Tan solo se escucha el sonido de nuestros pasos en este inmenso edificio.
Camino junto a Gala, escaneando todo lo que nos rodea; maravillada.
Pero no soy ingenua: dos hombres vienen atrás de nosotras y tengo la plena certeza de que su atención solo se encuentra en mi.
También he llegado a la conclusión de que Escupe Fuego; líder de los Dragones, es la mujer que camina delante de nosotras y que lleva consigo aquél revólver Smith & Wesson M29, con el cual extermino al lider de los hombres que habían querido atacarnos en ese callejón.
Y bueno, se preguntarán ¿de dónde una niña de doce años saco tales conclusiones? Y la respuesta es muy sencilla: las favelas de Rio de Janeiro.
Mi antiguo y amado hogar.
—¿A dónde vamos? —le pregunto a Gala discretamente, pero ella solo se limita a guardar silencio, sin dejar de caminar.
Y yo sin más remedio, hago lo mismo.
—Vayanse —ordena la mujer de cabello castaño y piel morena; Escupe fuego, la mas temida pandillera de Madrid o por lo menos eso es lo me ha contado Lían.
Los dos hombres que estan junto a mi; como sí yo representase una gran amenaza, le obedecen al instante.
Ella se sienta en un sillón de cuero, detrás de un escritorio de madera y empieza a quitarse los guantes negros que trae puestos.
—Quiero una explicación, Gala —exige con dureza, mientras se recuesta en el sillón, sin quitar su mirada de nosotras.
Miro a Gala y me sorprendo al ver su semblante; esta aterrada.
—Yo... —intenta articular, pero nada sale de su boca.
—Odio cuándo haces eso, Gala —gruñe, levantándose y rodeando el escritorio—. Última vez —masculla, recostando se y apoyando ambas manos en el escritorio. Está vez su mirada se posa solo en Gala—; quiero una explicación.
Gala levanta la cabeza; por primera vez desde que entramos a este lugar. Y nuevamente intenta hablar, pero no lo logra.
Escupe Fuego se acerca a ella, molesta.
Pero es suficiente.
—¿No puede sacar sus propias conclusiones? —suelto antes de que siga reprendiendo a Gala. Y agradezco mentalmente que ya puedo dominar el español a la perfección.
La mirada de desaprobación que me gano es digna de una foto, pero continuo:
—Pues de ser así yo se lo puedo explicar: esta mañana me escape del colegio, después de un rato me encontré a Gala y me pidió acompañarla a buscar unas cosas, acepté y después de un rato llegamos hasta ese callejón, saltamos la verja y empezé a sentir mal, Gala trató de auxiliarme, pero en ése momento llegaron esos hombres y gracias a que les habia marcado tan solo unos segundos antes. Llegaron ustedes.
El rostro de Escupe Fuego ahora es indescifrable, pero por lo menos ya no desborda furia.
Al cabo de unos segundos deja de mirarme y vuelve a centrar su atención en Gala.
—Madre, ella es mi amiga, es extranjera y... esta en lo cierto; todo ocurrió así —se apresura a corroborar, mientras que yo me quedo helada ¿esa mujer es su madre?
Pero éso no es posible.
Gala me había contado sobre la pandilla y... Ahora lo entiendo.
—¿Por qué no tienes miedo? —y es gracias a esa pregunta que vuelvo a la tierra, pero ella no me da tiempo a responder y continúa:— hace un par de horas estuviste al borde de la muerte, presenciaste una masacre y después un grupo de desconocidos armados te llevo a un gran edificio en medio de la nada y aun así estas observando todo con... ¿curiosidad?
Antes de responder busco a Gala con la mirada, cuando la encuentro ella asiente, entendiendo mi mensaje telepático.
Vuelvo a reparar en la ahora madre de Gala y me permito detallarla; por primera vez.
Lleva puesto un pantalón de cuero negro, una playera blanca un poco ajustada, un cinturón rojo, unas botas altas y un sobretodo de cuero rojo.
Es un vestuario precioso.
Su cabello es tan corto que apenas le cubre las orejas, de color castaño oscuro, lo cual contrasta con su piel morena y sus ojos color café claro.
¿Cómo puede ser la madre de mi amiga albina?
—El miedo es un enemigo letal; nos hace dudar de nosotros mismos y de todo lo que nos rodea —empiezo a explicar, al notar que estoy tardando en responder—. No puedes erradicarlo o dejar de sentirlo, pero sí puedes dominarlo y cuando lo logras, puedes dominar el resto de las emociones y así puedes estar en paz —expongo con seguridad—. Es la primera vez que presencio una matanza aquí en Madrid, pero presencié una en Rio de Janeiro, por causas similares: una banda quería secuestrarme para chantajear a mi madre y desataron su furia —una sonrisa melancólica se aloja en mi rostro—. Y aunque suene extraño, ustedes me recuerdan a la banda que un día dirigió mi madre y eso me hace sentir de segura.
ESTÁS LEYENDO
Taiana
Romance"Dicen que puedes sacar al hombre de la calle, pero nunca que podrás sacar la calle del hombre". Y es totalmente cierto. Yo lo viví a flor de piel. Nací y crecí en un lugar al que mucha gente le teme y que nadie quiere conocer. Las favelas de Río de...