CAP 1

1.2K 167 0
                                    

"Una pequeña luz"

Hay que saber amar pero también decir adiós.

-Elizabeth B. Wolf

Gritos de dolor y gemidos resonaban en aquella habitación. Habían pasado ya seis meses desde el día en que Elizabeth le informó a Snape que estaba embarazada por tercera vez de su cuarto hijo, y ahora estaba dando a luz en una cabaña en una noche cerrada y sin un solo rayo de luz de luna, en un bosque de Finlandia. A su lado en la habitación, Minerva la ayudaba con dedicación.

Mientras tanto, afuera en la cocina de la cabaña, Snape se encontraba junto a Regulus y los gemelos. Ambos bebés dormían plácidamente a pesar del frío que reinaba afuera del lugar. El pequeño Regulus estaba emocionado por la llegada de su nuevo hermanito a la casa.

Las palabras de aliento y los murmullos tranquilizadores de Minerva resonaban, creando un contraste con los sonidos angustiantes de la sala de partos. La luz tenue de unas velas era la única guía en aquel momento crucial. En la cocina, Snape intentaba mantener la calma mientras acunaba a los gemelos, cada uno ajeno al drama que se desarrollaba a solo unos metros de distancia.

A pesar de la adversidad, la expectativa en los ojos de Regulus y la paz en el sueño de los gemelos sugieren un atisbo de esperanza y futura felicidad que eclipsa temporalmente el tumulto del parto.

De repente, se escuchó un grito mucho más fuerte que los anteriores, y Severus se puso de pie bruscamente. Un silencio envolvió toda la casa hasta que un rayo de luz de luna se coló por la ventana de la cocina, y el llanto de un bebé resonó por todo el lugar, llenando de alivio el corazón de Snape. En ese momento, sale Minerva sonriendo, y Regulus se adelanta corriendo hacia la profesora, quien lo carga con ternura.

- Felicidades, campeón. Ahora tienes una hermanita - le dijo Minerva al menor con una sonrisita.

- ¿Puedo verla? - preguntó el niño emocionado.

-Claro que sí, tú y Severus pueden pasar, pero no hay que hacer ruido porque tu hermanita está durmiendo - explicó Minerva, dejando al niño en el suelo mientras le revolvía el pelo con cariño.

Regulus, con ojos brillantes de expectación, siguió a Minerva y a Snape hasta la habitación donde yacía la recién nacida en los brazos de su madre. Un halo de luz de la luna iluminaba la escena, mostrando la pequeña figura dormida. Snape, con cuidado de no hacer ruido, se acercó a la cama mientras Regulus observaba fascinado a su nueva hermanita.

-Ven, Reg - le dijo Elizabeth débilmente, con la ayuda de Severus. Regulus subió a la cama y se sentó al lado de su madre, mirando con asombro a la recién llegada.

- Ella es tu hermanita y la tienes que cuidar y proteger como a tus hermanos - le decía Elizabeth con ternura, acariciando la mejilla de Regulus mientras le hablaba de la responsabilidad que ahora recaía sobre sus pequeños hombros.

En ese momento, Minerva entró en la habitación, sosteniendo a los gemelos en brazos. Con cuidado, los colocó junto a Elizabeth, creando un círculo familiar donde todos estaban unidos por el vínculo especial de la sangre.

- Aquí tienes a tus hermanos, Regulus. Ahora, tú, como el hermano mayor, serás su protector - añadió Severus, apoyando las palabras de Elizabeth. Minerva sonrió, observando la escena con complicidad. Regulus, con una expresión llena de determinación, asintió solemnemente. 


-Soy un Wolf y un Black, mamá. Yo protegeré a mis hermanitos, nunca les pasará nada - decía el niño después de dar un beso en la frente a los gemelos y observar fascinado a su nueva hermanita.

El legado continúaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora