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Después de una muy larga mañana viendo pisos y casas, Adam se decidió por una casa bastante cerca de el centro. Era ideal para ellos, cinco habitaciones, dos lavabos un gran patio trasero y mucho espacio. Era tan bonita que no podía evitar fantasear vivir ahí con el. Estaríamos bastante lejos si al final se mudaban.

- ¿Te apetece ir a comer? - Dijo tomándome la mano al salir de el que pronto sería su nuevo hogar.

-Claro, no tengo nada de ganas de cocinar. (Lo cierto es que desde que vivo en Londres cocino poco y nada)

Nos despedimos del señor de la inmobiliaria para luego dirigirnos a un restaurante de la zona. Era un Italiano.

-¿Estás nervioso por esta noche?

-Ansioso más bien. Tengo muchas ganas. ¿Irás conmigo verdad?

-¿Quieres?

-Claro que quiero, nada me gustaría más.

Era claro que quería ya que me había invitado solo quería que me lo dijera. Comimos súper a gusto. Estaba demasiado llena, casi tanto que no podía hablar así que me limitaba a asentir o negar cuando Adam me preguntaba cosas. A él le hacía gracias pero yo solo quería desabotonarme el jean y tirarme en la cama. 

- Quiero comprar algo de ropa para hoy.

- Solo iré a acompañarte si me prometes que luego me llevarás corriendo a casa, muero por dormir un poco.

Se rio asintiendo, pago la cuenta y nos dirigimos al centro comercial más cercano.

- Podríamos ir conjuntados. - Dijo cuando entramos a una de las tiendas. Me reí pensando que era una broma hasta que Adam me miró serio. - Lo digo enserio, ahora somos parejas y es lo que las parejas hacen.

Quién diría que este hombre tan "rudo" quiere ir combinado con su pareja.

- Está bien, me gusta mucho la idea. - Me acerqué a él para darle un beso en la mejilla pero se giró, terminó siendo un tierno pico. La verdad Adam no es para nada lo que aparenta, es tan dulce.

Buscamos varias cosas pero no encontramos nuestro conjunto hasta que fuimos a la última tienda.

Tampoco fuimos demasiado originales, cogimos un Nike tech rojo.

- Quiero regalártelo. - Dije acercando la tarjeta al datáfono. Pero Adam se adelantó.

- Mi mujer nunca tendrá que pagar nada. No seas tonta. - Dijo riéndose. Le di un pequeño golpe en el hombro pero rápidamente le di las gracias por la ropa.

- Te quiero. - Dijo acercándose a mi.

- Te quiero. - Añadí en apenas un susurro.

De la mano fuimos hacia el coche para luego llegar rápidamente a casa.

- ¿Cuando crees que tu madre saldrá de el hospital? - Dije en el ascensor.

- En un par de semanas ya estará con nosotros así que quiero tener todo listo lo de la nueva casa para que no se agobie.  Enseguida querrá ponerse a hacer esfuerzos y no está como para ponerse a hacer cajas.

- Cuenta conmigo para lo que necesites amor. Cuando quieras podemos empezar a empaquetarlo todo.

- Gracias princesa. - Se acercó a mi y me dio un tierno beso en la frente.  Me tomó en brazos, enrollé mis piernas en su cintura para luego hundir mi cabeza en su cuello, amo el olor de su perfume. Adoraría estar así siempre. Fuimos directo a su departamento.

Me dejó suavemente en la cama para luego acostarse a mi lado.

- ¿Sigues teniendo sueño? - Me pregunto.

Entre dos mundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora