabello largo ojos marrones que conoció en el juego.

Javier llegó al taller, y se encontró con su jefe. Era un hombre gordo y calvo, que siempre estaba de mal humor.

Le gritó que se pusiera a trabajar, y que no le molestara. Le dijo que tenía que arreglar un coche que se había averiado, y que tenía que hacerlo rápido. Le dijo que no le pagaba para perder el tiempo, ni para jugar.

Javier se puso a trabajar, y se olvidó de su jefe. Se concentró en el coche.

Pensó en Rossi, y en lo que sentía por ella. Pensó en el juego, y en lo que le deparaba.

Javier recordó, con nostalgia, el día en que había empezado a jugar a Hubbo. Había sido hace dos años, cuando su vida era un desastre.

Javier estaba terminando de arreglar el coche, cuando escuchó el ruido de dos motos que se acercaban al taller. Levantó la vista, y vio a dos hombres vestidos de negro, con cascos y gafas de sol.

Reconoció a los hombres, y sintió un escalofrío.

Eran los cobradores, los que le habían prestado dinero, y que se lo reclamaban con intereses.

Eran los que le habían amenazado, y que no se andaban con rodeos. Eran los que le habían arruinado la vida, y que no le dejaban en paz.

Los cobradores se bajaron de las motos, y se acercaron a Javier. Le miraron con desprecio, y le hablaron con dureza.

- Javier, Javier.. ¿Qué tal? ¿Cómo va todo? - dijo el primero, con ironía.

- Mal, supongo. Como siempre. - dijo el segundo, con burla.

- ¿Y sabes por qué te va mal, Javier? ¿Sabes por qué tu vida es una mierda? - dijo el primero, con sarcasmo.

- Porque nos debes dinero, Javier. Mucho dinero. Dinero que no nos has pagado, y que no nos vas a pagar. - dijo el segundo, con enfado.

Javier se quedó callado, sin saber qué decir. Sabía que les debía dinero, y que no podía pagarles.

Sabía que se había metido en un lío, y que no podía salir. Sabía que había cometido un error, y que no tenía solución.

Javier recordó, con arrepentimiento, el día en que había pedido dinero a los cobradores.

Había sido hace un año, cuando su vida era un caos.

Había perdido su trabajo, su casa.

Había perdido a la persona que más amaba en el mundo.. a su madre.

Si, por culpa de una bendita enfermedad, y no tener el dinero suficiente para su tratamiento.

Había caído en una depresión, y en las drogas. Había estado a punto de morir, y de rendirse.

Pero entonces, había visto una salida. Había visto un anuncio en internet, que le había ofrecido una oportunidad. Había decidido apostar, y ganar.

Había apostado todo su dinero, y lo había perdido. Había perdido su dinero, y su dignidad.

Pero entonces, había visto una solución. Había visto a los cobradores, que le habían ofrecido un préstamo.

Había decidido pedirles dinero, y devolverlo. Había pedido todo el dinero que podía, y lo había apostado. Había apostado el dinero de los cobradores, y lo había perdido. Había perdido el dinero de los cobradores, y estaba a punto de perder su vida..

- ¿Qué tienes que decir, Javier? ¿Tienes el dinero, o no? - dijo el primero, con impaciencia.

- No, no lo tengo. No tengo nada. - dijo Javier, con resignación.

- ¿Y qué vamos a hacer contigo, Javier? ¿Qué castigo te vamos a dar? - dijo el segundo, con crueldad.

- No lo sé. Lo que quieran. - dijo Javier, con valentía.

Javier se había rendido, y se había resignado.

No le importaba lo que le hicieran, ni lo que le pasara. No le importaba su vida, ni su futuro. No le importaba nada, ni nadie.

Excepto Rossi.

Rossi era lo único que le importaba, y lo único que le hacía feliz.

Rossi era su novia, su amiga, su amor. Rossi era su luna, y él era la suya. Rossi era su sueño, y él era el suyo.

Javier pensó en Rossi, y en lo que sentía por ella. Pensó en su voz, su sonrisa, su mirada. Pensó en sus palabras, sus besos. Pensó en su amor, su confianza, su fidelidad.

Javier recordó, con nostalgia, el día en que había conocido a Rossi.

Había sido hace seis meses, cuando su vida era un vacío. Había vuelto a jugar a Hubbo.

Había entrado en un mundo diferente, y había visto a Rossi.

Era una chica nueva, que se había unido al grupo. Era una chica inteligente, divertida, y valiente. Era una chica que le había gustado, y que le había hecho sentir.

En el juego, había empezado a hablar con Rossi, y a conocerla mejor.

Habían formado una pareja perfecta, y habían vivido momentos maravillosos dentro del juego.

Había vivido cariño, ternura, y comprensión. Había vivido confianza, sinceridad, y fidelidad.

Había vivido lo que nunca había esperado, y lo que nunca quería perder.

Pero todo se había complicado, cuando Rus había vuelto. Había sido el día más confuso de su vida, y el día que lo había puesto todo en duda.

Javier se preguntó, con angustia, qué pasaría con Rossi, y con su relación. Se preguntó si Rossi lo quería, y si lo perdonaría.

Se preguntó si Rossi lo sabía, y si lo entendería. Se preguntó si Rossi lo vería, y si lo reconocería.

Si.. así mismo.. estaba pensando en lo que pensaría Rossi al enterarse el caos de vida que llevaba Javier.

Javier se dio cuenta, con horror, de que Rossi no sabía nada de él, ni de su vida real. Solo sabía su nombre, Javier. Pero no sabía su edad. No sabía su trabajo, su problema, su deuda. No sabía su secreto, su miedo, su riesgo.

Javier se sintió culpable, y se sintió cobarde.

Se sintió culpable por mentirle a Rossi, y por ocultarle la verdad.

Se sintió cobarde por no abrirse con Rossi, y por no mostrarle su cara. Se sintió culpable.

Sus pensamientos son interrumpidos por una voz. Si, esa voz.

- Ya basta de hablar, Javier. Es hora de actuar. - dijo el primero, con violencia.

- Sí, es hora de que pagues, Javier. Con dinero, o con sangre. - dijo el segundo, con violencia.

Los cobradores se abalanzaron sobre Javier, y lo golpearon.

Le pegaron puñetazos, patadas, y cabezazos. Le rompieron los huesos, la piel, y los dientes. Le hicieron daño, mucho daño.

Javier no se defendió, ni se quejó. Solo se dejó hacer, y se resignó.

Solo pensó en Rossi, y en lo que sentía por ella. Solo dijo su nombre, una y otra vez.

- Rossi, Rossi, Rossi. - dijo Javier, con amor.

CONTINUARÁ.

🐺 El Lobo Solitario y La Niña de Casa 👩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora