12 - Príncipe del Mar del Este

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Cuando Fort conoció a Peat Wasuthorn, era un día nevado, hacía mucho frío y acababa de recibir la noticia de que su hermano menor había muerto en la guerra, estaba devastado, pero no pudo evitar sentir profunda atracción hacia ese hermoso y etéreo chico joven.

Los ojos del pelirrojo no pudieron evitar posarse en aquel suave y sedoso cabello castaño, o aquellos ojos brillantes, su piel blanca o la hermosa sonrisa en sus labios.

Fort caminaba por el jardín cuando lo vio, lágrimas en sus ojos mientras su aliento se podía ver frente a él gracias al intenso frío, pero él no podía sentir eso, solo podía sentir dolor y tristeza por perder a su amado hermano menor.

Lo peor es que a nadie más parecía importarle, solo la madre de su hermano y él lloraban su muerte, su propia madre no lo hacía, mucho menos su padre o sus otros hermanos menores.

Su hermano Som había sido hijo de una concubina de rango medio en el harén de su padre, ambos desde pequeños se llevaban bastante bien, ya que aunque él era mayor y Som era menor, no era tanta la diferencia de edad.

El pelirrojo se había opuesto a la idea de que su querido hermanito fuera a la guerra, pero había sido una orden de su padre y además el propio Som quería ir, no importa que tanto se opusiera, su hermano fue a la guerra finalmente.

Los primeros meses fueron de angustia y frustración, pero al enterarse de su bienestar, el pelirrojo se relajó y siguió su papel como príncipe heredero, pensando en lo increíble que sería ascender al trono y tener a su hermano apoyándolo como su general.

Al menos, esa había sido su idea, hasta que llegó aquella carta donde informan la muerte del príncipe Som Thitipong en la batalla.

Esa noticia rompió el corazón de Fort, pero por la indiferencia de sus propios progenitores y en su propio papel como príncipe, debió ocultar la tristeza en su interior.

Su padre, un hombre ya frío a sus ojos, se volvió completamente despiadado para él, su rostro al enterarse de la noticia fue más que indiferente, fue helado.

Mientras pasaban los días para el entierro de su amado hermano, más rabia, tristeza y odio se acumulaban en lo profundo de su corazón.

Su mejor amigo Boss le había indicado que podría caminar por el jardín para relajarse, que él le ayudaría a mantener a sus padres distraídos durante el entierro.

Fort no creía que a sus padres les importaría en primer lugar, pero tampoco lo cuestionó, solo quería salir de ese maldito lugar.

Cuando por fin lo hizo, las lágrimas y sollozos pudieron brotar con completa libertad.

Pero su mente había olvidado todo, su dolor, su ira y odio, todo quedó en segundo plano al ver aquellos hermosos ojos y linda sonrisa, aquella sonrisa que causaba dos lindas medias lunas en su rostro de facciones delicadas sin ser demasiado femeninas.

Hermoso.

Era la única palabra en la mente aturdida del príncipe heredero.

Sintió su corazón latir rápido, casi saliendo de su pecho, podía sentir su rostro caliente, probablemente estaba sonrojado, su respiración se aceleró y sintió su estómago revolotear con una emoción desconocida para él, apretó las manos en puños buscando calmar su estado mental inquieto.

El chico de hebras castañas se encontraba jugando con la nieve, haciendo pequeños muñecos de nieve un poco torcidos, vestido con un hanfu del azul del cielo, sus mejillas gorditas sonrojadas a causa del frío al igual que sus manitas, se encontraba aguantando del frío gracias a una capa de piel de zorro.

Fort no pudo resistir el impulso de acercarse a él, su corazón latía cada vez más rápido. El príncipe heredero arregló su apariencia y secó sus lágrimas antes de acercarse paso a paso al niño bonito.

— Hola, me llamo Fort. —dijo el pelirrojo con voz ligeramente ronca a causa de su anterior llanto, Thitipong vio como el chico volteaba a verlo con sus brillantes ojitos, sus manos se alejaron de la bola de nieve y se levantó para mirarlo.

— Um... —el joven castaño parecía dudoso, sus ojos teñidos con confusión, sus deditos jugando entre sí con nerviosismo, parecía ser tímido, cosa que solo hizo latir más rápido el corazón del príncipe.

— ¿Cómo te llamas? —preguntó suavemente no queriendo poner más nervioso al chico castaño.

El joven pareció dudar antes de murmurar su nombre.

— Peat. Peat Wasuthorn. —dijo con voz suave, el pelirrojo buscó rápidamente en su mente si había algún reino o imperio que tuviera el apellido Wasuthorn, pronto encontró un reino que tenía buenas relaciones con su padre, el Reino del Mar del Este, gobernado por la familia Wasuthorn.

— Es un gusto, príncipe Wasuthorn. —dijo con una leve sonrisa que intentaba ser amigable, el castaño pareció un poco rígido, pero Fort estaba más concentrado en lo brillantes que eran esos hermosos orbes marrones, más oscuros que su cabello.

Peat pareció pensar durante un rato, minutos en los que el pelirrojo pudo perderse en la belleza del joven frente a él. Al pasar esos pocos minutos el castaño palideció un poco e hizo una reverencia.

— P-Príncipe Thitipong, disculpe mi descortesía. —murmuró el castañito, parece que no lo había reconocido anteriormente. El príncipe heredero emitió un suspiro y negó haciendo un gesto para que el chico se levante de su formal reverencia.

— Peat, no es necesario que seas tan formal. —dijo, su corazón latiendo un poco más rápido en su pecho cuando el lindo chico lo miró con un poco de confusión en sus lindos ojos marrones.

— Pero usted es el príncipe... —dijo un poco dudoso.

— Tú también eres un príncipe, y además, quiero ser tu amigo. —el pelirrojo dijo, podía sentir sus manos sudar incluso en el frío de la tarde invernal.

— ¿Mi amigo? —preguntó el pequeño príncipe con asombro, a lo que Fort asintió rápidamente.

— Sí, quiero ser tu amigo. —volvió a afirmar, el príncipe Wasuthorn pareció dudarunos pocos segundos, jugando con sus pequeños dedos con nerviosismo, pero pronto le dio una suave sonrisa con sus dos ojos como medias lunas y asintió.

— Seamos amigos. —dijo entonces, para alegría de Thitipong.

Fort no pudo evitar que su corazón saltara en su pecho, una radiante sonrisa en su rostro, exhaló un suspiro de aire frío y extendió su mano hacia el chico frente a él.

El castaño no dudó más y aceptó la mano el príncipe heredero, estrechando su pequeña mano de dedos gorditos con la de Thitipong.

Y cuando Fort sintió la suavidad de esa piel, el calor de la misma y su corazón latiendo desembocado en su pecho, supo que quería ser más para Peat que un simple amigo.

La Esposa del Emperador // BossnoeulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora