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Pasaron las semanas e Ivy se fue adaptando a la escuela y a las clases y los compañeros y compañeras.

Maya se convirtió en su única amiga, ya que se mostraba distante con el resto de la clase y no hablaba si lo podía evitar.

- Bien, hasta aquí la clase de hoy, acordaos de entregar el trabajo la semana que viene! - Se vio forzada a subir el volumen al final de la frase porque el timbre y las voces de los alumnos ahogaban su explicación.

- Quieres quedar hoy y acabamos algunas cosas que nos quedan del trabajo? - Preguntó Maya e Ivy asintió. - Oye, no podemos quedar en tu casa?

Con esto Ivy se alarmó, pero simplemente por un segundo. Mantuvo la calma y le contestó que no podría ser, que igual otro día.

Había quedado un par de veces con Maya para avanzar con el proyecto y hoy sería seguramente la última vez.

La chica de los ojos rojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora