Capitulo 9 Estancia

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Santana

—¿Señorita López?—la azafata le dio una palmadita a mi hombro—Todos los otros pasajeros han dejado el avión, señorita. Gracias por volar en primera clase y espero que disfrute de Nueva York.

—Lo intentaré.

Me paré y agarré mi portafolio del compartimiento superior.

Traté de evitar venir aquí durante semanas, pero fue en vano.

En el segundo que reservé mi billete, cancelé todas mis consultorías y reuniones, pedí una extensión de tiempo en mi caso actual y empaqué una maleta.

Solo una.

No necesitaba estar en esta ciudad más de un día y me rehusaba siquiera a testificar. Iba a presentarle un testimonio escrito al juez y a regresar inmediatamente a Durham.

Mientras caminaba por el aeropuerto, me di cuenta de que algunas cosas habían cambiado, pero no tanto como había esperado. La gente aún caminaba a un paso veloz, el aire todavía olía a fracaso y el periódico principal seguía siendo The New York Times.

Puse unos pocos dólares en la máquina de periódicos, girando la llave para poder sacar mi copia y luego pasé a la sección central donde se hallaban los artículos de justicia.

Ahí estaba.

Sección C.

La historia que cubría toda la página: Otra Audiencia en el Actual Juicio de Evans: Álvarez Testificará esta Semana.

Le eché un vistazo al artículo, un poco impresionada de que el periodista estuviera escribiendo hechos esta vez y no manchando mi nombre por el placer de hacerlo.

También me di cuenta de que aún no había fotos mías.

Que sorpresa…

—¡Por aquí, señorita López!—una morena saludaba cuando me bajé de la escalera mecánica—¡Por aquí!

Me acerqué y me tendió su mano.

—Soy Mercedes Jones, abogada principal.

—Sé quién es—le ofrecí un firme apretón de manos—¿Qué tan rápido podemos llegar al despacho del juez?

—¿El despacho del juez?—levantó una ceja—Se supone que debo registrarla en un hotel para que podamos discutir su testimonio. Se supone que usted debe quedarse durante un par de semanas.

—Mi vuelo de vuelta parte en quince horas.

Lucía estupefacta.

—¿Solo quiere presentar un testimonio escrito? ¿Después de todo este tiempo?

—Encuentro algo impresionante que sepa cómo escuchar y comprender al mismo tiempo—miré mi reloj—¿Dónde está el coche con chofer?

Gimió y me condujo por la bulliciosa terminal a través de las puertas hasta el estacionamiento de los autos ejecutivos. Estaba balbuceando sobre lo "importante" que era este caso, cómo sería finalmente cerrar un capítulo en mi vida, pero yo no escuchaba.

Mi mente estaba contando, literalmente, los segundos para que dejara este lugar.

—Buenos días, señorita—el conductor agarró mi bolsa cuando nos acercamos al coche—Espero que disfrute de su estancia en la ciudad de Nueva York.

Asentí y me metí en el asiento trasero, rodando mis ojos cuando Mercedes se sentó a mi lado.

—¿Podrías al menos quedarte una noche y pensar en esto, Blanca?

—¿Cómo acabas de llamarme?

—Lo siento—dijo—, Santana, quiero decir, señorita López. ¿Podría al menos pensar en ello?

—Lo acabo de hacer.

—Bien—sacó su teléfono y miré por la ventana mientras el coche se deslizaba a través de la ciudad.

Me estremecí cuando pasamos una cartelera donde una vez mi antigua empresa mantuvo un anuncio, cerré los ojos cuando pasamos la tienda favorita de juguetes de Emma.

—Señorita López—Mercedes me tocó el hombro—Como abogada, estoy segura de que usted sabe cuánto más convincente puede ser un testimonio oral que uno escrito. Le ruego que reconsidere esto.

—Y yo le pido que lo supere—la miré directamente a los ojos—Elaine y él arruinaron mi vida y no gano ni una mierda por sentarme en una sala de tribunal llena de extraños y explicar el cómo. ¿Quiere un testimonio emocional? Contrate a un estúpido estudiante de teatro para que le lea mis palabras al jurado.

—Las cosas han cambiado. No es como era hace seis años.

—¿Es por eso que The New York Times todavía no imprime mi foto?

—No van a imprimir su foto porque piensan que es una idiota—se precipitó—También ganó un enorme y costoso caso contra ellos hace años ¿o lo ha olvidado de repente? Tómese como un cumplido que la estén mencionando con una luz positiva siquiera—arrojó el periódico de ayer en mi regazo—Incluso publicaron ese artículo. Se ve bastante bien para mí.

Recogió el periódico y me lo acercó a la cara, y antes de que pudiera leer el artículo, dos palabras me llamaron la atención: Brittany Pierce.

Su nombre estaba al final de la página, mezclado con otros varios, en un hermoso anuncio negro: La Compañía de Ballet de la Ciudad de Nueva York Celebrará a los Nuevos Miembros del Reparto con una Noche de Gala.

Mañana…

—Yo solo—Mercedes seguía hablando—Creo que al menos debería quedarse por una noche, aclarar su cabeza y pensar en esto de verdad.

—Me quedaré hasta mañana.

—¿En serio?—sus ojos se iluminaron.

—Sí—me quedé mirando el nombre de Brittany de nuevo—En serio.

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