Un pitido constante se abrió paso en la oscuridad. Al principio era lejano, apenas era consciente de que estaba ahí, pero poco a poco se volvió imposible ignorarlo. Era agudo, tanto que le agujereaba la cabeza y le causaba un dolor extremo. Frunció el ceño, molesto. No sabía de dónde provenía, pero solo deseaba que se detuviera. Que se callase para poder sumergirse en el sueño vacío en el que estaba atrapado y así descansar. Pensó que era la alarma, un cruel recordatorio de que tenía que levantarse e ir a la universidad, pero después recordó que hacía tiempo que la había desactivado y que eran sus gatos los que le despertaban pidiéndole que los alimentase. Si es que no lo había hecho él ya. En realidad, siempre se despertaba antes de tiempo, cuando el sol ni siquiera se había levantado.
Lo siguiente que percibió fue el peso de las sábanas sobre su cuerpo, que le oprimían el pecho y le impedían respirar. Un fuerte olor ácido invadió sus fosas nasales, tanto que le produjo arcadas que apenas fue capaz de contener. Apestaba a químicos. Quiso taparse la nariz, pero cuando trató de mover los brazos el cuerpo no le respondió. Tenía los músculos entumecidos y el mero intento le produjo un malestar sinigual. Exhaló con fuerza, puede que incluso murmurara una maldición, y entonces escuchó un ruido a su derecha que se asemejaba a una exclamación de sorpresa y que lo desveló del todo.
Cuando abrió los ojos, Minho tuvo que parpadear varias veces para enfocar en dónde se encontraba. Era una sala relativamente pequeña, de paredes blancas y limpias en donde se amontonaban estanterías repletas de utensilios desconocidos. Sin ventanas, la única iluminación procedía de la luz artificial del techo. Había dos puertas, una de cristal que daba acceso a una especie de baño sencillo pero funcional y otra de hierro, en la otra punta de la habitación. Frente a él, se extendían cuatro camas muy similares a las que se utilizaban en un hospital. Las conocía muy bien. Tanto que un escalofrío se le formó en la parte baja de la espalda y tiritó por el fantasma del recuerdo enterrado, aunque no olvidado.
Sin embargo, las camas estaban vacías. Los monitores a un lado estaban apagados salvo el suyo, que se conectaba a través de unos cables semitransparentes que se escondían bajo la camisa grisácea que llevaba puesta. La pantalla reflejaba lo que creía que era su pulso. Se fijó en el patrón de rayas constantes que subían y bajaban, sin entender qué significan en absoluto. A pesar del dolor, se palpó bajo la ropa y se dio cuenta de que tenía parches pegados al pecho. Masculló cuando sintió el tirón que procedía de la muñeca y se sorprendió al ver que alguien le había colocado una vía.
—¿Despierto? —escuchó.
La voz lo asustó. Giró la cabeza hacia la derecha bruscamente para descubrir de dónde procedía y entrecerró los ojos cuando la luz del techo lo cegó. Se alzó poco a poco en la cama, apoyando la espalda contra la cabecera, y emitió un suspiro agotado cuando lo consiguió. Además de la suya, la única cama ocupada era la situada a su lado. El monitor de sus constantes vitales parecía desconectado y los tubos caían a su alrededor, como si se los hubiera arrancado a la fuerza. Estaba sentado sobre el colchón con las piernas cruzadas y, frente a él, había colocado innumerables fotografías siguiendo un patrón evidente que no logró identificar.
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GLITCH ┃minsung
Fanfiction➽ Con los pinceles guardados en la mochila y los auriculares a todo volumen en los oídos, Minho regresa a casa adormilado como todas las madrugadas. El tren está vacío, la oscuridad es su única compañía. Su mirada somnolienta tan solo percibe las ma...