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Shi Qingxuan estaba terminando de limpiar las heridas del señor de la tierra cuando de repente la paz que había en el canal fue interrumpida por varios gritos.

— ¡Su alteza! ¿Dónde está? ¿Puede oírme ? — gritó Feng Xin con un tono desesperado en su voz .

— ¡Su alteza por favor responda! — secundó Mu Qing pero a diferencia del contrario, parecía que había un poco de enojo en su tono.

De todos los dioses que se encontraban en ese momento conectados, ninguno sabía que estaba pasando pero tampoco se atrevían a preguntar. Era bien sabido que hablarle a aquellos dos generales cuando estaban alterados no era muy buena idea.

— General Nang Yang ¿Qué sucede? — preguntó el señor del viento queriendo saber el porqué de tanto alboroto. 

— ¡Su Alteza escapó! —  gritó Mu Qing desesperado. 

— ¡No escapó, fue secuestrado! 

— ¿Qué? ¿Cómo que secuestrado? ¿No se supone que había guardias cuidándolo? No había manera de que el saliera del palacio sin que nadie se diera cuenta..al menos que...

El dios elemental se quedó callado repentinamente sin terminar aquella frase porque ya podía intuir que es lo que estaba pasando. La única manera de que Xie Lian saliera del palacio sin que nadie se diera cuenta de aquello, es si alguien mas lo hubiera sacado de ahí y para que eso suceda se necesitaría o ser muy tonto o muy descarado como para entrar al reino de los cielos...Y solo había una persona que Shi Qingxuan conocía capaz de entrar al cielo con gran descaro.

Y solo había una persona que Shi Qingxuan conocía capaz de entrar al cielo con gran descaro

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— San Lang... esposo..mírame por favor —   habló Xie Lian en un tono bajo, demostrando su preocupación por la actitud del rey fantasma.

Desde que habían salido del reino celestial, su marido se negaba a bajarlo de sus brazos y tampoco le dirigía la mirada. No fue necesario que Xie Lian le leyera la mente como para saber que era lo que preocupaba a su pareja.

— Estamos bien, no fue tu culpa. Se que no querías lastimarme — se expresó el castaño luego de ver que Hua Cheng seguía callado. — Yo sabía lo que pasaría si me interponía en el ataque de E-Ming.

— Pero gege, me prometí a mi mismo que jamás dejaría que volvieras a salir herido y ahora yo fui el causante de tu  herida.

— Oh esposo mío.... 

Ninguno de los dos volvió a decir alguna palabra, pues no fue necesario cuando sus acciones hablaban por ellos. Sus brazos rodearon el cuerpo del otro, sus labios dejaban pequeños besos en las mejillas, manos e incluso en el cuello del otro, sin intención de pasar a nada mas. 

 Estuvieron un largo tiempo así, hasta que una ventisca logró hacer que el dios se estremeciera un poco. 

— Volvamos a casa gege —  murmuró el fantasma, empezando a caminar en dirección a la ciudad fantasma.

DIFERENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora