|•ᴜɴ ᴠɪᴀᴊᴇ ɪɴᴏʟᴠɪᴅᴀʙʟᴇ•|

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Narrador Omnisciente

La luz tenue de la aurora boreal se filtraba a través de las finas cortinas de la cabaña, pintando la habitación de un tono púrpura etéreo. La escasa iluminación que dicho espectáculo ofrecía se filtraba a través de las rendijas de las persianas, iluminando tenuemente la habitación. Un suave aroma a sal marina se mezclaba con el perfume floral del jazmín que trepaba por la ventana, en la cama, dos figuras dormían plácidamente entrelazadas, Hyung-min se removió entre las sábanas, aún adormilada, y sus dedos rozaron la suave piel de Kang Sae-byeok, quien dormía plácidamente a su lado, con su cabello castaño cayendo en cascada sobre la almohada, se movía aún inquieta, buscando la calidez familiar del cuerpo que la abrazaba. Sus ojos color miel se entreabrieron, encontrándose con su pareja, un suspiro escapó de los labios de Hyung-min, en una mezcla de satisfacción y nostalgia. Un año había pasado desde que escaparon del infierno del Juego del Calamar, y ahora se encontraban en la isla Jeju, el lugar que Sae siempre había soñado con visitar. La oji miel se levantó con cuidado, sin querer despertar a la chica que descansaba a su lado, se dirigió a la ventana y observó el espectáculo celestial que se desarrollaba ante sus ojos. Los colores danzaban en el cielo, creando un cuadro hipnotizante. Se preguntó si Sae-byeok alguna vez había visto algo tan hermoso.

Como ya era su costumbre, emprendió su corto camino hacia la cocina de aquella cabaña, en busca de algo que disipara el sueño y cansancio en sus parpados. Un suave aroma a café recién hecho inundó el cálido ambiente del lugar. Sae-byeok, con su cabello corto y alborotado, esbozó una sonrisa al percibir aquél aroma, a sabiendas de quién se trataba, se levantó con una gracia felina, dejando al descubierto las marcas rojizas en su cuello y hombros, un recordatorio de la pasión que las consumía la noche anterior, tomando una camisa de la chica más alta para poder colocársela y caminando a paso perezoso a la cocina. Allí encontró a quién buscaba, la joven de apellido Park se encontraba apoyada de la pequeña isla, con sólo la mitad inferior de su pijama, mientras se servía una taza humeante de aquella adictiva bebida mañanera. Hyung-min le sonrió con complicidad al verla y extendió sus brazos en la espera de recibir un abrazo de parte de la pecosa.

 Sae-byeok sonrió con diversión, sus pecas se acentuaban bajo la luz tenue, y sus labios gruesos se curvaron en una expresión de ternura, una rareza que solo Hyung-min era capaz de provocar. Las olas susurraban su canción mientras la brisa marina acariciaba sus rostros y un silencio cómodo se apoderó de ellas, solo roto por el sonido de las gaviotas planeando sobre el cielo azul intenso. Hyung-min se inclinó hacia Sae-byeok, envolviendo su cintura con un brazo fuerte y atrayéndola hacia ella.

—Buenos días, cariño —dijo la castaña con una pequeña sonrisa, acariciando con delicadeza las pálidas mejillas de su pareja, notando como estas se tornaban de un tierno tono rojizo con facilidad, cosa que le pareció sumamente adorable— ¿Dormiste bien? Pocas veces te levantas a esta hora —Su voz salió suave y en tono algo bajo, alzó una ceja en signo de curiosidad de cómo habría sido la primera noche de la pecosa en aquél hermoso lugar, mientras le servía una taza de café.

—Sí, bastante bien de hecho —respondió la más baja, tomando un sorbo del café que la oji miel le había ofrecido, siguiéndola con la mirada de manera casi impulsiva— La aurora boreal es increíble —desvió la mirada y recorrió la habitación. Las paredes de madera rústica contrastaban con las sábanas blancas de la cama, creando un ambiente acogedor. Un ramo de flores silvestres adornaba la mesita de noche, recordándoles la belleza natural de la isla Jeju, pero aún así, no pudo evitar preguntar al respecto— ¿Y tu camisa?.

—La traes puesta —respondió con un deje de diversión y una sonrisa burlona en sus labios, se acercó de nueva cuenta a Sae-byeok tomando el cuello de su camisa para poder acercarse a su rostro— Sabes, tú aún me debes algo —su mirada comenzó a bajar hasta los labios de la pelinegra y con una sonrisa le robó un casto y efímero beso en ellos— Ahora si son buenos días.

Hyung-min rió al ver el repentino nerviosismo de su novia, a pesar de su tiempo de relación, esas acciones espontáneas aún lograban ponerla sumamente nerviosa. La castaña se quedó en silencio durante unos segundos, pensativa. Un año atrás, jamás habría imaginado que estaría en este lugar, con una nueva familia, algo que creyó perdido hace mucho tiempo. La vida después del Juego del Calamar no había sido fácil, los recuerdos del trauma los perseguían, pero también habían encontrado la forma de sanar juntos. El dinero ganado en los juegos les había dado la oportunidad de empezar de nuevo, de construir una vida propia. Sus dedos rozaron la suave piel de Sae-byeok, trazando un camino desde su mejilla hasta su cuello, notando como la piel de Sae-byeok se erizaba por la caricia, .

ɪ ᴅᴏɴ'ᴛ ɴᴇᴇᴅ ʏᴏᴜ... ¿ʀɪɢʜᴛ? | Squid Game | Kang Sae-byeokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora