Final

305 16 1
                                    

"Esa estrella era mi lujo"

Ludovica estaba decidida, ya sabía que quería o mejor dicho a quien.
Salió por la puerta corrediza y se encontró en el porche, sonaba "Sin documentos" de los rodriguez, a un costado estaba su papá, que le sonrió muestra de que Blas estaba aprobado; y en frente a la parrilla estaba él, controlando el fuego, absorto en la canción que sonaba; más de un metro noventa de altura, una espalda ancha descubierta por el calor del fuego, al hombro colgaba la remera de cjs que antes traía puesta, sus rulos oscuros alborotados, cientos de lunares florecidos en aquella piel blanca... para Ludovica aquel era él paisaje más soñado. Fue y lo abrazó por detrás con fuerza, le dio un beso en el hombro y "te quiero" le dijo para que lo escuche él solo. El se dio vuelta silenciosamente sorprendido, con su cintura aún rodeada por los brazos de Ludo, "yo más, gorda" le dijo y descansó sus brazos en los hombros de ella, le dio un beso en la frente, ella se acercó más y pegó su mejilla al pecho del ruluso, que apoyó su pera en la cabeza de su chica, mientras le cantaba bajito la canción que aún sonaba:
"Quiero ser el único que te muerda la boca,
quiero saber que la vida contigo no va a terminar"
Se quedaron un ratito así.

...

Después de comer, el indio fue a buscar una guitarra, para el era una tradición cantar los temas favoritos de Ludovica cada vez que viniera.
Estaban los 4 sentados en la mesa de madera del patio.
- ¿Sabes cantar o tocar la guitarra, pibe? - Le preguntó el indio.
- Me gustan las dos. - Respondió
- Joya, te sabes "Esa estrella era mi lujo"? Es el tema mio favorito de Ludo.
- Si, me la sé. - Respondió, se le alcanzó la guitarra
Empezó el indio:
- "¿Era todo?" pregunté
Soy un iluso
No nos dimos nada más - Mientras el indio cantaba Blas que no había tenido oportunidad de practicar, tocaba los acordes algo inseguro
- Nuestra estrella se agotó
Y era mi lujo - El otro Solari también cantaba, Blas iba agarrando el ritmo.
- Ella fue por esa vez
Mi héroe vivo
Bah fue mi único héroe - Cantaba el indio mientras le hacía un gesto a Blas para que siguiera la letra, este asintió.
- En este lío
La mas linda del amor
Que un tonto ha visto soñar - Cantó el ruliento con sus ojos morochos fijos en aquellos ojos verdes frente a el. - Metió, metió mi rock and roll bajo este pulso.
Todos se aplaudieron, fue un lindo momento, Ludovica nunca estuvo tan segura de nada como de cuanto deseaba que todos sus domingos fueran así.
Ya era la tardecita, habían seguido cantando un rato, tomaron mate, jugaron al truco, Ludovica arregló con su tío para hacer una entrevista juntos en vivo en un par de semanas y después se despidió de su papá, cuando terminó se dirigió hacia su tío.
- Me gusta este pibe, ¿eh? Y lo más importante veo que a vos también, me gusta verte feliz, Ludo. - Le dijo antes de irse su tío, la abrazó. - Te quiero, piba, nos vemos.
- Gracias tio, yo también te quiero. - Respondió y lo abrazó también.
Blas se acercó para saludar.
- Chau Carlos, gracias por todo.
- Chau pibe, cuídala sabes. - Dijo y apuntó con la cabeza hacia Ludo, Blas asintió - Nos vemos.
Se subieron al auto, el sol caía, Ludo no apartaba sus ojos de Blas, el se percató, sonrío y puso su mano en su muslo.
- Blas, te quiero en todos mis domingos. - Le confesó
- Nada me gustaría más que estar en todos tus domingos, Lu, y si es posible tampoco irme los lunes. - Ambos rieron suavemente.
Fueron el resto del camino comentando sobre el día, la comida, el vino, las preguntas del padre de Ludo, y demás.
- ¿Que tenes que hacer mañana a la mañana? - Le preguntó el.
- Tengo que ir a un podcast, a las 8:30. - Respondió.
- Si queres te podes quedar hoy en mi departamento, te levanto mañana y nos tomamos un café. - Propusó
- ¿Dale, podemos ir a buscar mis cosas a mi depto?
- Si obvio.
Fueron de pasada a buscar las cosas de Ludovica, se buscó la ropa para el día siguiente, el pijama, cepillo y todo lo que necesitaba. Llegaron a lo de Blas, encargaron unas hamburguesas y cenaron mirando los Simpson, Blas los amaba.
Después de comer el se metió a bañar, desde la cocina se escuchaba que dentro del baño sonaba Cerati. El salió ya con el pijama puesto.
Tocó el turno de Ludovica de bañarse, cuando terminó, se dió cuenta de que se olvidó de llevarse la ropa al baño así que salió del baño cubierta en una toalla a buscar su mochila con sus cosas. En ese momento se encontró con Blas, la miró de arriba abajo.
- Me olvidé las cosas - Explicó con sus rulos largos aún mojados, y alzó su mochila mostrandola
- Ahh - Le respondió aún tildado, hasta que se dió cuenta de que estaba mirándola demasiado y giró rapido. - Perdón no me di cuenta.
A ludovica le pareció tierno.
- Esta bien Blasi. - Lo giró otra vez hacia ella y le besó con suavidad los labios
El respondió al beso y tomó fuertemente su cintura aún cubierta por la toalla acercándolo más a el, ella tiró la mochila sobre un sillón y puso una mano en su nuca y la otra en su mejilla para acentuar el beso. Siguieron besándose mientras atravesaban el pasillo, Blas la guiaba para que no se choquen con nada. Llegaron a su habitación y Blas tiró a Ludovica sobre la cama, el estaba encima de ella, empezaron a sonar jadeos y los besos de del chico bajaron de sus labios a su cuello. La toalla se fue desprendiendo de a poco, cuando no había nada que cubriera el cuerpo de Ludovica, Blas apoyó su brazo estirado sobre la cama para alejarse un poco y poder contemplarla, bajo su mirada de sus ojos verdes que lo miraban brillantes, a sus labios enrojecidos, su fino cuello, sus clavículas marcadas, unos redondos y pequeños pechos, y su breve cintura debajo de el. "Sos hermosa" le dijo, ella sonrío y lo agarró del cuello para besarlo, después se separó y lo ayudó a quitarse la remera, muchos lunares recorrian su abdomen, ella los beso todos, luego subio otra vez para besarle el cuello, le dejó marcas, entonces el tomó sus muslos y los abrió con suavidad, la miro a los ojos pidiéndole permiso, ella asintió y lo beso. En ese momento la hizo suya.
...

Cuando terminaron se acostaron abrazados, ella acostada sobre el hombro del ruloso, trazaba lineas verticales una y otra vez sobre su abdomen mientras con la otra mano le convidaba poniéndole sobre los labios su cigarrillo, él hacía lo mismo pero por el surco de la espalda de la pelinegra, por debajo de sus rizos oscuros, mientras con la boca inhalaba. Por el humo del cigarrillo mantenían la ventana abierta, Ludovica desde el pecho de Blas lograba ver el cielo oscuro iluminado por millones de estrellas, nunca le gustó tanto ninguna vista, mientras tanto Blas la miraba a ella, a él tampoco nunca le gustó tanto ninguna vista. Cuando se les acabó otro cigarrillo finalmente se durmieron.
...

Ludovica 3 días después de pasar la noche con Blas se comunicó con Matias, se juntaron a hablar en un café poco conocido:
- Sos un re pibe Mati, pero me enganché con alguien... - Decia ella cuando el la interrumpió.
- Con Blas, sabía. Desde la joda de tu amiga que me imaginé que pasaba algo, si me hice el boludo fue porque no lo quería ver. - Dijo, mirando hacia otro lado.
- Si, y te pido perdón.
- ¿Por que? Vos no tenias ninguna responsabilidad conmigo, no te sientas mal ¿lo pudiste haber manejado de otra manera? si, pero bueno ya fue ¿si no hacemos lo que sentimos cuando lo sentimos, para que vivimos? cuando te quise invitar a salir, te invite y cuando te quise dar un beso, te lo di, yo no me arrepiento de nada y vos tampoco tendrías qué. Vos ahora lo elegis a Blas, y aunque me duela, esta perfecto, porque es lo que sentis ¿o no?
Ella asintió.
- Y bueno, linda, entonces ya fue. Estoy contenta por vos y por Blas, que es mi amigo, también. - Dijo con una sonrisa que se notaba que estaba dando lo mejor de si.
- Gracias Mati. - El se limitó a asentir con una pequeña sonrisa.
Hablaron un poco de temas sin importancia y cuando las tazas de ambos estuvieron vacías, el se ofreció a llevarla hasta su departamento pero ella le dijo que tenía ganas de caminar. Se despidieron de un beso en el cachete.
- Nos vemos, Mati.
- Chau, linda.
En ese momento se pactó que iban a ser conocidos amistosos, ninguno de los dos lo dijo pero ambos lo sabían, por respeto a Blas no iban a ser amigos, además a Matias le iba a ser imposible estar tan cerca de Ludo y tener que comprometerse a no sentir nada, además de lo tortuoso que sería tener que verla con Blas, definitivamente lo mejor era mantenerse así, como conocidos que por un breve momento chocaron sus caminos.
...

Y así paso el tiempo, Ludovica y Blas se siguieron conociendo hasta tener la capacidad de recordarle al otro quien era por si se le olvidaba, se convirtieron en compañeros indispensables dentro de la vida del otro, apoyándose en sus proyectos y aspiraciones pero también siendo un refugio en casa, un confidente, alguien con quien hablar por horas o guardar el más puro de los silencios, sabiendo que podrían caerse a pedazos pero que jamás estarían solos. A veces discutían, por celos la mayoría de las veces, pero ambos sabían que nadie le llegaría a los talones al otro, Blas sabia que no había mujer como Ludovica y ella sabía que ningún otro jamás podría ser Blas, por eso cada pelea terminaba siendo pasajera. Se amaron como jamás habían amado, se necesitaron como nunca habían necesitado, se desearon como jamás habían deseado y se cuidaron como jamás los habían cuidado.
Y siempre se encontraron en cada canción de amor.

Fin.


Hola, espero que les haya gustado el final, va, toda la historia. Pero para quienes esperaban algo distinto, les dedico el siguiente capítulo, que como ya les conté es un final alternativo. Quédense con la versión que más linda sientan. Yo me quedo con esta.
Gracias por leer.

La + linda del amor | Matias Recalt/Blas Polidori Donde viven las historias. Descúbrelo ahora