El chirrido de las ruedas al frenar en las vías, el familiar olor a humedad cada vez que volvía a casa. La estación estaba vacía por completo, ni siquiera la débil iluminación alumbraba claramente sus pasos. Siempre igual. Las puertas del tren se abrieron con un chasquido afilado sin necesidad de pulsar el botón, el anuncio del último recorrido de la madrugada se difuminó tras su espalda. Salvó la diminuta distancia entre el suelo y el tren y avanzó al interior. Las puertas se cerraron detrás de él casi de inmediato. La rutina se repetía y, así, Minho abandonó una vez más aquella estación.
No le hizo falta echar un vistazo al vagón para comprobar que estaba solo. El tren se deslizaba a toda velocidad por el túnel y los pequeños retazos de luz cada varios metros centelleaban los asientos vacíos. Caminó por el vagón a paso lento y se dejó caer sobre el primero que se encontró, al lado de una ventana. Con un suspiro de cansancio, se quitó la pesada mochila de la espalda y la soltó sobre sus muslos. Notó un débil chasquido contra las yemas, un soplo de aire fresco que no pertenecía a aquel rincón lúgubre y subterráneo. Cosa que tendría que haberlo alertado, pero que tan solo lo aletargó todavía más.
Le pasaban los párpados, apenas era capaz de mantener los ojos abiertos. Sentía tanto sueño. Le había robado tantas horas al tiempo que ahora le estaba haciendo pagar el delito. La pintura reseca de los dedos se le agrietaba con cada segundo, se le infiltraba bajo la piel como si deseara convertirse en uno consigo mismo. La dejó hacer, no le importaban sus pretensiones. Atrapado en el limbo, apoyó la cabeza contra la ventana y permitió que la nada lo succionase. Que la oscuridad se hiciera dueña de sus pensamientos. Escondido tras los párpados, la calma era tan densa que podía permitirse no sentir miedo.
Sin embargo, era la nada quien no estaba dispuesta a dejarlo descansar.
Las manchas, aquellas que se suponía que estaban grabadas en su piel, parpadearon ante sus ojos adormilados. Emitían débiles destellos que se fusionaban con el aire, que corroían la realidad como si la estuvieran destruyendo. Entreabrió los labios, preso de la sorpresa. El líquido se inmiscuía, recorría las venas bajo la tez. Su sendero se alzaba hasta lo más recóndito de su cuerpo, en busca de algo, de ese algo, del algo que no sabía el qué. Un gemido lastimero se instaló en su garganta y arañó las cuerdas vocales que habían desaparecido. La pintura continuaba su camino, carente de rumbo perceptible, pero con un claro objetivo.
Destruirlo.
En realidad, tendría que habérselo esperado, pues él mismo había tallado esas manchas sobre la piel. Esa noche, después de la clase del profesor Song, cuando se había encerrado en la sala de estudio dispuesto a crear su mejor obra de arte, Minho había hundido los dedos en la pintura y había permitido que se fusionara con su alma. Deseaba que el color le expresara algo en lo más mínimo. Necesitaba que le diera respuestas a su inquietud, que le susurrara que no estaba equivocado. Que aquello por lo que llevaba toda una vida luchando tenía algún sentido. La vastedad era apabullante y él solo quería hallar algo seguro a lo que aferrarse.
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GLITCH ┃minsung
Fanfic➽ Con los pinceles guardados en la mochila y los auriculares a todo volumen en los oídos, Minho regresa a casa adormilado como todas las madrugadas. El tren está vacío, la oscuridad es su única compañía. Su mirada somnolienta tan solo percibe las ma...