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La oscuridad del pasillo alargado le hacía distinguir sombras a lo lejos

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La oscuridad del pasillo alargado le hacía distinguir sombras a lo lejos. Figuras que lo observaban a medida que se adentraba por el laberinto conocido del búnker, con el corazón desbocado y una fuerte opresión en el pecho. Sus pies retumbaban contra las pantallas apagadas, tal y como le habían prometido.

Se suponía que, con el sistema apagado, nadie obtendría un registro de sus movimientos. Eso le habían asegurado la primera vez y lo mismo tendría que ocurrir esta segunda. Tal certeza lo apaciguaba en parte. Durante el tiempo que permaneciera vigente esa quietud, gozaría de libertad para acudir a donde sea. Pero, aun así, Minho sabía que tales promesas se volvían vacuas en un lugar como ese. Las sombras le estaban observando. Incluso apagadas, entrevió unos ojos blancuzcos que le perseguían con la mirada.

Ese alguien, de alguna manera, hallaría la forma de encontrarlo.

El pensamiento le recordó la conversación que habían tenido con Changbin. Poco tiempo después de que Hyunjin se marchara, apareció en la enfermería para conducirlos al piso inferior, en donde se encontraba el cuarto que compartiría con Jisung durante el resto de su estancia. Minho se dedicó a analizarlo en silencio, aprovechándose de que ya conocía todas las reglas que les estaba explicando.

En lugar de prestar atención al contenido de las palabras, se fijó en su forma. El lenguaje no verbal de una persona transmitía mucha más información de la que aparentaba. Las palabras eran duras, intimidantes. Ellas eran las culpables de que, el día en el que conoció a Changbin por primera vez, le infundiese tanto respeto. Incluso miedo. Sin embargo, ahora opinaba distinto. Al contemplar cómo se secaba el sudor de las palmas cuando cruzaba los brazos, al encontrarse con su recurrente manía de poner los ojos en blanco para evitar cruzar la mirada con alguno de ellos.

Changbin no transmitía miedo, sino nerviosismo.

—El escuadrón Tau tiene órdenes de vigilancia íntegra. No se os permitirá la libre circulación por el búnker, mucho menos el contacto con individuos ajenos a los que ya conocéis. Siempre que queráis desplazaros al comedor, tendréis que llamarme a mí o, en mi ausencia, a cualquiera de mis compañeros. Nos reconoceréis por el tatuaje —Minho frunció el ceño. Esa última parte de las normas no coincidía con lo ya vivido. Había hablado en repetidas ocasiones con Felix en el comedor, bajo la supervisión de la sección de seguridad, y jamás lo habían amonestado por ello. La explicación de esa diferencia de trato tardó apenas segundos en aparecer—. Son órdenes de nuestro líder. El hijo de la general Bang, asumo que no hace falta que os dé más detalles sobre él.

—¿Tenemos que quedarnos encerrados aquí todo el día? —preguntó Jisung con una mueca de desagrado.

—A no ser que os acompañe para realizar vuestras tareas asignadas, sí. —Señaló con el mentón el papel que tenía entre las manos, en donde estaba escrito su horario. Jisung resopló con más fuerza y, en consecuencia, Changbin entornó los ojos—. Estáis en una posición de inferioridad, ¿cierto? Agradeced que os hemos trasladado a esta área en lugar de protestar. Podríamos haberos dejado encerrados para siempre en la tercera planta.

GLITCH ┃minsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora