chap.ter eight

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Alessandra sabía perfectamente que ya había entrado en celo, aunque aún al ser una cachorra casi no tenía deseo sexual en el, más bien, debían de cuidarla como si fuera una pequeña niña enferma e inconsciente con sus acciones. Debido a que en el celo sucumbia al lado animal que poseía.

Aveces sólo cuándo se irritaba lograba invitar el deseo sexual en ella, era totalmente extraño.

Alcina frunció su seño al sentir a la chica quejarse de forma dolorosa y respirar agitadamente, se acercó con pasos lentos y cuando tocó su frente ésta estaba totalmente ardiendo, la mayor quitó rápidamente la mano, miró ésta con sorpresa, realmente la había quemado.

Llamó con urgencia a varias sirvientas con trapos húmedos, se sentó en el sillón viendo que la menor seguía removiéndose, cómo si estuviera incómoda. Bajó la vista al libro que tenía entre sus manos, sin embargo. Unos segundos después el grito asustado de una de las empleadas la hizo mirar nuevamente arriba.

La menor la tenía agarrada desde su cuello y claramente la asfixiaba, las demás se habían alejado de forma rápida, aterradas ante los enormes colmillos de aquella adorable adolescente. La matriarca se levantó y se acercó con cautela. Siguiendo las palabras de Madre Miranda.

— Alessandra...— llamó y automáticamente sintió la mirada roja de hace rato chocar contra los suyos nuevamente.— Suéltala.— ordenó y la menor apretó sus dientes pero la mirada insistente de la mayor la hizo sollozar audiblemente.

Alcina suspiró, era totalmente una cachorra. Ésta vio que la menor soltó a la mujer castaña con fuerza logrando que caiga al suelo pero quién inmensamente se levantó para alejarse. La pelinegra sonrió levemente. A gusto.

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𝐓𝐇𝐄 𝐍𝐄𝐖 𝐋𝐎𝐑𝐃⠀- the Dimitrescu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora