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Contenido sexual explícito, leerlo bajo tú misma responsabilidad.

Pudieron conseguir una de las habitaciones disponibles. Cuando entraron en la habitación ya enganchados nuevamente en los labios del otro, sin quererse soltar, él cerró la puerta en un intento grande de no soltar tus labios al besarte, ambos cerraron los ojos y ladearon la cabeza dándole profundidad. Guiaste sus manos hacia tus caderas, cosa que no dudo en aceptar para pegarte más a él. Siguieron besándose de manera deliciosa, sintiendo el sabor de la ginebra en la lengua de ambos, y un sabor especial en la lengua de él, quizás algo diferente, y tú lo empujaste contra la puerta. Tom deslizó las manos su cintura subiendo por tus costillas y quiso empujarte hacia la cama perfecta, quizás con unos colores neutros, pero no prestaron mucha atención.

Pararon un momento, para respirar, para aceptar y procesar todo lo que pasaba hasta ese punto, ambos esclavos de un punto que ni siquiera pensaban llegar. Tom tomó tú rostro ahuecando sus manos sobre tus mejillas, notando el ligero sonrojo en ellas, sus ojos profundos se metían por los tuyos leyéndote el alma.

—¿Pasa algo? — Su voz ronca te hizo remover, no sabías que con un tono de voz podrías sentir alguna cosa, negaste con nerviosismo —. ¿Quieres que pare?

—No, no he dicho eso. — pasaste tus manos por su pecho y lo jalaste hasta tú cuerpo nuevamente, ladeaste la cabeza y él simplemente empujó tú cuerpo levemente hasta que cayeras a la cama —.

Se acercó besándote la mejilla, tomándose el tiempo para poder tomarte realmente como quería. La puerta estaba cerrada con pestillo, nadie podía molestarlos, y el ruido de abajo era tan sordo que sentiste que solo estaban ambos.

—¿Sabe qué es irónico? — dijo, pasando tú cabello hacia un lado para dejar un camino de besos sobre tú hombro hasta por debajo de tú oreja, soltaste una risa —. Que en ningún momento me ha dicho su nombre.

Te alejaste para verlo, enarcando una ceja, dejaste que las palmas de tus manos te sostenieran sobre la cama, y pasaste la punta de tú pie por su pierna mientras mordías tú labio inferior.

—Es mejor que no lo sepamos, ninguno de los dos. — ahora Tom parecía desconcertado, pero una sonrisa adorno sus labios, una con coqueta, sostuvo tú pie cuando lo apretaste contra su entrepierna soltando un suspiro —. Tanto eso como nuestra edad.

—¿ah, si? ¿Así serán las cosas?

—Totalmente, igual no es que volvamos a vernos.

—Tiene razón, no volveremos a vernos.

— Ahora le pediré algo. — mordiste tú labio inferior mientras él acariciaba lentamente tú pierna curioso por que dirías —. Se suave.

Una risa ahogada salió de su garganta y soltó tú pierna dejándola caer al suelo.

—Hombre equivocado. — empezó a quitarse la chaqueta, parecía ahora menos paciente que antes—. Ahora quítese el vestido que tanto me estorba y déjeme verla.

Soltaste un suspiro, así que tomando las tiras de tú vestido empezaste a quitártelo, bajo su mirada te sentías vigilada, o admirada, eran los ojos de un depredador a su presa, y en vez de asustarse te sentías más excitada que nunca. Te quitaste el vestido por la cabeza y antes de que esté tocará el suelo Tom te tomó por las costillas para lamer una franja de tú abdomen desnudo. Besó desde su ombligo hasta la costura de tú sujetador rojo. La saliva que dejó se enfrió mandando un escalofrío a todo tú cuerpo. Hundiste tus manos en su cabello queriendo el calor de su boca en tú cuerpo, mordiendo tú labio inferior con los ojos cerrados. Llevo sus manos por tus caderas, hundiendo los dedos en la parte baja del culo.

Poesía de dulces mentiras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora