Despierto

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Abro los ojos y doy un brinco sobre la cama

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Abro los ojos y doy un brinco sobre la cama.

Respiro con fuerza, como si hubiese permanecido debajo del agua por mucho tiempo. He recuperado la movilidad de mi cuerpo, hasta lo noto más liviano de lo que recuerdo.

Paso ambas manos sobre mi pecho y abro la pijama con desespero, no tengo ninguna marca o herida.

¿Fue un sueño?
No entiendo.
Sentí la cuchilla del bisturí, romperme la piel y hundirse con facilidad, la sangre, el dolor, el miedo.
¿Qué está pasando?
¿Cómo estar seguro de que esto no es otro sueño más?

-¡No puede ser! -grita Bra tan pronto me ve consciente- ¡Mamá!, ¡Papá!

Después de tanto tiempo, estoy de vuelta. Al fin logro prestarle atención a mi hermana, quien llora y me abraza con ternura, por supuesto, hasta que sus dulces palabras son opacadas rápidamente por golpes y groserías que solo ella puede entonar con tanta inocencia.

Aturdido, por toda la mierda que ha pasado, doy un pequeño vistazo a mi alrededor. Estoy en mi vieja habitación. En casa de mis padres. Conectado a un par de aparatos.

¿Qué sucedió realmente?

Mamá, seguida de mi padre, entran a la habitación tras el llamado de Bra imaginando lo peor. Sus rostros llenos de temor se tornan a uno por completo diferente. Sonrío ante sus actitudes.

Tan diferentes, como siempre.

A veces me pregunto cómo es que llegaron a ser el matrimonio que ahora son.
Una relación sana, fiel y duradera.

Es a lo que aspiro con la chica adecuada. A estas alturas, ya no pienso en nadie más que pudiera tomar ese puesto, en nadie que no fuese ella.

Mi madre se priva en segundos y su rostro se llena de lágrimas, creo que es de felicidad, corre hacia mí y me besa toda la cara con mucho cariño, como cuando era un chiquillo. Todo ese afecto me remonta a la época infantil, después de una batalla en la que fui partícipe y estuve al borde de la muerte.

En cambio, mi padre, aligera su expresión y con enfado me observa a la distancia, sé que le alegra mi recuperación, pero también noto una montaña de decepción en su mirada. No lo culpo, está molesto por mi estupidez. Supongo que como consuelo, ahora, él podrá dejarme muerto en vida si no comienzo a entrenar como es debido.

-¡Eres un estúpido! -vocifera Bra una vez más, rompiendo el silencio- ¡Si no hubiese llegado a tiempo...!

-Bra... -Sonrío e intento tranquilizarla. Ella aleja mi mano de su hombro y deja caer un manotazo sobre mi pierna derecha.

El Poder De La LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora