XI

70 13 7
                                    

—Adelante

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Adelante.

Ante la afirmación, Changbin abrió la puerta de la enfermería y le hizo un gesto para que pasara adelante. Minho obedeció, pues no le quedaba de otra. Cerró tras ellos introduciendo el código de seguridad en el holograma, no sin antes comprobar que nadie los estuviera observando. Como si hiciera falta.

Era el sexto día que visitaba la enfermería y, aun así, aquellas excursiones le seguían dando mala espina. Y no era porque la tercera planta pareciera estar siempre vacía. Tampoco porque Changbin lo guiase por los pasillos como si fuera el sujeto de un experimento de alto riesgo o porque la doctora Hwang sonriese demasiado en comparación con cómo lo había tratado en un inicio. No. Más bien, a Minho le perturbaba la tercera planta por lo que transmitía. Esa fría quietud que lo acompañaba, esa silenciosa vicisitud que podría depararle tanto buenas como malas noticias. Allí, no sabía qué esperar. Qué buscaban en él. Qué tenía Minho que les pudiera resultar de utilidad.

Jisung le había recomendado acatar hasta que descubriesen qué querían con exactitud.

—Aunque tengo mis sospechas —le dijo—, dado que han mostrado tanta fascinación por tu manera de percibir los colores.

—¿Qué manera?

Sonrió. Una sonrisa comedida, pero... Tierna. Aquella sonrisa que le dedicaba desde hacía varios días y que le agitaba el corazón como las alas de sus mariposas. Le apartó el cabello de la frente, enredando los dedos en los mechones azabache.

—Con intensidad —susurró. Minho contempló el movimiento de sus labios, a apenas centímetros de los suyos. Cautivado—. Como si fueran tu propia piel. Como me estás mirando ahora mismo, Minho.

El sonrojo fue inmediato, pero Changbin entró a la habitación antes de que pudieran continuar la conversación.

No obstante, Minho no podía averiguar qué había tras su interés en él si se limitaba a sentarse en una silla a garabatear en hojas lo que le pidiesen. Lo cierto era que, hasta ahora, sus encuentros con la doctora Hwang eran más arbitrarias que metódicas. Es más, en la primera visita se había limitado a enumerar una serie de preguntas que eran cuanto menos invasivas y que le hicieron sentir extremadamente incómodo. Las preguntas se extendían a lo largo de los días y, cuanto más las esbozaba, menos comprendía por qué les interesaba tanto.

Minho se sentó en una de las camas vacías a esperar. Como el resto de días, Hyunjin estaba organizando el instrumental en silencio, aunque lo repasaba con la mirada en cuanto ponía un pie en la enfermería, con una mueca indescifrable en el rostro. En el instante en el que trataba de sostenerle la mirada, rompía el contacto para fijarse de nuevo en los armarios. Sacó de ellos un par de carpetas grisáceas que se parecían en gran medida a los documentos que solía leer su madre. Estrechó los ojos para tratar de leer las letras en la portada, pero la voz de la doctora lo distrajo.

—Changbin, quédate afuera de la enfermería por el día de hoy —La doctora Hwang le señaló un punto entre la puerta de salida y las estanterías, en donde había colocado una silla de metal—. Voy a probar algo distinto y podría salirse de control. Me quedaría más tranquila si cuento con cierta seguridad.

GLITCH ┃minsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora