Capítulo ocho: La horrible visita

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Draco se removió incómodo, quería dormir más, aunque fuera un solo segundo más. Se aferró a su almohada enorme y caliente, no iba a dejarla ir.

—Pollito, tengo que preparar el desayuno —susurraron en su oído.

La caricia hizo que las plumas revolotearan emocionadas, frotó las piernas contra las de su almohada, sintiendo un ligero cosquilleo en su entrepierna.

—Draco por favor —rogaron besando su oreja—. Serpiente estranguladora, Hermione está por llegar y nos encontrará desnudos en la cama.

Dio un leve gruñido, más lastimero que enojado, sentía el sudor empapar su cuerpo, y unos labios succionar directamente la piel húmeda, tenía la entrepierna tensa, llena y al borde.

—¿Es por qué te dejé con ganas anoche? —preguntó esa voz irritante, abrió la boca para gemir, frotando su nariz contra su cuerpo pegado al suyo.

¿Por qué olía tan bien hoy?

Tembló y dejó escapar un gritito agudo cuando sintió presión sobre su vientre, una mano enorme le presionaba el ombligo, entreabrió los ojos, asustado con la sensación de orinar que eso le provocó.

Solo un poco y ocurre algo muy malo sobre la cama.

Parpadeó para mirar a Potter, este le sonrió con una mirada extraña en su rostro. Como si hubiese hecho una travesura y disfrutara de la ignorancia de los demás.

De la suya.

—¿Qué diablos me haces? —preguntó avergonzado—. Suéltame.

La mirada de Potter cambió a una de incredulidad y molestia. Arrugó el entrecejo, chasqueando la lengua con disgusto.

—Serpiente fastidiosa —murmuró malhumorado—. Me caías mejor dormido.

Intentó recuperar el aire, recomponerse para no caer más bajo, y hundirse en la humillación y orina, pateó las sábanas para sentir el frío de la mañana sobre su piel caliente.

Potter lo miraba de reojo, observando su abdomen tenso, su respiración agitada, sus pezones hinchados decorando su pecho, estaban aún cubiertos con algo que parecía saliva porque brillaban.

Gimió ligeramente, notando que estaba demasiado excitado para su gusto.

Aferró sus manos a la almohada sobre su cabeza, apretándola cuando un suave temblor le recorrió el cuerpo.

Draco comenzó a asustarse, ¿por qué estaba así?

Mordisqueando los labios, observó a ese hombre que estaba sentado en la cama, mirando cómo se retorcía de agonía.

—¿Qué me hiciste? —preguntó con las cejas temblando.

Harry se acercó con lentitud, lamiendo su labio inferior lentamente, mirándolo como si fuera una presa que estaba lista para devorar.

—¿Qué crees que te hice? —susurró inhalando con fuerza su aroma. Cerrando los ojos y dejándose llevar por la excitación que brotaba de su piel.

Draco se aferró a su cuello, rodeándolo para apresarlo, clavando sus dedos en su piel.

—No me siento bien. —Se lamentó elevando su pecho para ponerlo a su disposición.

Harry observó sus botones endurecidos y puntiagudos, lo rojos que se encontraban. Pero no los quiso chupar.

Draco arrugó los ojos con sospecha, este bastardo algo le hizo, pensó respirando con problemas, sentía que su cuerpo estaba al límite.

Maravillosa coincidenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora