XI

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Las horas habían pasado y afuera ya estaba anocheciendo. Mary había llamado a Paul para preguntarle a qué hora volvería, "Mamá, aún no lo tengo claro, nos queda mucho trabajo que hacer, pero te voy avisando ¿si?". Mentira. Ya habían terminado la melodía y habían decidido dejar la letra para otro día— John creía que de esa forma tendría una excusa para invitarlo nuevamente a su casa—, así que ahí se encontraban, frente a la luz del televisor que resplandecía a cada cambio de escena y color.

John no quería que Paul se fuera y Paul se sentía muy cómodo, por fin parecía haber encontrado un amigo, por lo que ver una serie era la mejor idea que se les podría haber ocurrido.

— Es que sigo sin entender ¿De verdad prefieres esto a algo más... no sé, cautivante, como las series de suspenso?— preguntó John, mientras veían a cinco adolenscentes fumar marihuana en televisión.

Paul, quien se estaba llevando unas palomitas a su boca en ese momento, se detuvo y lo miró confuso.

— ¿Qué tiene de malo That 70s Show?

— Nada, solo que no pasa nada...— dijo sin correr la mirada del televisor, llevándose un manojo de palomitas.

— ¿Cómo que no?— rió sin poder evitarlo— ¿Cómo no va a ocurrir nada en seis capítulos?

Si había algo que al pelinegro le gustaba más ver últimamente que el canal de Discovery Home and Health era sin duda alguna las sitcoms. Eran perfectas para su ansiedad, pues no eran pesadas de ver, eran alegres y espontáneas, ademas, todo cerraba en un capítulo. Eso era lo mejor, la historia tenía un inicio y un fin delimitado. Si ocurría algo malo, eso malo si o si se solucionaría antes de media hora. Media hora... que increíble era para el pelinegro imaginarse una vida en la que, al igual que las sitcoms, sus problemas aparecieran y terminaran en no más de media hora, treinta minutos, no más que eso.

A John, por otra parte, le estresaban un poco, pues le molestaba un poquito, solo un poco, que los problemas que ocurrían en la serie fueran tan superficiales e irreales, pues le parecía una burla a su propia vida. No se consideraba una persona con muchos problemas, para nada, pero estaba seguro de que si al protagonista de alguna sitcom se le muriera la madre y eso desencadenara un repentino desprecio de su padre por su casa y, al parecer, también por su propio hijo no existiría serie, y si existiera sería el amigo cool que tiene siempre tiene casa sola y la puede hacer reventar si quisiera... cuando en la vida real es más complejo que eso.

Las risas pre-grabadas llenaban el silencio que producían las divagaciones de ambos chicos, quienes habían dejado ya de comer palomitas.

De pronto una luz blanca y un pitido melódico llamó la atención de ambos. Era el celular de Paul. Lo agarró pensando que sería su madre preocupada por la hora, pero no. Nada mas lejos que eso. Otra cuenta más de odio había aparecido y lo etiquetó en una publicación de la página de confesiones.

"Lo que más me asquea del nuevo no es la respugnante foto que todos nuestros pobres ojos tuvieron la mala suerte de presenciar, sino que camina por los pasillos con total normalidad. Yo le daba tan solo un día antes de que Lennon o un enfermo de esos le sacara la mierda en los pasillo"

Al leer el nombre de su nuevo amigo, se quedó estático ¿Estaba siendo nuevamente un estúpido al confiar tan rápido en alguien? Al final, el mismo le había roto el diente al apenas pisar la escuela. Además, Elsie y Will le habían advertido que no era una persona muy tranquila.

John notó como la expresión de Paul cambió drásticamente al agarrar el teléfono. Lo miró esperando alguna respuesta por su parte, pero nada. Así que le puso pausa a la serie.

— ¿Pasó algo?— le preguntó curioso.

El pelinegro le pasó su celular para que leyera la confesión.

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⏰ Última actualización: Jan 24 ⏰

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Across de universe. -mclennon-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora