꧁𒆜𝑁ᴀʀʀᴀᴅᴏʀ𒆜꧂
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¿ɴᴏ ᴘᴜᴇᴅᴏ ʀᴇɢʀᴇsᴀʀ?
Luna fue arrastrada con la fuerza de Rea hacía el cinturón de kuiper, en ese lugar llevarían a cabo el arreglo nupcial con su próximo prometido.
Ya sabía que era un simple juego para entretenerse, pero no podía evitar sentirse acorralado cuando llegaba el momento del beso para sellar el casamiento.
Anteriormente lo habían hecho casarse con Tritón y luego con Dione, apesar de no conocerlos el haberse comprometido les hizo más unidos.
Extraña a su planeta, deseaba verlo y escuchar su voz diciendo siquiera sus típicas cosas egocéntricas, sin embargo el Sol le prohibió todo tipo de contacto.
– Oye, eh... Luna ¿Estás bien? Te vez algo triste ¿Es por Tierra?
– No estoy bien, Tritón y no es precisamente solo por Tierra. Me preocupa el estado de sus terricolas, ya pasó mucho tiempo desde que no estoy en órbita.
La luna con lentes se acercó a su amigo, carraspeó su garganta para llamar la atención de su acompañante.
– Ey, ya sabes que está con Ganimedes y Titán ¿No? Entonces ya no hay que preocuparse, si tiene dos lunas que lo mantienen... Estable pues, estará bien supongo.
– ¡No lo entiendes, Tritón! Ellos son tóxicos para la vida en la Tierra ¡En estos momentos debe haber ocurrido una catástrofe!
El satélite de la Tierra continuaba hablando exaltado, por su mente cruzaban los peores escenarios posibles para la vida en su planeta.
– Esos dos son una amenaza, deben estar lejos de Tierra... Tienen que devolverme a mi planeta.
– Si, pues... Eso no pasará en mucho tiempo, así que mejor deja de alterarte tanto ¡No vas a solucionar nada si sigues de ese modo!
Dione asiente al escuchar lo que dice Tritón, mira en dirección a Luna para decirle.
– Tritón tiene razón, no solucionas nada estresandote por las puras.
Los tres esposos debatían para convencer al otro, dos contra uno no era muy justo.
– Dejen de jugar y preparen a Luna, se va a casar con Encelado así que todo debe ser perfecto.
– ¿Y yo por qué debo participar en esta tontería, Rea?
– Solo no la cuestiones, está igual de loca que todas las chicas.
Tritón le dijo a Encelado, al terminar de hablar notó que todas las lunas mujeres le veían de forma amenazadora, miró a su alrededor para confirmar que estaba rodeado.
– Eh, ¿Acaso dije loca? Obviamente me confundí, quise decir encantadora ¡Todas son encantadoras! ¿Verdad, amorcito?
Le pregunto a la luna de la tierra mientras bajaba un poco sus lentes para verlo mejor, la reacción de el ya se le veía esperar, a Luna no le gusta que Tritón le ponga esos apodos.
– Jodete.
Y así fue como Luna se escapó de su próxima boda, aprovechando que a uno de sus esposos le estaban recriminando su falta de respeto.
– Oigan, oigan ¡Ya paren! Ya namás falta que quieran iniciar otra revolución por esa tontería.
Al parecer Tritón quiere dormir en los brazos de Hades.
– No son sordas, Tritón. Escucharon perfectamente lo que dijiste.
Después de hablar Io se alejó del lugar, fué con las otras trece lunas de Neptuno a jugar.
Luna huyó del cinturón de kuiper, durante su fuga divisó a Plutón, quería saludarlo pero, no tenía tiempo que perder.
Estaba lo suficientemente cerca como para ver a su planeta, esa mancha azul con verde cada vez se hacía más grande. Iba a lograrlo, por fin vería a su planeta después de semanas ¡Incluso podría decir que pasaron meses! Nunca creyó que su ausencia le afectará de forma tan sentimental.
Ni siquiera pudo llegar a la órbita de Marte cuando un asteroide le dió un severo impacto en su ojo izquierdo.
Ceres le había lastimado, le había impedido ver a su amado hermano.
Disminuyó la velocidad por el shock del momento, una especie de líquido ardiente caía como si fuese la perdida de sangre. Sin embargo solo era el magma bajo su superficie que el asteroide logró hacer sacar.
Escuchó los golpes y carcajadas del planeta enano, no podía defenderse.
Tanto la luna como su planeta lloraban en soledad, compartiendo el vacío del otro sumergidos en dolor tanto físico como mental.
Algo que fue más doloroso que todos los asteroides que le lanzaba Ceres, era ver a su querido hermano sufriendo. Al menos pronto ya no vería nada, lo último que vería de Tierra serían sus lágrimas, lo bueno es que él no sería espectador de sus gritos suplicando por piedad.
– Ey, Astrobola ¿Escuchaste eso?
Marte le dirigió la palabra al terricola, tenía una expresión indescriptible para el humano.
– Mmm ¿Escuchar, qué Mar...
Otro grito proveniente del cinturón de asteroides.
– ¡Pero, que mier... ¿A ese grito te referías?
– Si, la voz se me hace conocida de algún lado ¿Vamos a buscar de dónde proviene Astrobola?
– No, ni loco.
– ¡Anda, vamos! Tal vez así puedas distraerte un poco de todo lo que está pasando.
De alguna forma el planeta logró convencer a Astrobola, aunque podría llevarlo a la fuerza prefería hacerlo con su consentimiento. Tampoco quería perturbarlo, sabía la situación por la que estaba pasando.
Los planetas gaseosos se mantenían ignorantes a su alrededor por la falta de comunicación que tenían con sus vecinos rocosos.
Algo que caracterizaba al ese sistema solar era el constante ruido que producían, era muy raro tomando en cuanto que en el espacio no debería haber sonido alguno.
La luna más grande de ese conjunto de cuerpos celestes se sentía miserable, pasaba de sentirse un verdadero gigante a considerarse diminuto, una pequeña manchita amarilla que en un fugaz momento desaparecería.
Su boca solo servía para arruinarlo todo ¿Por qué no podía simplemente cerrarla? El ver llorar sin consuelo al niñito mimado del sol lo ponía peor ¿Acaso tanto se encariño con ese egocéntrico? Paso tan poco tiempo, apenas y se dirigían la palabra.
Oh, pero había algo en su forma de hablar que en verdad, lo hacía sentir tan cálido y tan frío al mismo tiempo.Quería ayudar a Tierra para que dejase de chillar, el espacio es un lugar demasiado grande para su gusto. Tardaría mucho tiempo, aunque aún así era un sacrificio necesario.
Pensó en ir al cinturón de asteroides que se interponía entre la órbita de Marte y Júpiter, fué decidido en buscarlo en esa zona inhóspita.
Para la desgracia de su gran cobardía unos gritos lo abrumaron, eso no lo detuvo en su búsqueda.