Especial por Navidad 1

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Ciertos rumores recorrían el imperio de corea desde hace al menos unos dieciséis años, decían que en la lejana torre en las tierras del norte vivía un príncipe, la leyenda decía que era portador de una terrible maldición.

Esta maldición, según las personas del pueblo cercano, hacían que todos a su alrededor murieran de formas espantosas y sangrientas, algunos afirmaban que el chico era hijo del mismo diablo.

Boss Chaikamon, el único hijo del emperador, no creía esas estupideces sobre maldiciones o torres.

No estaban en un cuento de hadas.

El príncipe Boss estaba harto de que todos hablaran de esta estúpida leyenda por lo que decidió viajar al lugar e investigar, vería con sus propios ojos lo falso de la estúpida leyenda.

Su padre había estado muy en desacuerdo, pero al final cedió por las persuasiones de su único hijo, su madre se había vuelto loca diciendo que no debía ir, ya que podía ser peligroso, pero al final no fue en contra de las palabras de su marido y lo dejó ir a regañadientes.

Actualmente, el príncipe se encontraba ya casi llegando al sitio donde habitaba el supuesto príncipe maldito.

El rubio se bajó del majestuoso caballo, el chico solo vestía una túnica discreta de color gris sin ningún adorno, parecía un ciudadano normal solo que con un poco más de dinero y una espada en su cintura, el caballo era hermoso pero al no llevar montura le daba un aire común.

Boss suspiró mientras acariciaba al caballo.

— Quédate aquí, probablemente vuelva pronto. Si no es así ve a comer y ocultarte. —el caballo pareció entender la orden de su amo por el relincho que emitió, entonces Boss se fue y el caballo solo esperó mientras comía hierba del suelo.

El príncipe caminó hacia el bosque lleno de árboles frondosos y bastante jóvenes, Boss estaba calmado mientras caminaba pero al cabo de unos treinta minutos de caminata comenzó a escuchar como otra persona lo seguía.

Boss es el príncipe heredero, desde joven fue duramente entrenado para ser el mejor emperador por lo que podía captar fácilmente las débiles pisadas de una persona.

La persona parecía ser joven y tener mucho miedo de algo.

El rubio volteó justo hacia donde se encontraba esta persona, la misma pareció asustarse por lo que emitió un ruidito y cayó al suelo lleno de ramitas que sonaron claramente en el solitario bosque.

— ¿Quién anda ahí? —Boss fue caminando hacia el lugar con pasos vigilantes y en guardia, su mano se posó en la espada que portaba en su cintura.

Justo cuando el rubio estaba a punto de llegar frente a la persona se escuchó una súplica.

— N-no te acer-acerques, te lo p-pido. —por la voz, el príncipe pudo identificar que la persona era un hombre, uno bastante joven.

— ¿Quién eres? —la voz de Boss era fuerte, su mano nunca había dejado su espada. El chico pareció dudar pero al rato respondió con voz temblorosa y tierna.

— Me lla-llamo Noeul. —la respiración del joven era entrecortada y temblaba por el miedo, Boss alejo su mano de la espada, tal vez era tonto bajar la guardia, pero no creía que el chico le hiciera daño alguno.

El príncipe rubio dio un suspiro de alivio mientras se acercaba hacia el arbusto donde sabía se encontraba oculto el chico, el rubio abrió el arbusto y efectivamente, allí se hallaba un joven y muy hermoso chico de cabellos negros.

El príncipe heredero Boss Chaikamon había quedado embelesado.

Cuando el rubio volvió en sí mismo logró detallar otras cosas del chico además de su belleza, como el hecho de que vestía ropas sucias y al parecer, bastante viejas. Su cabello negro se hallaba enredado, su piel era blanca pero parecía tener cicatrices en sus brazos además de algunos pegostes de barro en su cuerpo.

Sus pies estaban descalzos y bastante sucios con tierra. A pesar de eso sus ojos eran brillantes y soñadores, sus labios eran rojizos y abultados.

Por alguna razón, Boss sintió su corazón latir con fuerza en su pecho.

— Le d-dije qu-que no vi-vinera hacia acá. —el chico azabache se levantó del suelo con torpeza mientras sus ojitos de ciervo se llenaban de lágrimas cristalinas que no terminaban de caer de sus ojos.

El rubio se puso nervioso y tuvo el impulso de calmar el evidente miedo del chico.

— No te haré daño, solo quiero saber por qué estabas siguiéndome. —el chico dudó, pero al poco tiempo suspiró con alivio y le sonrió al príncipe, sus dientes blancos deslumbraron al heredero del imperio mientras sentía su corazón saltar furiosamente en el interior de su pecho.

— Yo... Yo vi que usted bajó de un lindo caballo, pensé que tal vez podría esperar a que comiera algo y pedir un poco de las sobras, ya que parece tener dinero. —el azabache tartamudeó, le daba pena decir eso pero era la verdad, y aunque el hombre decía no hacerle daño igual tenía miedo de que si le miente, lo descubra y le haga algo.

Él no era tonto, aunque el rubio lo había intentado ocultar, podía notarse que provenía de una noble familia. No sabía por qué se ocultaba pero de verdad tenía hambre y planeaba robar su comida o terminar las sobras.

No se sentía orgulloso, pero lo hacía por necesidad.

Boss se horrorizó al escuchar sus palabras, frunció el ceño pero al notar el susto del pequeño se relajó, tomó una bolsa que traía en su ancha manga y se la entrego al chico.

— Para ti, ahí hay comida. —el príncipe le sonrió con dulzura al pelinegro. El chico pareció confundido pero después se sonrojó e intentó devolver la bolsa al chico rubio.

— ¡N-no puedo acep-aceptar esto! —su gritito retumbó en el bosque, Boss emitió una risita y le restó importancia al asunto.

— Ya comí, esas son las sobras. —mintió el príncipe de cabello rubio, sentía que el chico no aceptaría la comida si no decía esto.

El azabache dudó durante unos diez minutos pero al final asintió con lentitud, sus mejillas sonrojadas lo hacía ver muy lindo mientras sostenía la bolsa con fuerza.

Boss sonrió mientras extendía la mano para acariciar el cabello enmarañado del azabache, el chico sonrió apenado mientras aceptaba las caricias.

Boss al final olvidó su verdadera razón de ir a ese lejano lugar y terminó conversando toda la tarde junto al chico de cabello negro el cual descubrió que tenía por nombre Noeul Nuttarat.

Cuando el cielo se encontraba oscuro es que el príncipe recordó su misión, miro como Noeul le seguía conversando con alegría sobre su deseo de algún día visitar la capital.

El príncipe sonrió y siguió escuchando animadamente mientras le restaba importancia a su misión original.

— ¿Quieres quedarte en mi casa? Ya está oscuro. —Noeul parecía avergonzado, su voz era baja y algo temblorosa probablemente por sus nervios y miedo.

Boss ni siquiera se lo pensó antes de asentir con una sonrisa en el rostro, el príncipe pudo admirar como los ojos del pelinegro se iluminaban y una hermosa sonrisa se asentaba en sus rojizos labios.

— Iré contigo. —el heredero al trono dijo con firmeza. Después de eso ambos hombres se encaminaron hacia el hogar del menor.

Ambos con los sentimientos de cariño surgiendo de sus corazones.

La Esposa del Emperador // BossnoeulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora