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Unos pasos lentos se aproximaron a la mesa de la cocina. Eran unos pies pequeños que pertenecían a Lian.

- Ei, campeón! Buenos días! - Unas palabras que le hicieron dar un brinco. - No te asustes! Qué pasa? No has dormido bien? Otra vez tu madre te ha explicado esas historias?

La cocina estaba inundada del delicioso olor a pancakes recién hechos y su padre se encontraba con un delantal sirviendo unos pocos en un plato. Hecho esto, los colocó en la mesa.

- Son leyendas! Y sí. Pero a mi me gustan.

- Claro que sí. - Y dicho esto dejó a la vista una amplia sonrisa.

Una mujer entró en la habitación como un torbellino exclamando:

- Buenos días! Que tal habéis dormido?

- Pues Liam no muy bien, gracias a ti, eh? Tienes que dejar de explicarle esas historias antes de dormir.

- No! A mí me gustan! - Contraatacó este mientras su madre le plantaba un beso en la mejilla para seguidamente darle uno a su padre.

Los dos compartieron una carcajada que siguió con estas palabras:

- Venga, va, corre, que te llevo al cole. - Dijo su madre cogiendo las llaves de casa preparada para salir por la puerta.

- Voy! - Dicho esto, Liam salió disparado de su silla a coger su mochila y ponerse los zapatos.

Al cabo de un par de minutos, ya estaban los dos saliendo por la puerta.

La chica de los ojos rojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora