Vesta Rossi

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Luego de las seis horas escolares, vuelvo a mi casa para ayudar con los quehaceres y seguir estudiando

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Luego de las seis horas escolares, vuelvo a mi casa para ayudar con los quehaceres y seguir estudiando. Por la tarde, y desde hace dos años, trabajo en la Estación Joven; como guarda de turno, en la organización de las ferias, brindando información, en donde haga falta. Esa es la razón por la que el profesor Iván Goméz decidió incluirme en su proyecto para el aniversario como ciudad de Zerép, además de que las encargadas me propusieron. Mi reputación intachable de organizadora me precede, dejando a un lado la modestia.

El trabajo de muchas personas está en juego con este proyecto. El de Iván, las encargadas, los profesores de los talleres. Toda esta responsabilidad es lo que tengo en mente mientras Clemens Odinson me regaña porque una anciana nos dio un dato erróneo. ¿De verdad creen, él y todo el grupo, que podemos darnos el lujo de hacer una investigación exhaustiva que no llegará a nada? ¿Perder tiempo cuando julio está a la vuelta de la esquina? No pienso dejar que se descarrilen de nuestra meta. Eso no va a pasar. El profesor Iván se fue. Por suerte para todos los involucrados, yo me quedé. Gracias a mi educación, conseguí lo que no muchos pueden jactarse de hacer: organicé este séquito tan diferente de adolescentes para un objetivo memorable para toda la ciudad.

[Introduzco lectura de mi cuaderno de anotaciones: 'Abadi, Andy. Representante del taller de escritura creativa. Elegido por el profesor Iván, revisar porqué. Sigue mis iniciativas. Ofrece ideas que complementan con las mías. Mente dispersa'.]

Andy no tardó nada en formar un vínculo afectivo conmigo, lo cual me ayudó. Tener alguien con quien pueda desenvolverme con naturalidad me sirve muchísimo. Puedo despejar mis ideas y desquitarme con alguien. Estar dos o tres horas, día de por medio, con estos chicos es demasiado. No son como otros a los que haya conocido, son más rebeldes, intentan romper mis estructuras cada vez que tienen oportunidad. Así como hoy. La visita de doña Margaret también rompe mis estructuras. Estoy terminando de hacer el excel con la información que recolectamos para ya poder organizar mañana el acto como tal. Sin embargo, viene la doña a alimentar la distracción mental de estos adolescentes a los que tengo que controlar. Zerép no se fundó otro día que no sea el 10 de julio, el día en el que lo celebramos como de costumbre y como está registrado hace más de un siglo. ¿Qué insensato consideraría que esto no es cierto? Claramente solo el tipo de joven que quiere ser el descubridor de un gran secreto y ser aclamado por un logro que solo consiguió por pura suerte, como en las novelas. No alimentaré esas fantasías. No lo entienden, porque siempre tiene que haber una figura mala y estricta en el grupo, pero esto lo hago por su bien. Es preferible que se enorgullecezcan por un logro en el que hayan trabajado y con el que se hayan comprometido.

['Ayad, Dalia. Representante del taller de música. Propuesta por su profesor por tocar diferentes instrumentos. No aporta nada al grupo, aún. Aprovechar versatilidad musical'.]

Claramente cuando hablo de no alimentar fantasías es cuando me refiero a Dalia Ayad, la niña de cuatro años atrapada en el cuerpo de una adolescente obesa. A ella me gustaría conocer para impulsarla a su máximo potencial. Se nota a kilometros que esconde cada partícula de su ser que pueda. La necesito en este proyecto. El profesor Iván Goméz y su propio profesor de música me enseñaron vídeos de ella tocando el piano, la guitarra y la flauta. Supuestamente, aprendió en tiempo récord su habilidad y la perfeccionó luego. ¿Se imaginan que, para el 10 de julio, Dalia se aprenda una canción con un instrumento nuevo? Bueno.... ¡Jamás lo descubriremos! Porque no me puedo ni acercar a ella sin que se cierre o hable como un bebé asustadizo y me irrite más. Pero, a pesar de esto, no tiene problema alguno en socavar mi palabra tomando ese libro. ¡Esa reverendísima mierda de hojas amarillentas y andrajosas! Dejo de lado el interés que tengo en Dalia, incluso mis intentos de caerle bien, no puede arriesgar todo lo que trabajó Iván. Primero le pido amablemente que deje el libro. 'Dalia, por favor, necesito que te concentres en el acto. Muestrame tus ideas, lo que querés hacer. Pero dejá ese libro, por favor'. Intento, intento y lo intento pero los demás enseguida me tachan de violenta. Me piden todos juntos a la vez que deje en paz a Dalia, cuando ella está a punto de escucharme y hacerme caso. Me gritan, gritan y gritan, hasta que decido mostrarles la violencia de la que me acusan. Arranco el libro de porquería de las manos incapaces de Dalia y lo tiro con total desprecio al depósito, me aseguro de que los demás lo noten.

Proyecto Halloween, HYGGEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora