♡ : CAPÍTULO XXXI

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Tres semanas habían pasado ya desde que terminó con Chan, una semana había pasado ya desde que se mudó a Canadá con su madre y con su tío.

El dolor que sintió al ver la expresión atónita y herida de Chan seguía presente en su cabeza, atormentándolo, y estaba seguro de que nunca olvidaría. Claro que no quiso dejarlo de esa forma, estaba consciente de que fue cruel con sus palabras, que lo lastimó, pero no sabía qué más hacer, no quería darle falsas ilusiones con una relación a distancia que inevitablemente se iría debilitando con el tiempo debido a la diferencia de horas y a las ocupaciones de cada uno.

Chan no merecía ser lastimado de esa manera, nunca hizo nada para dañarlo desde que decidieron intentarlo, y saber que lo había destrozado completamente, era algo que no se perdonaría, porque Chan lo amaba, y él solo rompió su corazón de la peor manera.

Hasta el momento, nadie sabía que tan grave era la situación de su madre, tampoco era algo que quisiera explicarles a sus amigos o a Chan, y ese había sido su más grande error. La presión de tener que sobrellevarlo todo, lo hizo cometer errores inmaduros de los que surgieron consecuencias que serían difíciles de arreglar o compensar, y Félix estaba muy cansado de cargar con tantas cosas al mismo tiempo, él deseaba estar en Corea, en su hogar con Chan, con sus amigos, pero también quería que su madre tuviera una oportunidad más, quería hacerla feliz a toda costa.

Su error siempre fue ponerse hasta el final, pero vamos, estaba hablando de su madre, ¿Cómo no ponerla como prioridad? No pudo poner a Chan sobre eso, ni siquiera a él mismo.

Sus amigos sintieron increíblemente repentinos que Félix tuviera que mudarse tan lejos de un momento para otro cuando nunca le habló al respecto, era demasiado sospechoso, pero tras la explicación de que la señora Lee había decidido solo mudarse con su hermano, nadie preguntó nada más y lo aceptaron; estaban realmente dolidos, no esperaban no tener que ver a Félix de nuevo.

Chan relacionó su partida como la razón por la que terminó con él, pero si así fuera, no tuvo que haberle dicho todas esas crueles palabras, ¿cierto? Eso significaba que realmente, nunca lo amó y que no tenía nada que ver con que se haya mudado. Llegó a esa conclusión luego de pensarlo en la soledad de su habitación.

Félix estaba arrepentido, se arrepintió tan pronto bajó del auto de Chan, él quiso regresar, besarlo y decirle que todo estaría bien, que lo amaba, que volverían a verse algún día, pero 'algún día' sonaba demasiado incierto para él, y prefirió dejarlo de esa forma para que dejara de pensar en él y dejara de quererlo, eso era mejor que permitir que su amor solo se fuera marchitando con el tiempo, sería más doloroso y desesperante para ambos, Chan merecía mucho más que algo a medias, Chan debía amar a alguien que pudiera estar a su lado, alguien con quien no tenga que esconderse, alguien que no tuviera que mentir para poder verse, y Félix no podía darle eso porque nunca iba a tener el valor de confesárselo a su madre, tal vez por cobardía o tal vez por evitar dañarla con algo así; lo supo desde el principio y fue su culpa enamorarse de esa manera, fue su culpa aceptar a Chan en su corazón a sabiendas de las consecuencias, fue su culpa dejar que Chan se enamorara de él, todo fue su culpa.

Y se odiaba por eso.

—Hijo, ¿por qué no sales a conocer los alrededores? —sugirió su madre con una sonrisa radiante en sus labios cuando recién llegaron, una sonrisa que tenía mucho de no ver.

—Es una buena idea, esta zona es muy segura, hay muchos jardines y un parque muy bonito—animó su tío, acomodando una de las cajas en un rincón de la sala principal.

Félix esbozó una corta sonrisa y asintió sin oponerse a pesar de que no se sentía con los ánimos para salir, sacudió sus manos en sus jeans y se dirigió hacia la puerta, escuchó al fondo la animada voz de su madre, causando que el dolor en su corazón fuera más soportable, porque la felicidad de ella lograba calmar su constante dolor.

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