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— ¡Atención! No sé quien habrá organizado todo esto, pero... deben irse.

— ¡BUUUU!

Los abucheos se hicieron presentes en tanto la gente dejaba el lugar, había botellas de toda clase de alcoholes y vasos descartables por todo el piso.

— Bien, por suerte eso fue rápido. Lo siento mucho, juro que acabo de llegar.— me miro con un semblante de verguenza mientras rascaba su nuca.

— Tranquilo, te creo. Puedo apostar a que esto es obra de Andrew.— le sonreí.

— Se ve que lo conoces bien.— levanto las cejas varias veces seguidas.

— Creeme, desearía no hacerlo...

El silencio inundo el lugar, me incomodaba mucho saber que Andrew estaba siquiera en el edificio o rondando por aquí.

— Bueno, mañana deberé ordenar... ahora estoy muerto, necesito una ducha y dormir.— sonrío.

— Lo mismo digo. Si quieres mañana vengo a ayudarte, si no te molesta.

Lo mire nerviosa, la verdad no sé ni siquiera porque me ofrecí.

— ¡Claro! Me encantaría.— sonrío muy tiernamente, dejando ver sus oyuelos y haciendo chinos sus ojos.

— Está bien, nos vemos mañana.

— Descansa, preciosa.— me guiñó un ojo.

— Tu igual.— me reí.

Me dirigí a mi departamento a por fin poder dormir.

Entre y cerré la puerta tras de mí. Apoye mi espalda en ella y suspire.

Las cosas si que han cambiado estos días Luke; si tan solo estuvieras aquí.

Sonreí a la nada y me dirigí hacia la cocina, necesito beber agua, tantos gritos secaron mi garganta.

—Te tengo...

Unas manos grandes y fuertes me abrazaron por la espalda.

—¿Qué caraj...

Tan rápido como sentí el olor de su perfume se me erizó la piel del miedo, ¿Como carajos entró? Maldita sea, mientras fui al otro departamento deje la puerta abierta, ESTUPIDA.

Su nariz estaba pegada a mi cuello, sentía su respiración tan cerca que hasta me paralicé del miedo que tenía. Rayos, piensa, ¡Haz algo!

— Hueles tan bien.

Me olfateo el cuello y el cabello, como un enfermo psiquiatrico.

Maldición, maldición. MUEVETE.

— Sueltame.— comencé a forcejear con sus brazos, para mi sorpresa aunque estaba completamente ebrio su fuerza era como la de 100 hombres juntos.— Que me sueltes, AHORA.— grité.

— Shhh, no hagas tanto ruido, preciosa. Nos van a escuchar...— largo una risita burlona. Su aliento apestaba a alcohol.— No querrás que te escuchen gemir, ¿No?— pude sentir como formo una sonrisa en sus labios.

Tengo miedo.

Me quedé petrificada, sin saber que hacer. Luke sabría que hacer, dios, ayudame.

Su manos se metieron en mi blusa, y toco mis pechos lentamente.

Dios, por favor, que pare.

— Oh~, tal como los imaginé, suaves.

Su risa era burlona, tanto que me daba asco. Su cara se mantuvo siempre en el espacio de mi cuello, oliendolo y respirando sobre el, cuando hablaba lo hacia directamente en mi oido, causandome terror y asco a la vez.

Podía poco a poco sentir su miembro crecer a mis espaldas, lo cual me daba ganas de vomitar.

De un momento a otro comencé a llorar, sin saber que hacer, rogando que algo, lo que sea, lo detuviera.

Rápidamente, me sujeto fuerte y mis pies se despegaron del piso; me alzo y comenzó a caminar hacia el living, en dirección al sofá.

— ¡Bájame ahora!

Comencé a patear el aire inutilmente, era increiblemmente fuerte y no lograba soltarme de su agarre. Le clave fuertemente las uñas en los brazos lastimandolo bastante.

— ¡Ahg! Maldita perra.

Me tapo la boca con una mano mientras intentaba gritar por ayuda, pero inutil, nadie me escucharía. Lo mordí y me soltó. Empecé a correr hacia la puerta. Logré alcanzarla y la abrí saliendo al pasillo. Lo primero que pensé fue en Adam, quizás aún estaba despierto.

Corrí a su puerta y empecé a golpearla.

— ¡Adam! ¡Adam!

— Maldición, cállate.— Andrew llegó tras de mí y me tapo la boca otra vez alzandome como antes.

Seguí gritando aunque ya poco se escuchaba lo que decía.

Andrew se encaminó nuevamente al departamento y escuché la puerta de Adam abrirse.

— ¿Qué pasa? ¿Andrew?— entramos en el departamento y empujo la puerta con su pie para que se cerrase.— Hey, amigo dejala.

Adam alcanzó a parar la puerta y entró.

— Tu no me dirás lo que tengo que hacer con mi chica, amigo. Vete a dormir, tenemos asuntos pendientes entre nosotros...— volvió a oler mi cabello.

Ya no podía parar de llorar, por favor Adam, haz algo.

Lo miré implorando su ayuda, mientras Andrew me baja nuevamente al piso aun tapando mi boca.

— Está bien amigo, lo siento, no debí meterme, tienes razón. Mejor ya me voy...

Se dió la vuelta mirando a la puerta para irse y Andrew sonrió.

— Gracias, Adam. Ya vete.

No, por favor no, espera.

Creí que podía confiar en él pero me equivoque...

— Ahora sí, ¿Dónde quedamos?— me volteó para que lo vea.— Ah, sí. Te iba a hacer mía...

Me destapo la boca y me tomo del cuello aprentandolo tanto al punto de hacerme gemir de dolor.

— Oh no, preciosa. Espera para gemir...— hizo una pausa y me miró fijamente a los ojos.— Aun no llegamos a la mejor parte.— volvió a sonreir maliciosamente mientras tomaba mi mandibula con su otra mano muy fuerte por lo que cerre los ojos.

— Perdoname, amigo.

Escuché como algo se rompía y deje de sentir presión en mi cuello. Abrí los ojos para encontrarme a Andrew en el suelo y a Adam tras de él con una botella rota en su mano.

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⏰ Última actualización: Jan 26 ⏰

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La chica de la cinta negra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora