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Daddy I've been a very good girl all my life, but today I want to end this suffering.

—Maldito. — Acomodaste tú camiseta que se había subido un poco, Tom te había llevado sobre su hombro hasta entrar a su despacho —. ¡Alguien podría vernos!

—Te dije que ibas acompañarme, fui amable, usted fue la necia que no me hizo caso. Tomé medidas extremas. — Tom se encogió de hombros como si fuera lo más normal, y se sentó en la silla revisando algunos papeles —. Ahora. ¿Qué hace aquí, señorita Black? ¿Qué iba hablar con el Blaise?

—No sea idiota, fue todo menos amable.

Tom levantó la mirada hacia ti, dejando de escribir con el bolígrafo rojo, quizás revisando algunos trabajos y se cruzó de brazos.

—Respondame y dejé la osadía.

—le he dicho que no es de su incumbencia.

—Es mucho de mi incumbencia.

—No tengo porque responderle, usted estuvo ocupado con la maestra y yo no le estoy reclamando. — Tom alzó sus cejas, y sonrió divertido —. ¿Qué coños es tan gracioso?

—Usted, usted lo es.

Levantándose de la silla caminó hacia ti, esta vez en silencio como si quisiera leerte.

—¿Esta celosa?

—Cállese, claro que no.

—No le debo explicaciones.

—Perfecto, no se las pedí. — Buscaste abrir la puerta pero Tom te lo impidio, dejando una mano a tú lado presionando la puerta para que no la abriera —.

—Sin embargo, se las daré.

—No hac-  — Tom tapó tú boca, juntando sus labios con los tuyos, en un beso pequeño que te dejó aturdida—.

—Muy bien, así me gusta. —Se burlo de ti, mirando tú expresión con mucho cuidado —. Entre la maestra y yo no hay nada, señorita Black.

—La tomó de la cintura.

—Oh. ¿Me está espiando acaso?

—No, vine a buscarlo y me tomé la sorpresa de que estuvo muy entretenido con ella.

—Así que, vino a buscarme a mi. Esa es la respuesta que necesitaba.

—Jodase. ¿Le hace lo mismo que a mi? — Arrugaste tus cejas, casada con la situación, de imaginarlo con otra mujer parecía calar tus celos y romper cualquier sentido de sensatez —. ¿La toca como a mi?, dígamelo.

—No sea inmadura, no he tocado a ninguna mujer además de usted.

—No le creo. — Enarcando una ceja, tomó tú mano con delicadeza guiandola hacia su pantalón para que sintieras la dureza —.

—¿Cree que un hombre que ha sido satisfecho estaría así por un beso?

—No seré la mujer con quien desquite sus ganas. — Empujandolo pudiste salir de la jaula en la que te tenía, quisiste respirar, tomar un poco de fuerza para no volver a caer hacia sus pies —.

—¿Por qué nos hace las cosas tan complicadas?

Tom pasó por tú lado, sentándose en la silla para verte de pie, cruzando sus brazos y abriendo un poco sus piernas haciendo notar el bulto que resaltaba en sus pantalones.

—Le he dicho que no doy explicaciones y sin embargo le hago saber que entre la maestra y yo no pasó nada.

—¿Por qué tardaron tanto?

Poesía de dulces mentiras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora