Secretos en Tinta |🌱

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"Una casa no es un hogar sin personas adentro"


En la mente del joven arquitecto esa era la definición perfecta para un hogar donde la esencia de la vida familiar se manifestara. Cuando le preguntaban sobre sus extravagantes diseños, respondía con una simple premisa: "Simplemente me imagino a la persona junto a su familia disfrutando de una cena, todos unidos..."

A medida que Kaveh inmerso en su mundo de creación, se vio confrontado con la dolorosa realidad de su propia soledad. ¿Cuándo fue la última vez que compartió una comida acompañado? La respuesta se perdió en el eco distante de recuerdos olvidados, y la nostalgia se apoderó de su corazón.

Y ahora por el destino se encontraba sentado frente a su ex mejor amigo comiendo una sopa casera. Mientras comía la sopa no paraba de pensar en su antiguo compañero había cambiado drásticamente. Donde antes había ternura, ahora se manifestaba un cuerpo firme y una cara marcada, como si fueran dos personas distintas. La observación de Kaveh no pudo evitar caer en la envidia al pensar en la atención que Al haitham podría atraer.

—¿Vas a comer?— preguntó Al haitham, rompiendo el silencio que envolvía la casa. Kaveh, algo desconcertado, asintió y se sumergió en la sopa que le había preparado

A pesar de la oferta amistosa de Al haitham de dejarlo quedarse, Kaveh no pudo evitar sentir la sombra de la desconfianza. ¿Había un plan detrás de esta generosidad aparente? ¿Sería aprovechada su amabilidad de alguna manera?

—¿Cuánto te voy a deber por pasar la noche aquí?— preguntó Kaveh, anticipando un posible acuerdo financiero. La respuesta de Al haitham, 100 por noche y 5,000 por mes, lo sorprendió. La posibilidad de quedarse un mes completo generó una reacción inesperada en Kaveh.

—Espera, ¿un mes? ¿En serio puedo quedarme aquí un mes?— preguntó Kaveh, expresando su asombro. La respuesta confiada de Al haitham despejó cualquier duda—Acaso no entendiste mi propuesta, puedes vivir conmigo el tiempo que quieras—

Aunque agradecido, la sospecha seguía latente en Kaveh. La confrontación sobre el cambio de actitud de Al haitham reveló un dolor más profundo—¿Qué clase de mosco te picó, Al haitham? No eres así— expresó Kaveh.

—Ninguno— respondió Al haitham.


Kaveh tenía razón; él nunca ofrecería a alguien quedarse en su casa durante más de un mes. Sin embargo, Kaveh no era una persona común. En su corazón, aún persistían los recuerdos de esos momentos hermosos compartidos con Al haitham.

Mientras leía el libro, las palabras se volvían cada vez más borrosas. Ver a Kaveh comiendo frente a él después de tanto tiempo provocaba una sonrisa en la monótona expresión de Al haitham.

—Gracias por la cena —Kaveh se levantó de su asiento y se dirigió al lavatrastes, empezando a lavar su plato junto a otros que Al haitham había dejado.

—No era necesario que hicieras eso —Al haitham se acercó al lado de Kaveh, contemplándolo más de cerca

—Es lo menos que puedo hacer, me estas ofreciendo hogar a un costo bastante bueno, gracias Al haitham—Kaveh desvio la mirada evitando mirar a Al haitham a los ojos

—De nada Kaveh


Esta noche, Kaveh dormiría en la sala, ya que la segunda habitación la utilizaba como almacén y estaba repleta de cosas viejas. Al haitham se encaminó a su habitación y seleccionó las mejores cobijas, recién lavadas, para improvisar una cama donde Kaveh pudiera pasar la noche cómodamente.

Kaveh regresó del baño y se encontró con Al haitham arreglando la improvisada cama, lo que generó un pequeño sonrojo en su rostro. "Seguramente, cuando se case, su futura esposa será afortunada de tener a alguien tan guapo", pensó en lo más profundo de su mente.

—Ya puedes acostarte. Si necesitas algo, puedes llamarme. Estaré en mi habitación —dijo Al haitham mientras se dirigía a su cuarto con un libro en mano.

—De acuerdo... —respondió Kaveh, agradecido por la hospitalidad. Se recostó en la improvisada cama, sumido en sus pensamientos mientras la luz tenue del salón creaba una atmósfera acogedora que no había sentido en mucho tiempo.


Aunque la noche avanzaba, Al haitham no podía conciliar el sueño. Sus pensamientos relacionados con Kaveh llenaban su mente, creando un torbellino de incertidumbre. ¿Y si a Kaveh no le gusta la idea? ¿Y si se siente incómodo por mi generosidad? ¿Y si se le escapan sus sentimientos al hablar con él?

Cada pregunta resonaba en la oscuridad de la habitación, provocando una intranquilidad que no se disipaba fácilmente. Se revolvía en la cama, intentando calmar sus pensamientos ansiosos. La imagen de Kaveh, ahora en la sala, le hacía cuestionar si sus acciones estaban generando el impacto deseado. Mientras tanto, el libro que sostenía en la mano parecía haber perdido su capacidad de distraer a Al haitham de las preocupaciones que ocupaban su mente.

Cuando finalmente se rindió ante la imposibilidad de conciliar el sueño, Al haitham decidió distraerse y buscar una de las cientos de cartas que había escrito en anonimato para Kaveh. La habitación, sumida en la penumbra, parecía tomar vida propia mientras Al haitham se movía entre cajas y recuerdos.

Empezó a escribir esas cartas desde el momento en que había dejado de hablar con Kaveh. Necesitaba una manera de liberar esos pensamientos tumultuosos y, al no contar con nadie para compartir sus problemas, prefirió improvisar, plasmando sus ideas en papel. Las noches solitarias se convirtieron en testigos silenciosos de sus confesiones, y cada carta se convirtió en un refugio para las emociones que mantenía ocultas.

Cada carta era una expresión íntima, una ventana a su alma que, de alguna manera, esperaba que Kaveh pudiera comprender algún día. La práctica constante de escribir se convirtió en un ritual nocturno, una forma de mantener viva la conexión invisible entre ambos, incluso en la distancia emocional que los separaba.

En total, había escrito 456 cartas, algunas más cortas que otras, pero eso no restaba importancia a cada una de ellas.


Finalmente, Al haitham podía descansar

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Finalmente, Al haitham podía descansar. Había depositado sus sentimientos en lo más profundo de un baúl repleto de cartas no entregadas, pero estas quedaban como evidencia de su amor eterno. En cada palabra escrita, en cada línea trazada con tinta, residía la huella imborrable de sus emociones.

—Buenas noches Kaveh.

Amor de genios (Haikaveh 🌱🏛️) FINALIZADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora