Capítulo quince: Una maravillosa boda

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Draco no había alcanzado a dar un paso fuera de los brazos de Harry, cuando este lo retuvo con fuerza, abrazándolo por la espalda. Sintió un besito en su oreja, y una risita leve vibrar sobre piel.

Draco tuvo una pizca de celos y envidia cuando pensó, que este Harry, amoroso, dulce y perfecto, fue disfrutado por años por esa mujer.

—No olvides a lo que regresamos —dijo sugerente—. Yo también prepararé algo para ti. No será tan bonito como tu cuerpo desnudo en mi cama, pero me esforzaré mucho.

Draco hizo un ruidito gustoso, amando su voz atractiva y profunda, cosquilleando en su piel. Maliciosamente, frotó su trasero contra la entrepierna del otro hombre.

Draco sintió cómo los brazos se tensaban a su alrededor de inmediato. Con una sonrisa coqueta y avergonzada, giró la cabeza para mirarlo.

Es mío ahora, dijo con firmeza. Este Harry es mío. No hay ninguna versión mejor que esta.

—¿Prepararás nuestra boda? —preguntó juguetón—. ¿O nuestra primera vez?

Harry lo observó fijamente, como si hubiese pensado en algo que comió toda su capacidad cerebral, sin parpadear, o moverse, incluso su sonrisa se había borrado.

Draco confundido, arrugó el entrecejo. ¿Dijo algo malo?

Estaba mordisqueándose los labios con nerviosismo, cuando Harry se acercó a su rostro. Parecía que iba a contarle un secreto muy grande.

—Es sorpresa —murmuró seriamente.

Draco abrió la boca pasmado, Harry no contuvo la risa, y lo dejó ir mientras él caminaba hacia la cocina.

¡Cabrón! Pensó Draco enfadado.

Con pasos acelerados lo siguió.

—¡Me asustaste! —chilló agitando las plumas.

Harry le dio un vistazo de reojo, tenía los hombros relajados y la ropa mal acomodada, dándole un aire provocador.

Draco sintió cosquillas placenteras en el vientre ante el recuerdo de su cosa peluda frotándose contra su cuerpo.

Se removió nervioso, aclarándose la garganta y desviando la vista. Era un poco vergonzoso mirarlo después de tocarse.

—Te ves muy lindo con las mejillas coloradas —comentó Harry acercándose.

Draco lo observó con el ceño fruncido levemente, él venía con una sonrisa burlona y coqueta.

—No me compares con un Weasley, por favor —rezongó solo para no darle la razón y admitir que su rostro estaba de un intenso color rojo.

Apretó los labios cuando Potter sonrió aún más. Arrugando los ojos hasta ser solo un diminuto punto verde oscurecido. Se veía un poco salvaje.

—No te compararía nunca con ellos —susurró muy cerca de sus labios—. Sería un insulto a la naturaleza de tu belleza.

Draco dejó de respirar y le observó con los ojos dilatados. Harry colocó sus manos gruesas y peligrosas en sus mejillas ardientes.

—Pero Draco, no hablaba de tu rostro —murmuró dejando escapar el aire como si algo doliera—. Tu trasero se ve hermoso teñido de rosa.

Tragó saliva, avergonzado y con nerviosas cosquillas en su vientre. Draco pensó que no está y nunca estará, preparado para el coqueteo de su esposo.

Las pupilas de Harry se ensancharon, cubriendo el verde brillante, reemplazando su mirada dulce por algo más intenso y perverso.

Su pecho subía y bajaba acelerado y de su boca salía una respiración agitada y brusca.

Maravillosa coincidenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora