Capitulo III

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"Un angel para tu soledad"

Ninguno de los dos era lo suficientemente valiente como para suprimir esa pequeña distancia que separaba sus labios, pero tampoco estaban dispuestos a alejarse. Matias sin apartar su mirada de la de Ludovica, coloco una de sus manos en la estrecha cintura de la morena, ella con la respiración cada vez mas acelerada respondió poniendo su mano entre el cuello y la mandíbula del chico. Cuando Matias estaba a punto de fundir sus labios con los de ella, alguien abrió la puerta de la cocina, Fran Romero acompañado de Blas y Juani.
Matias se alejo de la mesada donde estaba sentada Ludovica rápidamente.
- Perdón, no queríamos interrumpir - Dijo avergonzado el rubio
- Si perdón, venimos a buscar esto- Siguió Juani mientras tomaba la botella de fernet
- Sisi, nosotros... nada, tipo no... ella y yo no... - Intento (pobremente) explicarse Matias
- Bueno, los dejamos mejor - Dijeron incómodos mientras salían cerrando la puerta
Ludovica se tentó
Matias la miro extrañado
- Perdón cuando estoy incómoda me sale reirme - Dijo bordo a causa de la vergüenza y la falta de aire por reírse
Matias rio con ella, le dio ternura el nerviosismo de la pobre. Cuando ambos terminaron de reírse, ella le preguntó si quería volver con el resto. Al salir juntos de la cocina todos los miraron, hasta gente que Ludovica no conocía, pero definitivamente ellos a ella si, algunas miradas eran curiosas, otras eran chismosas... pero una era algo triste, su mirada y la de Blas se cruzaron, ella decidió acercarse a el y Matias se fue a terminar la partida de pool que dejo inconcluso.
- ¿Como la estas pasando? - Le preguntó la morocha
- No sé realmente, me siento raro - Respondió mientras empinaba la botella que llevaba en la mano hacia su boca
- Veni, ¿queres salir a tomar aire? hace mucho calor acá dentro - Propuso ella, el asintió
El patio era inmenso, había un cerezo enorme muy hermoso, y algunas estatuas de mármol de angélicos y alguna que otra fuentecita, corría una brisita leve típica de las noches de verano.
- ¿Y... por que te sentis raro? - Se animó a preguntar ella, los había conocido ese mismo día pero se sentía en confianza.
- Hoy conocí a la piba más linda que vi en toda mi vida - Hablaba distinto, se notaba que había estado tomando
- ¿Y que paso?
- Me parece que tiene más onda con mi amigo - Confesó el
Ludovica no era tonta, sabia que estaba hablando de ella, pero tenía pensado seguir haciéndose la desentendida, Blas era muy lindo, pero estaba borracho no podía tomarse muy en serio nada de lo que el dijera, además después del "encuentro" que acababa de tener con Matias no le parecía bien que pase algo con su amigo, hay ciertos códigos, aunque los acabara de conocer a ambos.
- Veni, Blas, acompáñame a aquel cerezo, me encanta el olor - Lo agarro de la manga de la campera para que la siga
Se sentaron con la espalda apoyada en el tronco del arbol, Blas seguía tomando vodka hasta que Ludo se lo sacó
- Basta, estas por quebrar - Le dijo
- Que rezongona que sos - Se rió
- Cállate bobo, me llegas a vomitar encima me muero - Dijo con el ceño fruncido, acto seguido el empezó a hacer gestos de arcadas - No, Blas, en serio te puedo llegar a matar
- Sos linda cuando rezongas igual - Le dijo, provocando un tono rojo en los cachetes de la morocha
- Tomaste mucho, Blas.
- En serio te hablo, te quiero conocer. Te puedo llevar a donde vos quieras, acéptame una salida nomás - Dijo mientras recostaba su cabeza sobre las piernas estiradas de la joven, simultáneamente le hacia puchero con la boca - No te vas a arrepentir
- Ay Blas, si me lo preguntaras sobrio, aceptaría, pero estas muy en pedo, y para mañana ya te vas a olvidar hasta de que me conociste
- ¿Como se olvida haber conocido a alguien como vos? Ludo, no te jodo, vengo pensando en vos desde la entrevista, esos ojos verdes no me los borro más del corazón
- Esta bien, mañana cuando dejes de estar en pedo pregúntame y te respondo
- ¿Y que me vas a decir? - Preguntó ilusionado
- Shh, mañana - Lo calló, ni ella sabía que le iba a responder
El sonrió, y luego de varios minutos de un tranquilo silencio, en los que Ludovica se dedicó a pensar mientras jugueteaba con sus dedos en los rulos de Blas, se percató de que este ya se había dormido.

La + linda del amor | Matias Recalt/Blas Polidori Donde viven las historias. Descúbrelo ahora