Mariposa

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Sumidos en la desesperación y rodeados de libros, los jóvenes no saben cómo reaccionar ante este atroz acontecimiento

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Sumidos en la desesperación y rodeados de libros, los jóvenes no saben cómo reaccionar ante este atroz acontecimiento. Algunos lloran, otros ruegan a sus santos, hay quienes gritan pidiendo auxilio, pero solo uno de ellos intenta actuar con cordura. O lo que él llama cordura. Dado que, visto lo visto, nada de esto se puede llamar cordura.

Clemens Odinson, representante del taller de cerámica, empuja a toda su compañía para meterlos en el depósito junto a la sala donde yacían. Pese al terror que los carcome, los jóvenes no tienen la fuerza para resistirse. Una vez adentro, empiezan a quejarse, pero Clemens los silencia. Y solo lo hace por una razón: la señora Margaret. Quien, espantada por los gritos que escuchó, corrió a ver qué sucede con los niños. Mas sólo se encuentra con una sala muy desordenada y la cabeza de Clemens asomándose por el depósito.

–¡Clemens, hijo! ¿¡Qué pasa!? ¿¡Por qué gritan de esa manera!?–, habla con preocupación la mujer. 

–¡Ah, Margaret!–, ríe el joven. –Perdón por el escándalo. No queríamos asustarte. Es que estábamos viendo un corto de terror que Francisco armó. ¡Está muy bueno! Si querés, te lo mando después–, Clemens es certero con la palabra y la utiliza muy bien.

Margaret lo ve detenidamente, con desconfianza, –¿Por qué se metieron en el depósito?

–Es que…–, lo duda un momento –el libro que nos diste ayer. Nos va a ayudar mucho en el proyecto. Lo agarramos de acá y justo nos mostró Francisco el vídeo. Insisto, está muy bueno, ¿querés que te lo mande?

La insistencia del chico hace dudar a Margaret. Clemems duda si su estrategia improvisada sirve contra la sabiduría encarnada en la mujer frente a él.

–Bueno, mandámelo. Aunque no lo creas, a los viejos también nos gusta el género terror–, habla con expresión orgullosa. Encaminandose a la recepción, termina –. No se queden mucho tiempo en el depósito. Hay tanta tierra y polvo que podría hacerme un jardín en el techo de casa.

Aquella advertencia bromista no tiene efecto real en Clemens, pues reingresa al depósito más alterado que al principio. Y el escenario con el que se encuentra no ayuda a calmarlo: los jóvenes del proyecto están en completo descontrol. Llorando cual recién nacidos, temblando como si la habitación estuviese bajo cero. Rogando para que esto no sea real, aún cuando lo observan y tocan en su propio cuerpo. Las deformidades generan pánico y terror en el ánimo de los presentes. Nadie puede pensar bien. Hay quienes ni siquiera pueden respirar sin la idea de que son enfermedades terminales o un experimento científico del gobierno. La desesperación se convierte en una nube negra de pensamientos negativos y distópicos. Cada uno tiene una explicación lógica para este evento sobrenatural. Que si el cáncer mutó, que si comió algo en mal estado o radioactivo. Mas nada de eso sirve. La paciencia de Ryo se agota y hace lo más sensato que nos parece: intenta salir del depósito. Sin embargo, Clemens no se lo permite. Se planta en la puerta cual si fuera una torre de hierro.

Proyecto Halloween, HYGGEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora