✧ ── Porque hay algo entre nosotros de todas formas. ── ✧
A veces me cuestiono, ¿tiene algún sentido la vida?, tal vez para las demás personas si la tengan, pero para mi, dudo que si la tenga, no se cual es mi propósito, claro, más allá de ser un un próximo soldado, faltaba menos de un año, al cumplir los dieciocho sería enviado junto a los demás a las fuerzas armadas o incluso, en las SS.
Tan solo faltarían menos de seis, casi cinco años para entrar en guerra, genial. Siento que mientras más pasa el tiempo, todo va de mal en peor, simplemente debería morir.
—Oye, ¿estas muerto? —algo tocaba mi mejilla, sabía que no era un sueño, me habría encantado responder, "ojalá fuera así", pero no lo hice, tenía una duda mayor, que incluso había olvidado por un momento mi dolor muscular.
—¿Al-Alfred? —abrí lentamente los ojos, ojalá fuera él, para abrazarlo y pedirle perdón, no se merecía un amigo como yo, se merecía mucho más, pero aún así, era lo suficientemente egoísta para pedir quedarme a su lado y caminar junto a él.
Pero mis esperanzas se vinieron abajo, era Moritz, cierto, me estaba dando una paliza.
—¿Ah? —me dio una patada— No te atrevas a compararme con ese tal Alfred... no me digas —de nuevo volvía el dolor—, oh pobre, ¿así se llamaba tu querido amigo?, el que te abandono —se puso en cuclillas mientras daba esa aterradora sonrisa—. Eres patético y asqueroso, seguro se dio cuenta que eras despreciable —se levanto, yo estaba estático, como si me hubieran paralizado, me pateo de nuevo, se subió encima de mi, de nuevo sentía ese terror—. ¿Sabes?, deberías agradecerme, me tomo el tiempo para verte, no estas completamente solo, me divierto cada vez que te veo, ¿lo sabes no?
—S-si... —pesaba, Moritz tenía una complexión, ¿cómo decirlo?, no era gordo, para nada, era atlético, podía parecer gordo, pero no, son sus músculos que lo hacen ver así, supongo que era la razón por la que pesaba mucho.
—¿Qué debería hacer contigo? —¿ahora que se estaba imaginando?, de nuevo sonreía, se le notaba esa satisfacción de verme bajo su poder, sometido, como si no fuera nada—. Esto será tan divertido.
Moritz había cambiado, y no en el aspecto positivo. Antes, junto a sus dos lame botas simplemente me golpeaban por un rato, se aburrían y no me volvían a golpear durante un rato, a veces si era más frecuente, pero ¿soportable?, ahora no, solo era Moritz, ni siquiera los otros dos estaban, si los he visto, pero no junto a Moritz. Sus golpizas se volvieron más violentas y frecuentes. Ahora ha cambiado, me golpea, como es costumbre, pero a tomado el habito de rasguñarme, cortarme; eran más dolorosas, incluso una ocasión me hizo una cortada en mi pómulo, no muy grande, esperaba que no dejara cicatriz.
Ya no sabía que día era hoy, los demás se estaban yendo, nadie me esperaba...ya ni debería sorprenderme, planeaba comer, hoy si tenía apetito, ayer no había disfrutado la comida como tal, eso no me gustaba. Hoy sería diferente. Alguien tomo mi muñeca voltee, mis ojos se abrieron a más no poder.
—¿Si, Moritz?
—Ya lo sabes, ven —me jalo, llevándome cerca del almacén.
—L-lo siento, no puedo ir —freno, me miro muy furioso—, es que...
—¿Qué?, ¿acaso planeabas ir con alguien?, no, ¿verdad?
—No pensaba ir con nadie... —dude en hablar, pero enserio necesitaba un descanso de todo esto, de lo contrario siento que moriré—. Simplemente quería tomar un descanso, tal vez y me encontraba con.
—¿Con quién?, ¿Alfred? —reforzó su agarre, no dije nada—. Eres insoportable, siempre es Alfred esto, Alfred aquello, ¿qué no tienes algo más que decir?
—Es que... Alfred es mi amigo, el único —baje la cabeza, Moritz empezó a reír.
—Oh Dios, das lastima, no solo eres un asqueroso, eres un enfermo —esas últimas palabras las había dicho con tanto odio, sentía su desprecio. Me jalo, no me dio tiempo de replicar, abrió el almacén, tirándome, me queje, dolía mucho, no era necesario levantarme, estaba golpeándome.
Ya no podía aguantar, mi única manera para sacar mi dolor fueron mis lagrimas, sollozaba, el me gritaba, que me callara, pero ya no podía, tomo mi brazo, decía cosas, pero no podía escucharlo, solo sentí como cortaba mi brazo, había hecho una linea, dolía, trataba de zafarme, pero era fuerte, estaba haciendo otra linea, la sangre empezó a salir, cortes más profundos hacia.
Había perdido la percepción del tiempo, me sentía débil, pero ¿tranquilo?, era una sensación extraña, solo sentía un hormigueo, Moritz se notaba algo ¿preocupado?, ya no me importaba, solo sentía sueño, quería dormir.
Abrí los ojos, escuchaba como alguien sollozaba, mire arriba de mi, era Alfred, toque su cara, quería comprobar que era el real y no solo un producto de mi imaginación. Me alegro saber que era él, ¿acaso seguíamos siendo amigos?, ¿todo los que había pasado solo era una pesadilla?
—Ya despertaste... —asentí—. Perdón por haberte dejado, jamas lo hubiera hecho de haber sabido que esto pasaría —le temblaba el labio inferior, tal vez no era el momento, pero se veía como un niño, sus expresiones siempre me causaban ternura, lo extrañe tanto.
—¿Acaso no había sido una pesadilla?
—Tonto —me abrazo con fuerza, me dolía el cuerpo, pero no lo aparte, extrañaba esa sensación.
—Deberíamos irnos, Moritz puede verte —negó.
—Ya no debes preocuparte por eso, créeme, no te dejare solo nunca más —me sorprendí, ¿qué había pasado?
Mientras curaba mis heridas (ya que las vendas estaban húmedas gracias a mi sangre, cuando se enteren los superiores nos castigaran), me dio un pedazo de pan, este chico, robándose la comida, ¿cómo lo hacia?, no lo regañe, era más mi hambre y querer estar a su lado.
Me contaba que había pasado, pues al parecer me había desmayado, él llego, veía lo que pasaba, no lo pensó y tomo algo para noquearlo, sinceramente no estaba poniendo mucha atención, pero si que vi el cuerpo de Moritz ahí, tumbado, seguro que no se levantaría en un buen rato, al menos eso esperaba.
—Te extrañe —incluso a mi me sorprende lo que había dicho, pero necesitaba hacerlo—, eres mi amigo, mi único amigo, se que estoy siendo muy egoísta, pero quisiera ser tu amigo de nuevo, a pesar de que no sea de los mejores amigos —nadie decía nada, sin embargo su mirada lo decía todo, me sonrió, solo como él lo hacia.
—Yo también te extrañe.
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Algo sobre nosotros [En edición]
Fiction HistoriqueTrípoli (Libia), 14 de febrero, 1941 De: S. L. Para: quien sea que lea esto ¿Qué debo hacer cuándo te das cuenta de qué existe una conexión significativa por ese alguien especial? Bueno, es muy ambigua esa pregunta; para alguien más puede ser tan se...