9

52 3 3
                                    

Cerré la puerta de mi vecino y corrí. Corrí sin mirar atrás, más rápido que nunca.

Entré a mi casa desesperado.

No sé que bicho me picó, qué rayos me pasó hoy?.
Fue todo muy raro, extraño, confuso. Jamás me creí capaz de hacer lo que hice hoy.
Desde la forma en que perdí el control espiando a mi vecino, hasta toda la mierda que pasó después.
Me dan escalofríos recordando la forma en que mi cuerpo reaccionaba a la mirada de Jonas.
Esas manos, esa piel. Sus músculos.
Su hermoso pene.
Y esa mirada, porqué me miraba así? Con tanta intensidad. Me hacía temblar de necesidad.
Estoy temblando todavía, por dios.

Siento que me convertí en otra persona.
Cuando se fue de su cuarto de esa manera, me quedé helado, petrificado en el lugar por un rato, hasta que me sentí ridículo, pero seguía tan exitado que aunque la sensación de humillación seguía ahí ahogándome y moría por tocarme y aliviarme, algo dentro mío tomó el control y terminé haciendo algo impensado.

Tomé mi celular, lo acomodé en mi ventana.
Puse grabar.

Si, me grabé, ahí parado, tal y como él me dejó, desnudo, confundido y caliente.
Y me masturbé por fin.
No necesité mucho más que unos jalones y caricias a mi verga para estallar en el orgasmo más increíble de mi vida.

Ni siquiera cerré los ojos lo hice mirando su ventana, el lugar donde me dió ese espectáculo hacía unos minutos, mirando la humedad que dejó en su vidrio cuando lo besó.

No me limité en nada, gemí fuerte y deje que mi cuerpo se sacuda con la intensidad, me acaricié el pecho, toqué mis pezones, me ensucié descaradamente el cuerpo con mi semen.
Y le sonreí a la cámara.

Cuando dejé de filmar seguía como poseído, no me sentía yo, pero a la vez me estaba bien, vivo, con ganas de reírme y gritar.
Por eso apenas me limpié con papel higiénico, me puse ropa cómoda pero esa que le molesta a Jonas y me fui a su casa con la pizza y los cafés, ya todo frío, pero servirán igual.

Golpeé su puerta pero no atendió, miré por la ventana y no lo vi, así que cuando el picaporte se movió bajo mi mano, entré.

Irrumpí en su casa.

Por dios. Hoy estoy haciendo muchas cosas nuevas.

Escuché la ducha, el maldito se estaba bañando como si nada.
Fui a su cocina, preparé la mesa y me senté a comer.
Los nervios me estaban matando, tenía tantas ganas de desaparecer, pero a la vez quise jugar su juego, todo bien con que soy tímido e inocente, asocial o lo que sea, pero no voy a permitir que me humillen así.

Cuando Jonas gritó sorprendido al verme, mis tripas se retorcieron, pero puse mi mejor cara de poker y seguí comiendo y hablando trivialmente, como si nada pasara.

Ahora estoy en mi casa, cerrando con seguro todas las puertas y ventanas para que mi vecino no pueda entrar después de lo que estoy por hacer.
Previniendo una posible reacción.

Me siento en el suelo de mi habitación, a un costado de la ventana y abro una ventana de chat con su nombre.

Muevo mi cuello hacia los lados, suspiro, muerdo mis labios, cierro los ojos y le envío el video.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
AtrapadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora