Capítulo 5 💙

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—Hoy fue un día épico —confieso sin dejar mirar el cielo— ¿no lo crees? —le pregunto a Gala.

—Sí, no todos los días te encuentras al borde de la muerte —gruñe en respuesta.

Me volteo a verla.

Es evidente que esta molesta por todo lo que sucedio en la mañana.

—Me agrado mucho Julissa —decido cambiar el tema—; creo que es una buena persona.

Y no suelo equivocarme cuando alguien me da una primera impresión.

—Lo es —afirma con una sonrisa—, ella ha si do mi apoyo desde que tengo uso de razón.

Sonrío.

El semblante de Gala se relaja y sus ojos azules se iluminan al hablar de aquella mujer de cabello azabache y ojos color ámbar.

—Cuéntame más —le pido; entusiasmada—. Quiero saber absolutamente todo.

Ella sonríe y revuelve mi ya de por sí alborotado cabello.

—La curiosidad mató al gato, Taiana —me regaña. Así que hago un puchero infantil—. Además, hace rato te estabas muriendo —recrimina, entrecerrando los ojos.

Cruzo los brazos.

—No te burles, desarrollar es doloroso y extraño —hago una mueca—. Por suerte estabas hay para ayudarme —me acuesto en el suelo y apoyo la cabeza en el regazo de Gala. Vuelvo a admirar la noche, en verdad está hermosa—. Y también Julissa, no se que seria de mí sin esas pildoras para el dolor.

Gala ríe.

Nos quedamos en silencio, un silencio cómodo y reconfortante, como es costumbre.

—Oye Taiana, ya son más de las nueve. No deberías volver a casa —dice una voz "varonil" a nuestras espaldas. Niego con la cabeza—. No quiero que te metas en problemas, no más de lo habitual.

Y no puedo evitar reír ante lo ultimo y se preguntarán ¿por qué?

Bueno, son dos razones:

Primero, el comentario de Lían me causa gracia y es cierto; tengo un don para meterme en problemas.

Segundo, su voz está cambiando, suena como todo un "macho pecho peludo" pero su físico no le favorece.

—No me perderé la pillamada de hoy —respondo después de reir como foca con neumonía—. Además, me castigaran de todas formas, haga o no haga ¿entonces qué caso tiene? Hay que darles un motivo ¿no?

Ahora es Gala la que suelta una risa.

—Eres terrible, Taiana —me regaña Lían.

Cuando el frío se hace más insoportable, bajamos los tres de la azotea y entramos a la casa.

—Tengo hambre —le digo a Gala— Oye, ¿qué es ese aroma?

Ambas nos miramos.

—Pizza —decimos al unisono...

Nos encontramos todos reunidos en la sala; comiendo.

—Esta pizza es deliciosa —opina Nora; la alegre pelirroja de grandes ojos verdes y piel salpicada, devorando su ración de comida chatarra.

Asiento mientras tomo un segundo trozo.

—Y sabe mejor cuando no tienes que pagarla —argumenta Ricky.

Alzo una ceja sin entender.

—¿Quién compró toda está pizza? —le pregunto a Nora. Quien se encuentra sentada junto a mi en el sofá más grande.

TaianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora