El café me sabe a ti:

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Siempre pensaste que me encantaba el café cuando en realidad no era del todo cierto porque sí, me agrada su sabor con sus dos cucharaditas de

azúcar, pero lo que realmente me encantaba era tomar el café contigo, saber que ese tiempo era para estar a solas, que toda la atención era sólo para mí aunque por breves momentos pasaba a ser de la taza.

Me encantaba el contraste que le causaba a mis tardes el combinar el sabor amargo (y un tanto agrio) del café con la dulzura de tu voz más aquellas miradas de ternura que llegaban a despertarme con más eficacia que la

cafeína. Debo confesarte que detestaba el café con miel hasta que un día me fijé en tus ojos, odiaba tomar café caliente hasta que una tarde me tocaste las piernas.

Ahora ya he dejado de tomar el café porque nunca me atrajo ni me gustaba como tal, lo que me atraía era ver tus gestos cuando su aroma brotaba por

todo el lugar, lo que me encantaba era ver tu cara de alegría en cada sorbo, lo que esperaba con ansias en cada despertar era que me invitaras a vernos aun cuando siempre estuvo tomarnos una o dos tazas de café de por medio. 

Boulevard de las baladasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora