Forbidden ❁ HyunIn

♡ : CAPÍTULO VIII

—Seung, no sigas enojado con Hyunjin—Félix seguía insistiendo con lo mismo desde hace unos días atrás, pero el otro simplemente se mantenía cruzado de brazos, ignorando las palabras de su amigo—Somos amigos, no debemos discutir así—hizo un puchero.

—Es que él sigue con eso de seguir siendo amigo del tal Jeongin.

—¿Cuál es el problema? —frunció el ceño, confundido ante la respuesta.

—Ese chico está perturbando el alma de Hyunjin, ¿Qué son esas cosas de teñirse el cabello y ser amigo de homosexuales?

—Lo estuve pensando...—mordió su labio inferior con duda, temiendo a la reacción del mayor, tampoco quería que dejara de hablarle—¿Qué tal si conocemos primero a Jeongin? —Seungmin enarcó una ceja y lo miró—Lo estamos juzgando sin conocerlo... Y eso también está mal, ¿no lo crees? Debemos conocerlo, por algo es el mejor amigo de Hyunjin.

Seungmin no apartó la mirada, sintiéndose un poco molesto porque su castaño amigo tenía razón, había estado juzgando a Jeongin sin siquiera conocerlo, y eso lo hizo sentir un poco de culpa. Pero pensar en que debía juntarse con alguien así tampoco le agradaba, iba en contra de lo que él creía.

—Además, Hyunjin ha estado muy desanimado, tiene un golpe muy feo en la mejilla desde hace unos días, él dice que se cayó, pero no le creo—siguió hablando el menor, captando la atención del otro.

—No sabía, no lo había visto bien—se sintió mal, a lo mejor, su amigo los estaba necesitando y él seguía con su postura de no hablarle. Exhaló y dejó caer sus brazos, tenía que arreglar las cosas con el mayor.

—Vamos, debemos disculparnos con él—tomó su muñeca y lo jaló por todo el patio en busca de Hyunjin.

Hyunjin miraba sus dedos sin prestarle mucha atención a sus compañeros alrededor, escuchando sus voces demasiado lejanas, como un susurro para nada importante, estaba tan sumergido en su propio mundo de pensamientos, solo, sintiéndose triste porque había dejado de comunicarse con Jeongin y era demasiado cobarde para aparecer en su habitación con ese horrible golpe en su mejilla, habían pasado unos días y aún no se le quitaba, aún se le notaba mucho.

Quería llorar, sus padres le confiscaron el celular y lo tenían más vigilado, atentos a que leyera la biblia y reflexionara sobre sus acciones, porque según ellos, él volvería a ser como antes, y estaba harto de fingir que lo hacía.

—Hyunjin—llamó Félix, sonriéndole con dulzura—¿Ya comiste?

El mayor negó lentamente, prestando atención al par de menores que se movían nerviosos frente a él.

Félix le dio un codazo disimulado, animándolo a hablar.

—Hola, Hyunjin—Seungmin habló en voz baja, deteniéndose a ver el golpe en su mejilla—¿Estás bien?

—Estoy bien—respondió, notándose el vacío en esas palabras—¿Ocurrió algo?

Seungmin se sentó en la silla de enfrente y se giró para mirar a Hyunjin; era obvio que no estaba bien, pero también sabía que no les iba a contar qué había pasado.

—Yo, eh, lo siento—soltó de repente, logrando que Hyunjin por fin lo viera—Sé que actué mal ese día en tu casa, no debí decir eso de tu amigo sin haberlo conocido antes, es que es un poco extraño, ¿sabes? Pero trataré de que no pase de nuevo... Lo siento.

—Si, Hyunjin, seamos amigos de nuevo y salgamos por un helado—propuso emocionado el menor, pero Hyunjin sabía que no lo iban a dejar ni siquiera sentarse en el jardín delantero de la casa, estaba casi prisionero.

—Yo... No creo que pueda.

—Entonces hagamos algo en tu casa—sugirió Seungmin—Podemos comprar helado, le decimos a Minho y pasamos el rato, ¿no te parece una buena idea?