CAP 2

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"Día a día" 

Pues al final la loba fue a salvar a los lobillos.

-Severus Snape.


La habitación estaba envuelta en un silencio casi sagrado mientras la bebé, apenas con una semana de vida, reposaba en su cuna. Su mirada curiosa se posaba en el hombre que, apenas unas horas atrás, la había separado de los brazos de su madre. Snape observó a la pequeña, que yacía en una cuna blanca rodeada de peluches, destacando uno en particular que no soltaba: aquel pequeño león con una bufanda de Slytherin que Snape había encontrado cuando se infiltró en la mansión Black.

El hombre se preguntaba si la bebé, con tan solo una semana de vida, entendía que ese peluche había pertenecido a su padre y tío, o si simplemente le gustaba por alguna razón aún desconocida. Las sutilezas del corazón infantil eran un misterio, pero la presencia de ese peluche parecía proporcionar cierto consuelo a la pequeña en medio de la nueva realidad que se le presentaba.

Snape, con su mirada intensa y llena de pensamientos, se acercó lentamente a la cuna. Al observar más de cerca el rostro tranquilo de la bebé, notó que, a pesar de la ausencia de su madre, no mostraba signos de incomodidad. Parecía aceptar la presencia del hombre de negro como un nuevo capítulo en su breve vida.

La cuna, con sus suaves balbuceos y el peluche testigo de días pasados, se convirtió en un microcosmos de la transición de la bebé hacia un nuevo hogar, guiada por la sombra protectora de Severus. Sin embargo, la tranquilidad del lugar fue perturbada por el sonido de la puerta siendo golpeada, haciendo despertar a los gemelos que compartían la habitación contigua. Snape salió rápidamente de esa habitación rosa y entró en la habitación donde Ónix y Orión compartían espacio por el momento. El que lloraba era Orión, entonces Snape lo cogió en brazos, al niño de casi 1 año, e intentaba calmarlo. Justo cuando casi lo consigue, la puerta volvió a ser golpeada, pero el Slytherin la ignoró, concentrándose más en su tarea de tranquilizar al niño.

En ese momento, Regulus entró en la habitación, aún en pijama, con un peluche de un lobo en su mano y con la otra tallándose un ojo adormilado.

- Tío Sev, tocan la puerta - dijo adormilado.

- Lo sé, lobito, ya voy - respondió Snape mientras envolvía a Orión en una manta y se lo llevaba abajo para abrir la puerta.

Al abrirla, pudo ver a una pareja de pelo rubio platinado. Snape los reconoció al instante, eran antiguos alumnos de Hogwarts, Ravenclaw. Él era el excéntrico Xenophilius Lovegood, conocido por su locura e idiosincrasia, y ella la amable e inteligente Pandora Lovegood, antes Rosier. Pandora era amiga de Elizabeth y actualmente estaba embarazada de su primera hija. Severus no dudó en dejarles pasar, pero Pandora se quedó viendo al bebé que tenía el pelinegro en brazos. Este ignoró la mirada de la mujer y les indicó que esperaran en el salón mientras él subía las escaleras para dejar a Orión con su hermano gemelo y asegurarse de que Regulus volviera a la cama.

Snape regresó al salón y ofreció algo para tomar, pero fue rechazado cortésmente por la pareja.

- Solo queremos hablar, Severus. Bueno, mi mujer quiere hablar con usted - dijo Xenophilius educadamente, señalando con la cabeza a su esposa.

- Pando, fuimos amigos, y te conozco lo suficiente para saber que no necesitas a tu marido para hablar con nadie y menos conmigo - comentó Snape, recordando cómo había defendido a Pandora cuando se metían con ella.

- Sev, me enteré de lo que pasó con Elizabeth y su familia, que tuvieron que huir. Y lo de Sirius, que lo metieron en Azkaban - empezó a divagar la antigua Rosier.

- Pandora, te criaron para no divagar, por favor, no lo hagas ahora y dime qué quieres - expresó el Slytherin, conocedor de la crianza de los Rosier.

- Veras, Sev, temía por los hijos de Eliz, pero veo que los tienes tú... - dijo Pandora mientras miraba a su alrededor - Pero no estoy segura de que seas capaz de cuidar a tres niños tú solo, a largo plazo - acabó diciendo la Ravenclaw.

- ¿Por qué lo dices? - intentó no sonar enfadado.

- Mira a tu alrededor, Severus, pociones, frascos, cosas afiladas están por esta habitación y eso puede hacerles daño a cualquiera de los tres niños - intentó recapacitar a Snape Pandora, pero sin éxito.

- Pando, preocúpate por tu bebé, que yo me encargaré de los hijos de Eliz. Si me los deja a mí es porque confía en mí y no la defraudaré - dijo Snape hacia Pandora, algo irritado y decepcionado de que ella pensara así de él, alguien a quien defendió de los insultos y agresiones en Hogwarts.


- Creo que es hora de irnos, ya sabes que los niños están bien - intervino Xenophilius levantándose de su sitio y sonriendo a su mujer, agradeciendo a Snape por su hospitalidad.


Snape los acompañó a la puerta, se despidió de Xenophilius con un gesto con la cabeza, pero la mujer se acercó a él.

- Sev, creo que Sirius no es culpable - dijo ella sin verlo al rostro.

- Eso a mí me da igual - respondió Severus sin mostrarse afectado.

- Temía que me dijeras eso - expresó Pandora bajando la cabeza y comenzando a alejarse junto a su marido.

- Pandora, no son tres, son cuatro - le anunció Snape, sabiendo que ella entendía lo que eso significaba. - Adiós, Lovegood - se despidió.

- Severus, cuídalos bien - le manifestó ella derramando una lágrima y dándose la vuelta. - Hasta siempre, Snape - también se despidió ella con un nudo en la garganta, porque aquello no era una despedida normal, era un adiós para siempre.


Snape cerró la puerta con firmeza y se dirigió a la cocina para preparar el desayuno. A Regulus le sirvió una papilla, a los gemelos les preparó biberones de leche y a Emily le dio un biberón. Una vez que terminó, subió al piso superior y entró en la habitación de Regulus, donde se encontraban juguetes y una foto de sus padres en la mesita de noche. Snape se acercó a la cama de Regulus, lo levantó, y el menor, aún adormilado, se frotó los ojos. Al ver al mayor frente a él, le sonrió deseándole buenos días.Dejó una muda de ropa en la cama de Regulus para que se vistiera y bajara a desayunar cuando estuviera listo. Mientras tanto, Snape se dirigió hacia los gemelos, los cambió y, una vez que terminó, bajó con ellos, los colocó en sus asientos en la mesa y les dio sus papillas. Observó que Regulus estaba desayunando y luego subió nuevamente.Entró en la tranquila habitación rosa y encontró a la bebé despierta, pero no lloraba, simplemente observaba el techo. Snape la cogió, cambió su pañal y ropa, y bajó con ella al piso inferior. Sin embargo, al llegar a la cocina, se sorprendió al no ver a ninguno de los niños allí. Con la bebé en brazos, se dirigió al salón y los encontró de pie en el sofá, mirando por la ventana.

- ¿Qué hacen? - preguntó Snape, algo aliviado, mientras le daba el biberón a la bebé.

- Estamos esperando a papá - respondió Regulus, provocando que Snape se tensara.

- ¿Por qué no vamos mejor a jugar a la biblioteca? - sugirió Severus, tratando de distraerlos, sabiendo que el padre de los niños no iba a volver. A pesar de ello, todos los días los niños se quedaban media hora o una hora en ese lugar, esperando a su padre.



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Bueno hasta luego lobos.

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