8

106 7 0
                                    

__________:

No podía quejarme del todo, pues había demasiadas ventajas al casarme con Gallagher fuera del ámbito sentimental, sonreí para mis adentros, estábamos en su auto, yendo hacia su casa, una mini mudanza, me había traído unas cuantas cosas en unas dos maletas que tenia, que exclusivamente utilizaba cuando realizaba viajes. Más ahora tuve que poner casi toda mi ropa y parte de mi maquillaje.

-Mañana veremos lo del matrimonio, lo más probable es que nos casaremos este fin de semana- anuncio Aidan estacionado.

-¿Tan rápido?- pregunte atónita volteando a verlo.

-Si, será una boda civil, no es algo tan despampanante, te llevare a comprar tu vestido si gustas, lo que tu necesites- aseguró.

Yo asentí mientras salia del auto, Aidan bajo también y saco mis maletas para llevarlas adentro de su casa, era preciosa, absolutamente preciosa.

-Bueno, todo esto ahora es tuyo, y del bebé, así que puedes hacer lo que tu quieras- hablaba dejando mis maletas al lado de un hermoso sofá color negro de terciopelo que había en medio de la gran sala.

-Muchas gracias Gallagher, si hubiera sabido que me traerias a vivir aquí, me hubiera embarazado mucho antes- comenté burlona, mientras urgaba por el lugar.

-No te aproveches de mis buenos actos- respondió sarcástico siguiendome.

-¿Utilizas tu cocina?- pregunte al ver lo impecable que se encontraba.

-Solamente cuando no salgo, que no es muy frecuente que digamos.

-Espero que no piensas traer a tus citas aquí desde ahora- aclare recargando mi cuerpo sobre la encimera.

-Por supuesto que no querida, yo iré a otro lado, yo no traeré a nadie aquí.

-Más te vale Gallagher- advertí- ¿puedes hacerme un jugo?- pregunte.

-¿De que sabor?- abrió la nevera.

-De fresa- respondí de inmediato.

El se dispuso a prepararlo de lo más gustoso, sacó la fresa, un garrón de agua, azúcar, todo lo necesario para sacear mis antojos, eso debería hacer durante los próximos nueve meses.

-¿Quieres hielo?

-Por favor.

Sonrió y volvió a abrir la nevera.

-Deberíamos poner reglas- sugirió el- así no tendremos problemas con convivir con el otro.

- ¿Como cuales?

-Como por ejemplo,: Reglas número uno, no traer ninguna mujer a casa desde ahora.- tenía algo de razón, pues así podríamos llevarnos mejor.

-No se me ocurre que otra regla podría imponerte o que tu puedas imponerme.

-La regla número dos sería, que no me ocultes nada, y que ni trates de alejarme de mi hijo por motivos que involucren temas entre tu y yo.

-¿Eso que significa?- pregunte sin entender.

-Que no me alejaras de mi hijo, solo por discutir conmigo, vas a separar la relación de mi hijo, con la relación que tengo contigo.

-Me parece bien. Las demás reglas podemos ir poniendo durante nuestro tiempo de convivencia- sugerí, a lo que el acepto.

Y dicho y hecho, la boda se llevó a cabo un Domingo, una boda pequeña, pero llena de responsabilidades. Gallagher me dijo que si podía trabajar hasta que se me empezara a notar pancita, para así evitarnos distracciones, pues con mi pancita formándose, a más de uno le gustaría tocar mi panza antes que hacer sus deberes. También para evitar preguntas de todo tipo, algo que de por sí sería incómodo.

Al volver de casa ese Domingo, la atmósfera era diferente, no era del todo incomoda, pero no era como me solía sentir como en mi primer encuentro con Gallagher. Aunque no fuéramos pareja como tal, no nos impedía tener nuestros momentos de intimidad.

-Me estas aplastando- me queje cuando subió encima de mi en el sofa- Aidan...

-¿Te hice daño?- pregunto incorporandose- ¿El bebé esta bien?

-Si Aidan, el bebé está bien, pero trata de ser cuidadoso- me queje mientras volvía a ponerse sobre mi.

-Perdoname- dijo como respuesta besando parte de mi cuello mientras bajaba lentamente al valle de mis senos- tu dime que pare cuando sientas que algo no va bien. - agrego.

Eso seria algo complicado, pues me estaba haciendo delirar, por como sus manos tocaban mi cuerpo.

El placer de ser infiel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora