Capitulo 2 Evasión.

36 4 0
                                    

Brittany

Santana era la epítome de lo que significaba ser una imbécil, un ejemplo brillante de lo que esa palabra significaba, pero sin importar lo enfadada que me sentía, no podía dejar de pensar en ella.

En los seis meses que habíamos hablado, nunca mencionó una esposa. Y la única vez que le pregunté si alguna vez había hecho algo más que “Una cena. Una noche. Sin repeticiones”, dijo que “una vez”, y rápidamente cambió de tema.

Había estado reproduciendo esa conversación en mi mente toda la noche, diciéndome que aceptara que era una mentirosa, y que tenía que seguir adelante.

—Señoras y señores de la Galería de Arte La Monte…—habló de repente mi profesor de ballet por un micrófono, interrumpiendo mis pensamientos—¿Puedo tener su atención, por favor?

Negué con la cabeza y miré a la audiencia completa.

Esta noche se suponía que fuera uno de los mejores momentos de mi carrera de danza. Era una exhibición de bailarines universitarios de la ciudad.

Se suponía que todos los intérpretes principales para las producciones de primavera debían bailar un solo de dos minutos en honor a su escuela, en celebración de lo que vendría meses después.

—Esta próxima intérprete que están a punto de ver es la señorita Brittany Pierce—había orgullo en su voz—Va a interpretar el papel de Odette/Odile de El Lago de los Cisnes en la producción de Duke, y cuando les digo que es una de las bailarinas más talentosas que he visto jamás…—hizo una pausa mientras la charla de la multitud se disolvía hasta el silencio—, Tengo que dar mi palabra por ello.

Uno de los fotógrafos que había en la primera fila me tomó una foto, cegándome temporalmente por el flash.

—Como la mayoría de ustedes saben—continuó—, He trabajado con lo mejor de lo mejor, pasé incontables años en Rusia estudiando bajo los grandes, y después de una larga e ilustre carrera en la Compañía de Ballet de Nueva York, me retiré a enseñar a aquellos con potencial todavía sin explotar.

Hubo un fuerte aplauso.

Todos en la sala sabían quién era Sebastián Smythe, y aunque la mayoría en el campo se encontraba confundido en cuanto al por qué él querría enseñar en Durham, nadie se atrevió a cuestionar su decisión.

—Espero que vengan y vean la primera transformación del programa de ballet de Duke en la primavera—dijo mientras caminaba lentamente hacia el
otro lado del escenario—¡Pero por ahora, la señorita Pierce llevará a cabo el dueto “Serenade” de Balanchine, con su compañero Mike Chang!

El público aplaudió de nuevo, y las luces sobre ellos se atenuaron. Un suave foco brilló sobre Mike y yo, y los violinistas comenzaron a tocar. Las notas suaves y cortas llenaron la sala, y me puse de puntillas, tratando de bailar tan delicadamente como exigía la música.

Sin embargo, con cada paso, todo lo que podía imaginar era a Santana besándome, follándome, y por último, mintiéndome.

—Nunca te he mentido, Brittany. Confío en ti por alguna extraña razón…

Me alejé de Mike cuando extendió las manos, y giré por el escenario hasta que vino detrás de mí. Sostuvo mi cara entre sus manos, como si me estuviera pidiendo que me quedara, pero me aparté de nuevo, lanzándome en un conjunto de ininterrumpidas piruetas.

RazonableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora